Capítulo 0640
Yolanda echó un vistazo y, tras abrazar al niño, le dijo a Mateo: —Si Diego sigue así, se puede resfriar. Iré a la habitación de al lado. Si necesitas algo, no dudes en llamarme.

Mateo asintió en silencio.

Yolanda comprendía cómo se sentía en ese momento.

Pero no lograba entender por qué, a pesar de todo lo que habían pasado, la carga seguía siendo tan pesada. El destino era tan caprichoso.

Ahora el niño no nacido también estaba sufriendo.

Esperaba que su sincera oración pudiera lograr que Dios los protegiera.

—Dame eso.

Mientras perseguía a Yolanda, Sebastián se quedó atrás en una esquina.

Intentó tomar un atajo, pero, inesperadamente, se encontró con un atasco que lo retrasó.

Llegó mucho más tarde que ella.

Yolanda se apartó para evitar la mano que él extendía y entró en la habitación.

Colocó a Diego en la cama, se quitó los zapatos y el abrigo, y lo cubrió con la manta.

Se sentó a un lado, observando con atención.

Sebastián le dijo: —Puedes dormir un rato con el niño; si surge algo,
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