Capítulo 231
En invierno, los días eran cortos y las noches largas. A las seis de la tarde ya estaba completamente oscuro, y cuando llegué a la cafetería, aún no eran ni las seis y media.

Pero Juan ya había llegado.

Me acerqué a él y fui directa al grano: —¿Qué querías decir con lo que dijiste hoy en el hospital?

Juan levantó ligeramente la barbilla: —Siéntate.

—Como me pediste que viniera, aquí estoy. No me hagas dar rodeos.

Me senté sin más.

Un fuerte aroma a colonia me invadió al sentarme, y no pude evitar fruncir el ceño. No sabía cuánta colonia había usado el cliente anterior.

Juan, tratando de distraerme, empezó a hablar: —¿Realmente crees que no eres hija biológica de tus padres?

—No hables de tonterías. Solo pregúntame algo: ¿qué querías decir con eso en el hospital?

Si había sido solo un arranque de rabia, lo dudaba.

Además, si fuera así, no habría necesidad de encontrarnos en persona.

Juan movía las piernas distraídamente: —Solo fue una frase dicha en un ataque de ira. ¿De verdad te lo to
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