Una semana había pasado dese la visita con sus padres. Por alguna razón, la joven sentía que había dado un nuevo escalón en su relación con aquello. Además, su vida laboral continuaba, ella seguía trabajando aun a la espera de una respuesta.Luego de unas horas, llegó a casa para encontrarse con una enorme sorpresa. Al entrar a la sala de estar, se encontraba Daniel sentado junto a una joven mujer, una chica que ella reconocía a simple vista.Se trataba de Jennifer Denver, la ex prometida de Daniel. La cabellera rubia sobresalía en aquel espacio. Un aroma dulce inundó sus fosas nasales cuando ella se acercó. La mujer se giró a verla mientras le mostraba una enorme sonrisa.—¿Sam? — Preguntó Daniel al verla. Sam sonrió levemente.—Lo siento, no quería interrumpir.—No interrumpes nada querida. — La mujer se levantó tomando el bolso. Miró a Daniel y le sonrió. —Tengo que irme, espero puedas considerar mi oferta. Me retiro. — Caminó hacia la joven y sin eliminar su sonrisa, también se de
Cuando Samantha despertó lo que sintió sobre ella fue agua fría. Eso causó que su cuerpo despertara sin mucho contratiempo. La joven respiró con fuerza al sentir el helado líquido sobre su cabeza y su espalda. Al abrir los ojos se encontró con una persona que usaba un gorro negro de montaña. La persona parecía un hombre, se veía ancho de espalda y muy alto.—¿Quiénes son? ¿Por qué estoy aquí?— Preguntó con voz temblorosa no solo por el miedo, sino que también por el agua fría. Su cuerpo temblaba con fuerza, sin embargo, no podía dejarse vencer por la persona frente a ella. Debía ser fuerte.—Bueno, obviamente no te diré quien soy. — Se inclinó levemente para acercarse a ella. Colocó su mano sobre el respaldo de la silla y suspiró con fuerza. —Lo otro, parece que eres un familiar no deseados.—¿Familiar no deseado? — Preguntó confundida. El hombre simplemente se encogió de hombros.—¿A qué se refiere con eso?—Que te odian niña. — Otra persona salió detrás de donde ella estaba sentada.
Daniel se encontraba mirando la ventana de la sala que daba al patio. Esteban se encontraba a su lado mientras intentaba ver una forma de cómo animarlo.—Aun no hay pistas de ella.—¿De qué sirve la policía si no puede hacer su trabajo? — Se hizo a un lado mientras empacaba algunas cosas en una mochila.—Dijeron que en las cámaras desaparecen una ruta. Es probable que cambiaran de auto.—Sí, sé lo que los policías dijeron Esteban, pero no me pudo quedar quieto. Ya pasaron tres días desde que se la llevaron. Tengo que encontrarla. — Terminó de empacar lo necesario y comenzó a caminar hacia la salida.—Recuerda que tienes un hijo Daniel, no eres solo tu.—Por mi hijo y por mí haré lo que sea necesario. — Abrió la puerta cuando Lidia apareció con una expresión de preocupación.—Perdone señor, pero el señor Kidd quiere hablar con usted.—Ahora no es momento para eso. — La mujer asintió. —Tengo cosas que hacer.—Él es consciente de la situación, pero insistió. Dice que es muy importante. —
Samantha había sufrido más de lo que sufrió en toda su vida, recibió golpes, agua en el rostro, gritos y hambre en su estadía. Ni siquiera sabía cuanto tiempo llevaba ahí, pero en todo ese tiempo lo único en que pensó fue en su familia. No quería irse sin verlos, aunque sea una última vez.Un par de días después de su secuestro, el hombre de cabello castaño le lanzó un vestido.—Póntelo, tienes visita. — La joven obedeció, honestamente no quería recibir más maltrato. El hombre de cabello castaño la observó por un momento y luego la dejó sola para que se vistiera. Agradecía que ese hombre era más amable que el otro. El otro, era más bajo con cabello largo y barba oscura, era violento, y cuando el castaño no estaba le gritaba y la golpeaba. Parecía tenerle un odio irremediable a ella o tal vez a las mujeres, no estaba segura de eso.Luego de haberse puesto el vestido, escuchó voces. Se sentó en el suelo debido a que le dolían los pies y entonces dos personas se ubicaron frente a ella.N
Sam escuchó un ruido por fuera del lugar. Pronto escuchó cómo pasos corrían por detrás. Su corazón latía con fuerza mientras pensaba en cómo rayos salir de ahí. Tenía la cadena atada a su tobillo. Necesitaba las llaves o romperse el pie. Entonces escuchó unos pasos. Alzó el hierro que Daniel le había entregado y cuando la personas entró, intentó atacar. Se detuvo al ver que se trataba de Daniel.De pronto se sintió tranquila. Sus ojos lo veían al rostro, un rostro preocupado, un rostro por el que se asomaba la alegría junto con la furia. Daniel se abalanzó contra ella y ambos se fundieron en un abrazo. Las lagrimas de la joven salían de sus ojos mientras él acariciaba su cabello. Al separarse observó el golpe en su rostro. Acarició su mejilla con suavidad.—¿Quién te hizo esto?—Ahora no es momento, debemos salir de aquí. — Daniel asintió y miró la cadena alrededor de su tobillo.—Necesitamos la llave.—Uno de ellos la tiene.—Los distraje por un momento. Volverán en cualquier minuto.
