Capítulo 224
Mateo me miró con desdén y dijo: —¿Qué haces ahí parada? Vamos.

—Bien.

Mateo avanzaba a grandes zancadas, mientras yo, con el vestido restringiendo mis movimientos, me esforzaba por seguirle el ritmo.

Cuando estábamos a punto de salir del hotel, una mano me agarró con fuerza por la muñeca: —¡Delia!

Me detuve y miré a Marc, que tenía el rostro severo. Conteniéndome, pregunté con calma: —¿Qué pasa?

—¿Señor Romero, tienes algo que decir?

Mateo también se dio vuelta, arqueando una ceja con desdén.

Los ojos de Marc estaban cargados de tormenta: —¿Señor Vargas, quieres intervenir en los asuntos de una pareja?

—No tengo ese interés.

Mateo sonrió: —Solo quería recordarte que la bigamia es ilegal.

Marc, ignorando la advertencia, me tiró de la muñeca y comenzó a caminar rápido.

Mateo frunció el ceño: —Te esperaré en el coche.

Al oír esto, Marc apretó con más fuerza mi muñeca y aceleró el paso.

Me arrastró hasta un lugar apartado y me empujó contra la pared. Su mirada era profunda y llena de ira
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