Sam escuchó un ruido por fuera del lugar. Pronto escuchó cómo pasos corrían por detrás. Su corazón latía con fuerza mientras pensaba en cómo rayos salir de ahí. Tenía la cadena atada a su tobillo. Necesitaba las llaves o romperse el pie. Entonces escuchó unos pasos. Alzó el hierro que Daniel le había entregado y cuando la personas entró, intentó atacar. Se detuvo al ver que se trataba de Daniel.De pronto se sintió tranquila. Sus ojos lo veían al rostro, un rostro preocupado, un rostro por el que se asomaba la alegría junto con la furia. Daniel se abalanzó contra ella y ambos se fundieron en un abrazo. Las lagrimas de la joven salían de sus ojos mientras él acariciaba su cabello. Al separarse observó el golpe en su rostro. Acarició su mejilla con suavidad.—¿Quién te hizo esto?—Ahora no es momento, debemos salir de aquí. — Daniel asintió y miró la cadena alrededor de su tobillo.—Necesitamos la llave.—Uno de ellos la tiene.—Los distraje por un momento. Volverán en cualquier minuto.
El sonido constante de un beep hizo que Samantha comenzara a moverse en su cama. Sentía el cuerpo levemente adolorido y la espalda rígida. Poco a poco su vista se fue adaptando al ambiente notando que se encontraba en la habitación de un hospital.En la cama donde se encontraba, había cortinas rodeando su cama. Se acomodó un poco y en ese momento la pesadilla que había vivido se había hecho presente.Recordó el momento en que hirieron a Daniel y sintió cómo su cuerpo se congelaba. Necesitaba saber si él estaba bien. Intentó moverse, pero su cuerpo aun estaba débil.—Ayuda, necesito ayuda. — Aclamó sintiendo su garganta seca. Buscó el botón para llamar a alguna enfermera y entonces, las cortinas se abrieron, dejando a la vista a Daniel, en bata de hospital y el brazo derecho, herido, en un cabestrillo.—¿Sam? ¿Qué sucede? ¿Qué pasa? — Preguntó con el rostro lleno de preocupación. Sam lo miró y entonces las lágrimas comenzaron a caer. Daniel se acercó a ella y la estrechó entre sus braz
El estómago de Samantha comenzó a hacer ruido. Tenía hambre y honestamente, la comida del hospital no era algo que llenaba o nutría lo suficiente a una persona. Miró a su lado a Daniel quien había girado a verla.—¿Tienes hambres?—Sí.—No podemos pedir comida.—Lo sé. — Suspiró mientras apoyaba su cabeza en la almohada, entonces tuvo una idea. —Podemos salir.—De ninguna manera.—Por favor. — Insistió mirándolo con cara de cachorrito. Daniel suspiró.—No tu no estás bien de tu tobillo.—Puedo caminar, ya no está inflamado. Por favor. — Rogó ella con inocencia. Daniel suspiró y luego asintió.—Bien, bien. — Ella sonrió victoriosa. Procedieron a levantarse y tomar algo de dinero de la billetera que estaba en la ropa del closet, el cual fue llenado por Esteban, y luego caminaron hacia la entrada para revisar que no hubiera nadie. Por suerte el pasillo estaba vacío. El único problema era que debían pasar en la recepción donde estaban dos enfermeras de turno.—Debemos pasar por debajo. —
Una semana después, ambos fueron dados de alta. Por suerte para la joven, su trabajo no se vio afectado. Sus compañeros y jefe fueron muy comprensivos con lo que le había sucedido. Le ofrecieron suspenderla un tiempo, pero qué haría ella sola en casa. Simplemente recordaría el evento traumático y no era algo que quisiera hacer a diario, así que informó que regresaría a trabajar luego del fin de semana.Ahora se encontraba en casa junto con Lucas y Daniel. El pequeño no se había despegado de ella en ningún momento. Es más, parecía chicle. Decía que no se separaría de ella excepto para ir al baño. Era divertido, pero no podía culparlo. Él, en efecto, estuvo asustado por ella, y nadie podía negar que no lo estuviera ahora.Sam se había recostado en la cama junto con el pequeño cuando Daniel se asomó por la puerta.—Vienen a verte.—¿A mí? — Pregunto confundida. —¿Quién?—El señor Kidd. — La joven alzó las cejas. Ahora que lo pensaba, él estuvo presente cuando atraparon a aquellos hombres
