Antes de ir a la oficina del Registro Civil, Olaia me detuvo y me aplicó con cuidado un brillante labial rojo. —Es una ocasión importante y alegre, así que debes lucir aún más radiante. ¡Listo!Después de aplicármelo, ella quedó muy satisfecha y me hizo un gesto con la mano.Sonreí ligeramente, pues mi ánimo reprimido parecía haber mejorado un poco.Sí, era algo que había estado esperando desde hacía mucho tiempo.Salí de casa con más ánimo y llegué al lugar justo a las dos en punto.Lo había esperado incontables veces durante estos tres años de matrimonio, y no quería esperar ni una vez más.Sin embargo, cuando bajé del coche, no vi a Marc por ningún lado. Al final, otra vez era yo la que lo estaba esperando.Afortunadamente, no tuve que esperar demasiado. Unos minutos después, una figura erguida bajó de un lujoso auto negro, con una presencia imponente y afilada, y una mirada fría que dejaba ver lo irritado que estaba.Desde que habíamos llegado al punto del divorcio, él se había v
Pues estaba completamente confundida y le pregunté al revés: —¿Qué demonios quieres decir en realidad?Tenía una expresión heladora, casi aterradora.—Deja de fingir.Lo miré perpleja y sentí que la ira me invadía. Le exclamé:—...¿Qué te pasa? No he hecho nada, ¿qué significas que estoy fingiendo?—Eres bien terca.Marc soltó una sonrisa gélida, volviéndose aún más implacable. Tomó su celular, hizo un par de clics y me lo acercó. —Mira, ¿no es acaso tu obra?Me quedé pasmada por un momento, luego miré fijamente la pantalla de su móvil. Era un reciente escándalo que acababa de explotar en tendencia.Al leer el contenido, ¡sentí como si me hubiera caído un rayo!Se trataba de un jugoso secreto de una familia de la alta sociedad, cuyos protagonistas eran mi suegro, Carlos, y mi cuñada, Ania. Incluso había un video.¡La carátula del video era justo la escena del patio trasero de la casa de los Jiménez de anoche!Lo reconocí de inmediato y un escalofrío me recorrió el cuerpo. Extendí la
Si fuera otro día, solo me enojaría.Pero ahora, me parecían muy ridículas, e incluso han logrado disipar un poco mi molestia.Me eché a reír y solté un par de palabras: —No nos divorciamos.Sus sonrisas se congelaron de inmediato, pero Ania no lo creyó y se burló: —¿Cómo es posible? Marc hizo los arreglos con el personal, insistía en obtener el certificado de inmediato. Delia, no finjas más, es solo un divorcio, no tiene nada de vergonzoso.Me encogí de hombros y le dije a propósito: —Entonces no lo sé cuál es la razón. Tal vez de repente quería volver a estar conmigo. Después de todo, hemos sido una pareja de más tres años, no cualquiera puede compararse.—Delia, ¿cómo puedes ser tan desvergonzada?Ania me miró con rabia, como si quisiera arrancarme la piel. Pero Mónica la detuvo ligeramente y la interrumpió: —Ya tienen casi treinta años, ¿por qué siguen siendo tan fáciles de provocar?Luego, me miró con calma y me preguntó: —¿Es cierto lo que dices?—Si no me crees, pregúntales
—Hum. Asentí pensativa y le hice una pregunta bastante cruel con sonrisa: —¿Y si ella te arrebate tus cosas?Ante eso, Mónica seguía sin entender nada, pero Ania ya se sentía culpable.Cambió de color drásticamente y trató de disimular su nerviosismo. Luego, alzó la voz: —¡Delia! ¿Qué pretendes hacer? ¿Ahora no solo quieres quitarme a Marc, sino también sembrar la discordia entre yo y mamá? Mami, ¡vámonos de aquí!Mientras hablaba, jaló a Mónica, con miedo de que yo le dijera algo más.Mónica no se quiso ir, se puso delante de ella para protegerla, se irguió y en sus ojos había desprecio y desdén.—Mi hija tiene razón, no vas a poder separarnos. Sé que tú te creciste sin padre ni madre. Aunque Carlos y yo nos casamos en segundas nupcias, él quiere tanto a Ania como yo. Ella ha tenido un hogar cálido y armonioso desde pequeña. Al fin y al cabo, tú, siendo una huérfana, debes de envidiar mucho a Ania, ¿verdad?—Sí, es cierto —asentí sin compromiso y con intención le dije. —Mi suegro d
