Me despierto a la mañana siguiente en el sillón, sigo vestida pero no tengo mi ropa interior puesta, la busco entre el sillón, pero no está. Bajo mi mirada al suelo y lo vi a él durmiendo en la alfombra gris. Debajo de su espalda está mi braga, la saco sin despertarlo. Lo logro y me la coloco levantándome del sillón caminando por la casa. Fui a su habitación, me pregunto porque no lo hicimos en esta enorme cama de dos plazas. Me siento en ella, es muy cómoda, me recuesto y mirando a la pared de ese cuarto hay colgado una fotografía de una mujer. ¿Quién es?—Buenos días—me dice mirándome desde el marco de la puerta prendiéndose la camisa.Le sonrío sentándome en la cama—Hoy si puedo aceptarte el desayuno.—Ya está—se pega la vuelta yéndose para la cocina. Me levanto y lo sigo, la mesa está servida, el desayuno es wafles con helado de chocolate y un capuchino muy delicioso. Disfruto cada bocado de esa deliciosa comida.—Es riquísimo—le digo dejando el plato limpio. Mi c
Llevamos algo para comer a la habitación del hotel, una sensación extraña invade mi cuerpo cuando Dylan se lanza a la cama boca abajo. Trago saliva. Recuerdo exactamente lo que me está haciendo sentir así. Un recuerdo pequeño me corrompía la paz mental «En una habitación de motel que quedaba cerca de la secundaria, Dylan y yo habíamos decidido que ese sería el día. Y entonces comencé a dudar ¿realmente ese sería el lugar? ¿Estoy lista? No dejaba de jugar con las tablas de la falda de mi uniforme. Él se quitó la chaqueta y me miró. —¿No te gusta?—me preguntó. El lugar no, pero él…me volvía loca.—La cama es cómoda—me dijo tirándose boca abajo. Y dándose la vuelta me llamó con la mano—Vamos, Cass…solo tenemos una hora. —¿Será que te pueden reembolsar?—dije muy tímida. Él se puso de pie y tomando mi cara entre sus manos beso mis labios. —No—se rió—Pero podemos usar el jacuzzi sin fines sexuales—me dijo y juntando nuestras frentes añadió—Pasará cuando quieras que pase, no m
La lluvia para eso de las tres de la tarde y el sol ilumina todo secándolo por completo. Nos preparamos para emprender viaje de nuevo. Mi celular suena, es una llamada de Frank, me hago a un costado mientras Dylan mete las maletas nuevamente al auto. Me paralizo un minuto cuando escuché su voz. —¿Cass, estás ahí?—me pregunta. —Hola, sí…¿qué sucede?—le digo. Sus palabras anteriores aún duelen. —Necesito verte, ¿te parece si mando a mi chofer por ti? —No—río incomoda. —Vamos, Cass. No te enojes, sabes que tengo que hablar contigo. —No me enoja—le digo—Lo que sucede es que no estoy en la ciudad, estoy de viaje. —¿Con qu… —Vamos, Cass que quiero llegar para la cena—me grita Dylan desde el auto. Frank cuelga la llamada, sostengo en mi mano el celular por un momento, pensando si volver a marcar, pero decido que no. Me subo al auto. Si mi vida se basaba en recuerdos, los mejores recuerdos se los lleva Dylan. «Dylan 1 Frank 0» La entrada a nuestra ciudad se va quedando at
Lydia abre la puerta de su armario enorme, en ella hay miles de vestidos de diseñador y también, diseñados por ella. Me paro en medio del armario a ver que me pongo para esta noche, miro de izquierda a derecha. Agarro una falda negra y un top rojo tiritas, me pongo los borcegos negros que traje, a diferencia de Lydia que elige un vestido negro corto al cuerpo. Le arreglaron su cabello rojizo, yo peino el mío y arreglo mi cabello. Nos lleva el chofer de Lydia hasta un galpón alejado de la ciudad, pero cerca de lo de mi mejor amiga porque ella también vive alejada. Desde el auto se ve el galpón, las luces led de afuera lo hacían lucir como un boliche/antro. Es una fiesta para los jóvenes por la época de carnaval, casi todo el pueblo va a estar fiesta, es imposible no encontrarte con tus compañeros de instituto, es este caso ex compa&nti