La alegría que Samantha sentía luego de la horrible tormenta que había experimentado, la dejaba sin palabras. Ahora había encontrado a su familia biológica y las cosas no podían ir mejor con Daniel y Lucas. Sin embargo, había algo que la estaba molestando. La mentira.No quería seguir mintiendo sobre su matrimonio con Daniel. Si bien es cierto ahora ambos tenían sentimientos el uno al otro, no estaban casados legalmente. Y eso era una verdad que habían ocultado al resto de la familia, excepto por la madre de Daniel. Ni siquiera su mejor amiga sabía lo que estaba pasando y sentía que si lo ocultaba más tiempo las cosas sería peor.—¿Quieres que les digamos la verdad?—Siento que es lo justo. — Sam miró a Daniel. —Quiero decir, ya mentimos lo suficiente. Odio las mentiras. No quisiera que me ocultarán algo tan grande como eso. — Lo miró a los ojos. En ese momento Daniel se sintió juzgado. ¿Cómo no hacerlo? Samantha estaba siendo clara con que odiaba las mentiras y él aún mantenía una me
Ambos tomaron asiento en unas sillas que estaban en el pasillo mientras esperaban a Kelly.—Hablando en serio, no quiero que Lucas tenga un compromiso como ese.—Lo sé cariño. No dejaré que sea así. Que él encuentre a la persona con la que quiera casarse.—Por favor. Odiaría que él sufriera por un matrimonio arreglado.—No es tan malo.—¿Cómo lo sabes?—Mi hermano tuvo un matrimonio arreglado. — Ella lo miró. Era la primera vez que escuchaba que Daniel hablara de su hermano de forma tan casual. En realidad, no sabía mucho de él, era un tema tabú para ella, por miedo a la reacción de Daniel y el resto de su familia.—¿David se casó así?—Si. Mis padres lo hicieron de esa forma. Familias como las nuestras se dejan llevar por el poder y el dinero, no el amor. Sin embargo, él se enamoró de su esposa. Ambos se conocían desde que eran pequeños, por lo que se conocían. Sin embargo, David era demasiado loco e intranquilo y ella era todo lo contrario. Una mujer calmada y tranquila. Claro que c
Cuando Sam terminó de leer la carta sentía cómo las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos. Se tragó el nudo que se había formado en su garganta y luego miró a Drew.—Esto… ¿lo leíste?—Claro que no. Son palabras de mis padres para mi hermana y ahora, para ti. Lo único que sé es que ellos dejaron una gran herencia para su hija, que ahora te pertenece a ti. — Sam suspiró. No podía creer que eso fuera real. Toda su vida trabajó duro para poder salir adelante y no ser una carga para nadie. Ahora era como un milagro caído del cielo.—No puedo creerlo.—Lo sé. Pero es algo que te pertenece y le perteneció a Eva. — Sam guardó las cartas y asintió.—Entiendo. — Sonrió. —Gracias por mostrarme esto tío. — El hombre sonrió alegremente al escuchar aquellas palabras.—Es un placer, querida sobrina. Sabes que ahora cuentas conmigo.—Lo sé. — Guardó la carta en su bolso y luego abrió el álbum. Ahí estaban las fotos de su madre, cuando era una bebé, junto con sus padres. Eran muchas para el poco
Samantha se encontraba más que feliz por aquella noticia. Todos sus conocidos se habían enterado, incluyendo a Drew. Sin embargo, ahora debía de arreglar sus papeles para poder viajar y además, debía presentar su renunciar en el instituto así como hablar con Daniel respecto a que procedía ya que estaría lejos por mucho tiempo. Ahora se encontraba en la habitación secando su cabello mientras se veía al espejo, escuchó la puerta del baño abrirse y Daniel salió de ahí secando su negro cabello con la toalla. Tomó asiento en la cama y la joven se dio la vuelta. —Dani. —Ummm. —No hemos hablado. —Sobre qué. — Ella se levantó y detuvo la acción de Daniel tomando sus manos. —¿Qué pasará con nosotros? —¿De qué hablas? — La miró aun con los mechones desordenados de su cabello sobre sus ojos. —Estudiaré fuera tres años. Solo tendré dos meses de vacaciones por año. Estaremos lejos. —¿Tienes miedo de que nos olvidemos de ti? — Preguntó con curiosidad. — Porque eso sería una tontería. Además