Capítulo noventa y nueve: Veinticuatro horas, una eternidad"Narra Apolo Galanis"No sólo la vida de mi hija estaba en peligro, sino también la de mi esposa. Sofía estaba en su quinto mes de gestación y un aborto espontáneo en un embarazo tan avanzado ponía en riesgo su vida.Yo estaba que arañaba las paredes, ya no me quedaban nudillos sanos y dentro de poco se me romperían los dientes de apretarlos tanto.Ver a mis padres aparecer en la sala de espera me produjo una extraña sensación en el pech0. En otras circunstancias los habría sometido a un interrogatorio de por qué venían juntos y tomados de la mano, pero mi cabeza ya estaba saturada con el estado de Sofía y mi hija. —¿Cómo pasó esto, Apolo? —preguntó mi padre después de informarse los dos del estado de mi mujer—. ¿Quién en el mundo es tan estúpido como para meterse con alguien de la familia Galanis?—No lo sé, todavía lo estoy investigando —respondí tratando de contener toda mi rabia. Puede que hubiera recuperado mi calma hab
Capítulo cien: El autor del secuestro "Narra Sofía Galanis"Abrí los ojos con extrema lentitud, intuyendo que la luz me haría daño si los abría de golpe. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? 'Mi bebé'Miré la habitación decorada de blanco y adiviné que me encontraba en una cama de hospital. Mi primer instinto fue llevarme las manos al vientre.Suspiré aliviada al acariciarme el bulto. Mi niña todavía estaba ahí, creciendo dentro de mí.Miré en derredor y me encontré sola. ¿Por cuánto tiempo había estado inconsciente? ¿Y dónde estaba Apolo?Tenía el leve recuerdo de que él me había salvado y había llegado hasta mí, pero ahora mismo no sabía si había pasado de verdad o de si lo había soñado.'Eres tan afortunada, Sofia', me aplaudió una voz en mi interior mientras yo dejaba ver una burlona sonrisa al mismo tiempo que cerraba los ojos.Entonces sentí aquella noche infernal tan lejana, tan irreal… como un sueño. Un sueño en el que el único protagonista era mi marido, el hombre que ahora en
Capítulo ciento uno: Yo no confío en ti "Narra Sofía Galanis"—Sé lo que estás pensando —me abordó mi marido en el momento en que solté aquella conjetura—. Y puede que tengas razón, al menos en una parte.—¿Y en qué me equivoco según tú? —pregunté con los dientes apretados. Ya veía venir mi enfado por la cañería.—Crees que esto ha sido obra de Natalia, lo del reportaje y tal vez lo del secuestro. —Y tú evidentemente crees otra cosa —bufé sin terminar de creérmelo, pero tampoco podía decir que me sorprendía.—Natalia no es de ese tipo de mujeres, Sofía, no sé rebajaría a ese nivel.—Porque tú lo dices —no quise mirarlo. De repente no lo quería ni cerca de mí—. No lo puedo creer. No puedo creer que a estas alturas estés defendiendo a tus fulanas delante de mí.—Sofia…—¡Sofía un infierno! —me alteré en el acto, furiosa con él, con su forma de ser—. A los secuestradores le mandaron hacerme abortar. ¡Trataron de matar a nuestra hija! A tu séquito de mujeres son las primeras que les ben
Capítulo ciento dos: Una visita esclarecedora "Narra Sofía Galanis"Un poco más tarde, casi entrada en la noche, vino a hacerme la visita Sabrina Caruso, la esposa del amigo de mi marido.—No tienes buen aspecto —me dijo después de saludarme—. Parece como si no hubieras parado de llorar. Apolo no llora, pero está de un humor de perros y todo aquel que puede se mantiene apartado de él.—¿Dónde está?—Con mi marido, trabajando. A la señora Cassia se le ocurrió decir que elustedes fue un error y Apolo le gritó por primera vez en su vida. Ezio trató de defenderla y él estuvo a punto de pegarle a su propio padre. Así que, si tú no eres feliz, Sofía, trata de recordar que no eres la única. ¡Normalmente no tenemos combates de boxeo cuando nos reunimos!—No es mi culpa que esto no haya funcionado.—¿Puedo sentarme, o ahora soy del enemigo?Me ruboricé.—Por supuesto que te puedes sentar. ¿Quieres tomar algo?—No, gracias. Solo dame cinco minutos de tu tiempo. Apolo no sabe que estoy aquí y,
