Capítulo 626
—No te lo pienses —dijo Enzo, inclinándose hacia mí—. Aunque logre llegar a esta isla, no podrá llevarte.

—Y no permitiré que se vean.

Tras esa afirmación, se volvió hacia Seno: —No importa lo que digas para engañarlo. Tú sabes que su presencia o ausencia no tiene relevancia.

—Olvídate de tus arreglos, yo tengo donde quedarme.

—No te preocupes por la comida, yo me encargaré de eso.

—En un par de días, me iré con ella.

Seno, sin entender del todo sus intenciones, simplemente respondió: —Como quieras.

Sentí una presión en el pecho.

Ni siquiera tenía la oportunidad de retrasar un poco más el tiempo.

Mateo llegó a la orilla, echó un vistazo y contó el número de personas.

—Mateo.

Seno se acercó rápidamente, abriendo los brazos para abrazarlo.

Mateo, con una agilidad impresionante, se apartó y, sin rodeos, preguntó: —¿Dónde está mi amor?

Los ojos de Seno brillaban con una intensidad casi palpable, como si quisiera atravesar a Mateo con la mirada.

Mateo reprimió su ira y volvió a preguntar.
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