Mónica fue empujada tan repentinamente, cayó al piso de espaldas con boca arriba. Se retorció de dolor y mirando a Ania incrédula: —¿¡Me empujaste!? Ania Romero, desde que eras pequeña, ¡te he dado siempre lo mejor en todos los aspectos! ¿Así es como me tratas ahora?—Si de verdad me hubieras tratado bien, ¡no me tratarías así ahora!Ania la miró con rencor, se agachó y le agarró del pelo, interrogándola con despacio: —Debo esforzarme por cosas que me gusta tener, incluso arrebatárselas a los demás. ¿No fuiste tú quien me enseñó eso? ¿Por qué me regañas ahora que yo hice lo que tú me dijiste? Mamá... ¿acaso no te estoy obedeciendo?—No…Mónica estaba algo aturdida por el impacto, sintiéndose enojada pero también arrepentida:—Yo nunca te enseñé eso... ¡Nunca, jamás! Yo no... no es así... ¡no!Mientras más lo negaba, más fuera de sí se ponía. De pronto se levantó y salió corriendo del lugar con la mirada pérdida, murmurando.Ania la vio irse y de pronto rompió en llanto, luego me miró
Olaia se quedó boquiabierta. —No puede ser…—Así fue…No sabía cómo podría convencer de nuevo al este tipo para que fuera a recoger el certificado de divorcio, y cuánto tiempo tendría que esperar…Olaia percibió que estaba un poco desanimada y me consoló: —No te preocupes, el divorcio, mientras una de las partes insista, sería solo cosa de tiempo. Además, ustedes ya arreglaron todo, solo falta el certificado de divorcio, así que tú puedes considerarlo terminado.Sonreí y charlé con ella un rato, luego cambié el tema:¿Y tú? ¿Izan no ha venido a buscarte?Cuando nos mudamos, fue Izan quien nos ayudó. De hecho, le debía una comida.Seguro que recordaba esta dirección. Incluso si no lo sabía, bastaría con preguntarle a Marc.Ella se desanimó un poco, y me respondió con voz apagada: —No, no se atreve a venir fácilmente a tu casa.¿Por qué?—Le tiene mucho miedo a Marc.Pues… Vale.***Más tarde, no tenía ganas de cocinar, como Olaia no sabía cocina, así que pedimos comida para llevar.
Justo cuando terminé de comer, dejé los cubiertos y le pregunté: —¿Logró convencerte a verlo?—Sí.Me ayudó a recoger las cajitas de comida.—Días antes actuó de una manera muy inmadura, ni entendió lo que le dije. Y ahora hay cosas que no logro explicarme bien por llamadas. Mejor nos vemos otra vez y resolvemos los problemas de una vez.Expresé mi apoyo: —Te respaldo.—¿Me acompañas?—¡Claro!Sonreí y bromeé: —Si no voy, ¿y si te secuestra y te vende?Quedaron de verse en el mismo club privado de antes.Olaia me guio con confianza al entrar, y al llegar a la puerta del privado, le dije: —Entra tú misma, tal vez hay cosas que no se atreven a decir si estoy yo presente. Si necesitas algo, llámame y entro de inmediato.—Está bien.Olaia asintió y entró.Afuera, vi a los meseros ir y venir con bandejas de frutas y platillos. Me sentí fuera de lugar, así que fui caminando con calma hacia el jardín elevado.Era invierno, y las noches eran frías y húmedas.Pero este club había hecho una
¿Suplicarlo?¿Estaba loco o qué?Solté su mano, sin importarme si Marc y Enzo me vieran. Pues, me vale madre… Simplemente me di la vuelta y me fui caminando. De repente, todo se oscureció frente a mí. Una gabardina de caballero me cubrió de pies a cabeza, y con habilidad me llevó de vuelta, recargándome contra la baranda, evadiendo la vista de esos dos.El aroma a menta fresca llegó a mi nariz.Pues, este aroma le quedaba muy bien.Los pasos de Marc parecen detenerse por un momento, y escuché luego la voz desobediente de Mateo: —Señor Romero, ¿parece que está muy interesado en los asuntos privados de yo y mi novia?Con voz profunda, Marc le respondió: —Esos zapatos de tu novia… Mi esposa también tiene un par igual.Sentí un vuelco en el corazón…Eran de edición limitada de marca, y en toda la ciudad solo había apenas unos cuantos pares, que se podían contar con los dedos de una mano.Aunque no había escuchado nada confidencial y podría irme tranquilamente, sin embargo, ahora, con lo
