Capítulo 549
—¿No te has duchado ya...?

Detecté el doble sentido en las palabras de Mateo y, para hacerme la tonta, le dije: —Suéltame.

—No.

Mateo bajó la mirada, sonriendo con picardía, y pateó la puerta del baño para entrar.

Sus besos me dejaron sin aliento.

Al final, su juego me había hecho cansar tanto que apenas podía mantenerme en pie.

Decidió sostenerme por las piernas y levantarme a su altura.

Pensé que esta ducha sería como las anteriores, pero tras un solo encuentro, ya me tenía envuelta en una toalla y en la cama.

Avergonzada, me tapé con la manta, dejando solo mis ojos al descubierto mientras miraba a Mateo.

Él atrapó mi mirada y, riendo, dijo: —Mejor no preguntes.

Yo respondí: —¿Y cómo sabes lo que iba a decir?

—Lo sé perfectamente.

Mateo se inclinó, rozando la punta de mi nariz, y murmuró: —Porque soy tu esposo, ¿no?

Mi rostro se sonrojó al escucharlo. Me hundí más en la manta: —No estamos casados, ¿qué tipo de esposo eres?

Mateo se recostó, abrazándome con la manta y presionando sus
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