La ira había nublado los sentidos de Mónica, así que sin más abrió el video y ni siquiera le importó que se escucharan sonidos de pasión saliendo del teléfono.Ania había entrado en pánico al ver lo que fue revelado en la tendencia, y ahora al oír esos ruidos, se puso súper nerviosa y su voz ya le temblaba: —Mamá...¡¡Pa!!Mónica le soltó una bofetada tremenda. Ya tenía los ojos enrojecidos e inyectados de furia. Le insultó con palabras muy feas:—¿Mamá? ¿Todavía tienes el descaro de llamarme así? ¡Carlos es tu padrastro, tu padrastro! ¿¡O es que ya tienes la caradura de andar con las piernas bien abiertas para incluso tu padrastro!?Cuánto más la había consentido y mimado, ahora la odiaría aún más con todo su ser.Ser traicionada por la persona más cercana… Esa sensación debía ser un dolor mucho más profundo que cuando Nadia me traicionó a espaldas.A Ania ni siquiera le importó el dolor, se arrodilló de golpe ante Mónica: —Mamá... no fui yo... ¡no es cierto!—Entonces, ¿me estás di
Mónica fue empujada tan repentinamente, cayó al piso de espaldas con boca arriba. Se retorció de dolor y mirando a Ania incrédula: —¿¡Me empujaste!? Ania Romero, desde que eras pequeña, ¡te he dado siempre lo mejor en todos los aspectos! ¿Así es como me tratas ahora?—Si de verdad me hubieras tratado bien, ¡no me tratarías así ahora!Ania la miró con rencor, se agachó y le agarró del pelo, interrogándola con despacio: —Debo esforzarme por cosas que me gusta tener, incluso arrebatárselas a los demás. ¿No fuiste tú quien me enseñó eso? ¿Por qué me regañas ahora que yo hice lo que tú me dijiste? Mamá... ¿acaso no te estoy obedeciendo?—No…Mónica estaba algo aturdida por el impacto, sintiéndose enojada pero también arrepentida:—Yo nunca te enseñé eso... ¡Nunca, jamás! Yo no... no es así... ¡no!Mientras más lo negaba, más fuera de sí se ponía. De pronto se levantó y salió corriendo del lugar con la mirada pérdida, murmurando.Ania la vio irse y de pronto rompió en llanto, luego me miró
Olaia se quedó boquiabierta. —No puede ser…—Así fue…No sabía cómo podría convencer de nuevo al este tipo para que fuera a recoger el certificado de divorcio, y cuánto tiempo tendría que esperar…Olaia percibió que estaba un poco desanimada y me consoló: —No te preocupes, el divorcio, mientras una de las partes insista, sería solo cosa de tiempo. Además, ustedes ya arreglaron todo, solo falta el certificado de divorcio, así que tú puedes considerarlo terminado.Sonreí y charlé con ella un rato, luego cambié el tema:¿Y tú? ¿Izan no ha venido a buscarte?Cuando nos mudamos, fue Izan quien nos ayudó. De hecho, le debía una comida.Seguro que recordaba esta dirección. Incluso si no lo sabía, bastaría con preguntarle a Marc.Ella se desanimó un poco, y me respondió con voz apagada: —No, no se atreve a venir fácilmente a tu casa.¿Por qué?—Le tiene mucho miedo a Marc.Pues… Vale.***Más tarde, no tenía ganas de cocinar, como Olaia no sabía cocina, así que pedimos comida para llevar.
Justo cuando terminé de comer, dejé los cubiertos y le pregunté: —¿Logró convencerte a verlo?—Sí.Me ayudó a recoger las cajitas de comida.—Días antes actuó de una manera muy inmadura, ni entendió lo que le dije. Y ahora hay cosas que no logro explicarme bien por llamadas. Mejor nos vemos otra vez y resolvemos los problemas de una vez.Expresé mi apoyo: —Te respaldo.—¿Me acompañas?—¡Claro!Sonreí y bromeé: —Si no voy, ¿y si te secuestra y te vende?Quedaron de verse en el mismo club privado de antes.Olaia me guio con confianza al entrar, y al llegar a la puerta del privado, le dije: —Entra tú misma, tal vez hay cosas que no se atreven a decir si estoy yo presente. Si necesitas algo, llámame y entro de inmediato.—Está bien.Olaia asintió y entró.Afuera, vi a los meseros ir y venir con bandejas de frutas y platillos. Me sentí fuera de lugar, así que fui caminando con calma hacia el jardín elevado.Era invierno, y las noches eran frías y húmedas.Pero este club había hecho una