Actuaba como si no fuera él quien me hubiera prometido con ganas ayer…Me enojé un poco pero no supe qué decir…—¿No habías acordado conmigo que no le dirías a nadie?—¿Qué? —frunció el ceño: —Lo que te prometí fue no dejar que otros se enteraran de que estabas espiando y grabando videos.Bueno…Desde este aspecto, él no tenía nada de malo. ¿Y yo tenía la culpa de no haberme explicado bien?—¿Tienes algún problema con la familia Romero? —le pregunté.—No, ninguno —me miró confundido. —¿No entiendes nada sobre las guerras ocultas en el mundo de negocios? Después de tres años al lado de Marc, ¿él no te enseñó nada de eso?Me quedé atónito, por lo directo y aterrador que era, y también por esa segunda pregunta.Apreté un poco los puños y le respondí con sinceridad: —No.Tras tres años al lado de Marc, ¿qué me enseñó? Independencia, tolerancia, paciencia, sacrificio...Aparte de tratarnos con respeto mutuo, no teníamos más conversaciones de lo necesario, y él ni siquiera me hablaba de eso
Esta era la primera vez que me cruzó con un tipo rico que hablaba del dinero con tanta frecuencia. —Entonces mejor me voy a preguntar a otro lado —dije mientras me encaminaba de vuelta adentro.Acababa de regresar cuando Olaia salió del privado con los ojos enrojecidos, obviamente había llorado. —Vámonos.—¿Ya aclaraste todo?Tomé el abrigo que tenía en sus manos y se lo puse sobre los hombros.Suspiró hondo pero su mirada ya se aclaró:—Sí. De ahora en adelante, ya no me importa si se casa o no.Admiraba mucho su facilidad para tomar decisiones.De camino a casa, Olaia manejaba el auto. De repente, recibí una llamada de Enzo.Después de dudar un momento, me preguntó: —Delia, ¿la persona que estaba con Mateo eras tú?Me sorprendí, pero no le mentí:—Sí, fui yo... ¿Cómo lo supiste…?Mateo me había ocultado muy bien.Incluso Marc... solo le preguntó por los zapatos, y con un tono de duda.Sin embargo, Enzo logró adivinar que era yo.Al otro lado de la línea, notó mi sorpresa y rio:—¿
—Dicen que Mateo vino a Perla para buscar pistas sobre su ex prometida de la infancia.—Vaya, no se ve que sea tan dedicado en los sentimientos.Me sorprendió un poco que alguien, al igual que Enzo, se aferrara tanto a la relación con la persona que conocieron de niños y hubiera insistido durante tantos años.Enzo se rio y no dijo más, solo dijo: —¿Estarás en casa mañana? Te llevaré el regalo después del trabajo.—¿Regalo?Me tomé un momento para procesar eso, recordando que él había mencionado eso la noche anterior, y accedí:—Sí, a menos que surja algo, estaré en casa estos días.***Al día siguiente, me desperté naturalmente y palpé el lado vacío de la cama. Olaia ya no estaba.Tomé mi celular y vi un mensaje de ella: [Ya me voy. Si Izan se vuelve loco de nuevo, vendré a pedirte refugio.][Mujer rastrera, te fuiste después de dormir en mi cama]Le respondí con una sonrisa y me quedé acostado en la cama revisando las noticias.Los asuntos de Ania y Carlos, además de la pelea de An
—¡Definitivamente me estás engañando! —gritó Juan.Aunque exclamó en voz alta, se veía el obvio temor en sus ojos. Antes de que pudiera responderle, ya salió corriendo como alma que lleva el diablo.—Olaia, ahorita tengo unos asuntos, te hablaré luego, ¿de acuerdo?Colgué la llamada y volteé a ver a Adam, quien parecía una sombra transparente. —¿De verdad que te quedaste de brazos cruzados viendo cómo tu papá le pegaba a tu mamá?Adam se encogió de hombros:—Pues yo no soy tan fuerte como él, y ni caso me hace.Me quedé sin palabras…Al instante, la furia me inundó, sin saber qué más decir. Fue cuando intervino mi tía, aguantando el dolor:—Adam, sal un ratito, que quiero hablar con tu prima.—Órale.Cuando Adam se fue, me acerqué la silla a la cama y le pregunté preocupada:—¿Ya te trataron bien esas heridas? ¿No faltó atender algo?—No, no es para tanto. Con los doctores y los de seguridad presentes, no me pegó tan feo.Luego, negó con la cabeza, y se veía más débil que la última ve