Capítulo 433
Me quedé paralizada.

Dieguito se soltó de Mateo y, llorando, se aferró a mis piernas:—¡No es así! ¡Tío, te estás pasando!

Mateo sonrió fríamente y me miró fijamente: —¿No es así?

Podía intuir que había malinterpretado algo.

En este momento, estaba poniendo a prueba mi respuesta.

Me miraba, esperando una respuesta contraria.

Este era probablemente su último intento de darme una oportunidad.

Bajé la vista lentamente, me agaché y abracé a Dieguito, secándole las lágrimas: —Tranquilo, Dieguito. Tu tío está equivocado. ¿Puedes darme un momento para explicarle algo?

Dieguito, con sus largas pestañas aún húmedas, respondió con voz infantil: —Está bien…

—Olaia.

Marqué su número.

—¿Qué pasa? —preguntó ella, notando mi tono inusual.

—Sube al quinto piso y lleva a Dieguito al lugar de la fiesta de cumpleaños, ¿bien?

—Claro.

Olaia aceptó sin cuestionar, aunque se notaba preocupada: —¿Qué sucede?

—Te lo explicaré esta noche.

Poco después, Olaia llegó y se llevó a Dieguito.

Ahora estábamos Mateo y y
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