Capítulo 0699
José ni siquiera prestó atención a lo que ella había dicho antes, y lo que siguió tampoco fue claro para él.

Alcanzó a oír vagamente un murmullo.

Sujeto su mano, que no dejaba de moverse, y al hablar de nuevo, su voz ya sonaba ronca, teñida de deseo.

— Si pudieras hablar con más calma, no tendría que actuar así.

Ah, ¿y ahora la culpa era de ella?

Olaia, con malicia, mordió suavemente su nuez de Adán.

José apretó con más fuerza la mano que tenía sobre su cintura, y el dolor hizo que ella soltara un gemido.

Con molestia, replicó: — Suéltame.

José la abrazó más fuerte, dejando que su barbilla descansara sobre su hombro.

Parecía suspirar resignado, pero Olaia percibió en su tono una ligera satisfacción.

— Si sigues así, tendré que considerar que me has perdonado y que aún te gusto.

...

Escuchar esa lógica absurda, ella se quedaba sin palabras.

Olaia, maldiciendo en su mente, continuó con su juego y le respondió: — Ahora entiendo, señor José. ¿Te gusta que te persiga, no? No importa lo que
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