Capítulo ciento tres: Zorra Asesina"Narra Sofía Galanis"La limusina me llevó hasta el restaurante.Alguien del personal me condujo a un salón tan elegante y fríamente decorado como el resto del lugar. —Sofia...Me volví y vi que mi marido estaba en la puerta con un enorme ramo de flores, observándome. El corazón se me aceleró.—Solo tengo que decirte unas cuantas cosas —añadió él al tiempo que me entregaba las flores.—Entonces es mejor que me espere la limusina.Él me condujo entonces a una habitación más reservada, a pesar de que en el restaurante no había más ningún cliente. Tal parecía que Apolo lo había reservado completo.—Lo primero que quiero que sepas es que he renunciado a los hoteles de los Gyros. No voy a hacer trato alguno con ellos, sea cuál sea el costo.Su declaración me dejó pasmada y sin nada coherente en la mente que decir.—Pero… —tartamudeé completamente confundida—. ¡Tú querías esos hoteles! ¡Viniste a Grecia solo por ellos!—Te equivocas, querida esposa —repli
Capítulo ciento cuatro: Lo único a mi favor "Narra Sofía Galanis"Me le tiré encima a la zorra, la agarré por su pelo rubio oxigenado y tiré de él. Varios trataron de detenerme y solo mi marido pudo separarme de ella. Pude ver en mis manos que me llevaba hebras de cabello entre los dedos mientras la loca gritaba histérica.—¡Sofía, cálmate! —Apolo me tomó de las mejillas mientras me acariciaba los mechones de pelo que me caían sobre la cara—. Por favor, tienes que calmarte. Puedes hacerle daño a la bebé—¡Quiso matarla! —exclamé y las lágrimas comenzaron a salir de un momento a otro—. ¡A nuestra hija!—Lo sé —me abrazó mientras yo lloraba a mares. Simplemente no podía controlar el llanto—. Lo sé. Ya no podrá tocarte jamás, lo prometo. Lo siento de verdad, Ciro, pero tuve que entregarle la evidencia a la policía. No podía dejar ese crimen impune… aunque me odies.—No te odio, hijo —alcancé a escuchar al señor Paladios en medio de mis sollozos. Yo me sentía como cansada, como que no er
Capítulo ciento cinco: Pequeña diosa griega y visita no grata"Narra Apolo Galanis"Tomé una manta de una de las habitaciones y dirigí a mi esposa hacia el jardín donde se encuentra una hamaca. Nos acostamos, miramos las estrellas y nos contamos momentos al azar importantes de nuestra vida.—¿Alguna vez imaginaste casarte y tener una familia con la mujer que creías que te había drogado para que te acostaras con ella? —me preguntó y la verdad es que no.Nunca me imaginé que ese día me encontraría con esta hermosa mujer y que más tarde esa mujer se convertiría en mi principal motivo para vivir. Porque sí necesito a Sofía. Sin sus locuras y sus comentarios sarcásticos mi día es frío y amargado como yo. Antes vivía conforme con eso, pero ahora que descubrí su mundo lleno de color, no quiero más el sombrío en el que vivía. Quiero que su luz siempre aleje mi oscuridad. Desde que ella llegó todo cambió. Yo era arrogante, petulante, incluso conflictivo y ella fue cambiando sin darse cuenta to
Capítulo ciento seis: Dolor por partida doble "Narra Sofía Galanis"No podía creer que después de cinco meses fuera capaz de pararse delante de mí. No sabía qué quería, pero tampoco me interesaba. No tenía nada de qué hablar con él. —¿Qué haces aquí? —decidí preguntarle para salir de esto lo más rápido posible.—Vine a verte, Sofía. Hace mucho que no nos veíamos y no me gustó cómo quedaron las cosas entre nosotros —dice con una voz melosa y no le creo una palabra.—¿Y has esperado cinco meses para decidir eso y venir a verme, cuando vivimos en la misma ciudad? —pregunté con un evidente tono sarcástico en la voz. Tal vez el desdén en mis palabras servían para ocultar el dolor que me causaba comprobar una vez más que nadie de mi familia valía la pena.—Yo… te echo de menos —mis defensas se quebraron con esa simple frase. Cerré los ojos mientras me regañaba por lo tonta que era al dejar que él llegara hasta mí y consiguiera afectarme—. Y te necesito, hija. Estoy metido en un lío finan