Capítulo 155
—¿En serio?

Él aún estaba dudando.

Me puse furiosa:

—¡Sí! ¡Rápido!

Juan se alegró mucho y enseguida se apresuró a desatarme las cuerdas.

Sin embargo, justo en el momento en que recuperé mi libertad, alguien me agarró bruscamente del brazo por detrás y, antes de que pudiera reaccionar, sentí el frío de algo presionando contra mi sien.

Mi experiencia viendo películas policiacas me indicó que se trataba del cañón de un arma.

Me tensé por completo, sin atreverme a moverme, mientras él me levantaba.

—Señor Romero, si sigue peleando con nosotros, ¡tendré que ser duro con su esposa!

Reconocí esa voz gruesa de inmediato.

Para ese momento, la mitad de sus hombres ya habían caído al suelo, dejando claro que el grupo de Marc llevaba la delantera.

Marc se detuvo y sonrió con frialdad:

—Deberías ser lo suficientemente listo como para saber que, si le pasa algo, ninguna persona de ustedes podrá salir de aquí.

El tipo vaciló por un momento, pero luego insistió: —Pero veo que tampoco parece dispuesto
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