Capítulo 235
No entendí todo, pero capté claramente lo que intentaba decir.

Sentí que un rincón tranquilo dentro de mí casi volvía a perderse.

Mis uñas se clavaron en la palma de mi mano.

El leve dolor me devolvió la racionalidad: —¿Ya terminaste de secar?

Marc pasó sus dedos por mi cabello un par de veces, con atención: —Sí, casi.

El sonido del secador cesó, y la habitación quedó en silencio.

Asentí: —Gracias.

De repente, me abrazó por detrás, sus labios rozando mi oído, con una actitud cuidadosa y algo ambigua: —¿Oíste algo de lo que dije?

Un hombre como él, tan orgulloso, probablemente nunca se había disculpado así antes.

A diferencia de las disculpas vacías anteriores, esta vez parecía que realmente había dejado de lado su orgullo.

Quería ceder, pero temía. Temía ser nuevamente como una mariposa atrapada por la llama, temía repetir los mismos errores.

Luchando contra la tristeza en mi pecho y guiada por la razón, respondí: —Lo oí. Pero, Marc, algunas decisiones, una vez tomadas, no tienen vuelt
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