Capítulo 185
—¿Estoy difamándolo?

Las llamas de ira ardieron en sus ojos.

Al ver cómo se enojaba con tanta facilidad, sentí un gran alivio de satisfacción en mi cuerpo y mi alma.

—¿No es así? Señor Romero, tú mismo me dijiste que hay que tener evidencias para todo.

Dicho esto, me dirigí hacia la habitación.

A mis espaldas, el hombre contuvo su enojo y pronunció con parsimonia unas palabras:

—A las seis.

—¡Ya lo sé! —exclamé irritada.

Ni siquiera volteé a mirarlo.

Accedí, pero no por él, sino porque recordé de repente la escena de aquel día en la mansión de los Jiménez cuando Marina golpeó a Enzo. De pronto, tuve la esperanza de que si esta noche Marina le volviera a causar alguno problema, querría ayudarlo un poco.

Esta vez, quería ser la que le ofreciera ayuda.

Después de todo, con el título de señora Romero, debería aprovecharlo bien.

Regresé a mi habitación, me bañé y me arreglé con un maquillaje elegante.

Para un evento así, basta con lucir apropiada y digna, así que elegí un vestido de enca
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