Capítulo 0638
—No te preocupes.

Mateo me ayudó a llegar al lugar. Primero coloqué a mi abuela junto a mi abuelo y luego a Felipe.

Una vez que todo estuvo enterrado, me arrodillé frente a la lápida de mi abuela.

El suelo estaba cubierto de piedras sueltas y, tras la lluvia, todo se mezclaba con barro.

En los ojos de Mateo destelló una expresión de profundo dolor.

Aunque llevaba pantalones largos, la tela era fina y no abrigaba nada.

Sin embargo, él se contuvo y no dijo nada. Solo se arrodilló a mi lado y juntos hicimos tres reverencias.

Detrás de nosotros, Olaia y los demás también se inclinaron en señal de respeto.

—Abuela, dentro de un tiempo llevaré a la niña a visitarte. Cuando ella pueda hablar, le enseñaré a llamarte bisabuela.

—Si necesitas algo, no dudes en enviarme un sueño.

—Abuela, seguiré tus consejos y viviré bien. Así que no te preocupes por mí…

—Abuela, aquí me despido de ti.

Tras pronunciar estas palabras, volví a hacer tres reverencias.

Mateo me acompañó en este acto solemne.

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