El sonido constante de un beep hizo que Samantha comenzara a moverse en su cama. Sentía el cuerpo levemente adolorido y la espalda rígida. Poco a poco su vista se fue adaptando al ambiente notando que se encontraba en la habitación de un hospital.En la cama donde se encontraba, había cortinas rodeando su cama. Se acomodó un poco y en ese momento la pesadilla que había vivido se había hecho presente.Recordó el momento en que hirieron a Daniel y sintió cómo su cuerpo se congelaba. Necesitaba saber si él estaba bien. Intentó moverse, pero su cuerpo aun estaba débil.—Ayuda, necesito ayuda. — Aclamó sintiendo su garganta seca. Buscó el botón para llamar a alguna enfermera y entonces, las cortinas se abrieron, dejando a la vista a Daniel, en bata de hospital y el brazo derecho, herido, en un cabestrillo.—¿Sam? ¿Qué sucede? ¿Qué pasa? — Preguntó con el rostro lleno de preocupación. Sam lo miró y entonces las lágrimas comenzaron a caer. Daniel se acercó a ella y la estrechó entre sus braz
El estómago de Samantha comenzó a hacer ruido. Tenía hambre y honestamente, la comida del hospital no era algo que llenaba o nutría lo suficiente a una persona. Miró a su lado a Daniel quien había girado a verla.—¿Tienes hambres?—Sí.—No podemos pedir comida.—Lo sé. — Suspiró mientras apoyaba su cabeza en la almohada, entonces tuvo una idea. —Podemos salir.—De ninguna manera.—Por favor. — Insistió mirándolo con cara de cachorrito. Daniel suspiró.—No tu no estás bien de tu tobillo.—Puedo caminar, ya no está inflamado. Por favor. — Rogó ella con inocencia. Daniel suspiró y luego asintió.—Bien, bien. — Ella sonrió victoriosa. Procedieron a levantarse y tomar algo de dinero de la billetera que estaba en la ropa del closet, el cual fue llenado por Esteban, y luego caminaron hacia la entrada para revisar que no hubiera nadie. Por suerte el pasillo estaba vacío. El único problema era que debían pasar en la recepción donde estaban dos enfermeras de turno.—Debemos pasar por debajo. —
Una semana después, ambos fueron dados de alta. Por suerte para la joven, su trabajo no se vio afectado. Sus compañeros y jefe fueron muy comprensivos con lo que le había sucedido. Le ofrecieron suspenderla un tiempo, pero qué haría ella sola en casa. Simplemente recordaría el evento traumático y no era algo que quisiera hacer a diario, así que informó que regresaría a trabajar luego del fin de semana.Ahora se encontraba en casa junto con Lucas y Daniel. El pequeño no se había despegado de ella en ningún momento. Es más, parecía chicle. Decía que no se separaría de ella excepto para ir al baño. Era divertido, pero no podía culparlo. Él, en efecto, estuvo asustado por ella, y nadie podía negar que no lo estuviera ahora.Sam se había recostado en la cama junto con el pequeño cuando Daniel se asomó por la puerta.—Vienen a verte.—¿A mí? — Pregunto confundida. —¿Quién?—El señor Kidd. — La joven alzó las cejas. Ahora que lo pensaba, él estuvo presente cuando atraparon a aquellos hombres