Capítulo 206
—¡Definitivamente me estás engañando! —gritó Juan.

Aunque exclamó en voz alta, se veía el obvio temor en sus ojos. Antes de que pudiera responderle, ya salió corriendo como alma que lleva el diablo.

—Olaia, ahorita tengo unos asuntos, te hablaré luego, ¿de acuerdo?

Colgué la llamada y volteé a ver a Adam, quien parecía una sombra transparente.

—¿De verdad que te quedaste de brazos cruzados viendo cómo tu papá le pegaba a tu mamá?

Adam se encogió de hombros:

—Pues yo no soy tan fuerte como él, y ni caso me hace.

Me quedé sin palabras…

Al instante, la furia me inundó, sin saber qué más decir. Fue cuando intervino mi tía, aguantando el dolor:

—Adam, sal un ratito, que quiero hablar con tu prima.

—Órale.

Cuando Adam se fue, me acerqué la silla a la cama y le pregunté preocupada:

—¿Ya te trataron bien esas heridas? ¿No faltó atender algo?

—No, no es para tanto. Con los doctores y los de seguridad presentes, no me pegó tan feo.

Luego, negó con la cabeza, y se veía más débil que la última ve
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