Sigo callada pellizcándome, pregúntame si estoy sumergida en algún coma alcohólico y mi imaginación se inventa cosas, pero no es así, está aquí. En carne y hueso en la sala de mi casa, luciendo realmente sexy, su cabello está mojado, la ropa arrugada. ¿Qué? ¿Por qué está así? Comienzo a sentir que me voy a desmayar. Miro a mi tía que me está gritando y no he escuchado ni una palabra. —¿En qué estás pensando?—me regaña. —Yo…—me quedo sin palabras. Algo me dice, en el corazón que esto está mal—¿Quién es él?—pregunto con un hilo de voz. Ella se voltea mirándolo con su miradita de vergüenza—Disculpa, Frank, no sé qué le sucedió a mi sobrina, ella no es así. —No te preocupes, Eloy, si quieres me voy y las dejo sola. Asiente—¿Quién es usted?—le pregunto con bronca. —Es el chico…que conocí en la app. Levanto una ceja y largo una carcajada involuntaria—¿En la app de citas? —Sí, su nombre es Frank Uribe. —Wow, me suena conocido—digo. Él sostiene su mirada fría—¿Y cuánto llevan viéndose
Después de cenar pongo la música a todo volumen, agarro la mano de Mateo para bailar. Él me sigue la corriente, entrelace su pequeña manito con la mía para guiarlo. Suelto mi largo cabello para que se moviera con mis pasos. La parte de abajo de mi pijama es corta se levanta mientras me muevo. Llamo con un dedo a Dylan para que se uniera a nosotros. Niega con la cabeza.—¡Vamos!—le implora. Se pone de pie y se para junto a nosotros. Mateo hace sus pasos de tiktok. Yo tomo las manos de Dylan y las llevo a mi cintura colocando mis brazos alrededor de sus hombros. Él mantiene una sonrisa divertida en la cara.—¿Te drogaste?—me susurra riendo leve.—No, hoy no—río.—Cass—me regaña mi tía—Frank pregunta si quieren helado.—Yo sí—dice Mateo parándose en el sillón—De chocolate.Yo los miro sobre el hombro de Dylan porque estoy de punta de pie—Mm, vale.—Por mí está bien—dice Dylan sin voltearse. Lo miro de nuevo y él se ríe de todo lo que está pasando—Se te ve todo—me susurra—Y no te
Al parecer no soy la única estudiante que le gusta a Frank; quizás si sabía que era menor de edad, a lo mejor es así, le gustan las menos. Quizás cuando cumpla dieciocho se va a olvidar de perseguirme y acosarme, y entonces dejé a mi tía. Me siento de verdad arruinada. Me quedo observándola. —Sí—respondo finalmente—No siempre suelo mirarlo de esa forma—sale de mi boca por accidente. —Dylan es muy afortunada. Ah. ¡Espera! ¿Qué? —¿Lo conoces? —Mi padre es abogado de la familia, Scott, Dylan y yo...somos como uno. —Amy—dice Dylan con los vasos en la mano. Me da el mío y la abraza, por unos largos segundos. Yo estoy aquí. ¡Hola!—Amy, te presento a Cassie, mi...novia. —Sí, acabo de conversar muy poquito con ella. Le pestañea un par de veces de manera muy voluntaria—¿Qué sucedió con la bruja de...ya sabes? Dylan se rasca la nuca, incómodo—Bueno, este...terminamos. —Claro, me doy cuenta, Dy, pero... ¿por qué? ¿En serio le pregunta esas cosas enfrente mío? Bebo de mi trag
Tengo dos opciones en este momento: decirle a Dylan que no tengo la menor idea de que me está hablando o contarle que sí sabía desde el verano que Frank ha comprado su casa. Él me mira esperando la respuesta, su mirada penetrando en mí, me deja poco tiempo. ¿Mentir o decir la verdad? ¿Todo ha salido mal últimamente después de cada mentira? Pero...Es posible que Frank y Dylan jamás hablen. Y menos de mí. —¡Que voy a saber! No sé de sus finanzas. Él levanta una ceja dudando de mi respuesta—¿Qué intenta? ¡La compra porque estoy contigo! —Dudo que una persona compre una propiedad porque no le cae alguien, supongo que le pareció bien. Quizás ni sabía. Me encojo de hombros. —Me suena muy raro que no sepas esto. —¡No lo sé! Me cruzo de brazos—. Sabes qué, ya no quiero quedarme contigo—finjo estar enojada—. Llévame a mi casa. Se hunde de hombros—Como quieras. ¿No va a rogarme que me vaya con él? ¡Hombres! Cada día los odio más. El silencio en el camino me hace cuestionar si debí decir