Capítulo ochenta y dos: Ladrón de mujeres ajenas“Narra Sofia Galanis”De inmediato me aparté de mi jefe, buscando algo qué decir que no fuera el típico: «no es lo que parece». Yo misma estaba aún tan sorprendida por la escenita que apenas podía entender lo que pasaba.—Vamos a portarnos como adultos sensatos… —traté de conciliar.Apolo sacudió la cabeza, sin dejar de mirar al otro hombre.Era increíble. Incluso en otras circunstancias me hubiera echado a reír. Mi marido tenía que entrar precisamente en ese momento, confirmando de primera mano todas sus sospechas. —Si sales un momento, podemos hablar...—¿Hablar? —repitió Apolo—. No, no lo creo. Pero sí sería buena idea que tú salieras del despacho.—¿Señor Haynes? —suspiré con frustración—. ¿Puede salir de mi despacho, por favor?—No. No voy a dejarte sola con él.—¿Estás insinuando que yo le haría daño a mi esposa? —le espetó Apolo, furioso—. Eres tú quien le hace daño tratando de coquetear con ella en la oficina.Tuve que avanzar
Capítulo ochenta y tres: No tomes decisiones por mí"Narra Apolo Galanis"—¿Me estás amenazando? —inquirió iel imbécil de Haynes nsultado, algo que sonó como un bufido.—Sí —no tuve razón para negarlo, mi mejor carta de intimidación era ser directo.—¿Cómo te atreves…?—Y si me sigues mosqueando acabaré con tu galería de pacotilla también —aseguré al interrumpirle.Entonces, Sofia cerró la puerta dejándonos a los tres a solas otra vez y se volvió para mirarnos a los dos.—Cállense de una vez. Yo no soy propiedad de nadie y me puedo defender sola —nos espetó, antes de volverse hacia su jefe—. ¿Te importa salir un momento para que pueda hablar con el padre de mi hijo?Mientras Brenton Haynes salía del despacho, yo parpadeé, sorprendido. Que reconociera oficialmente a nuestro hijo frente a alguien que no fuera de la familia me hizo sentir algo... algo que no había sentido desde que ella había accedido a casarse conmigo.Y, por primera vez, no quise dejar de pensar en los sentimientos qu
Capítulo ochenta y cuatro: Una renuncia y un te quiero“Narra Sofia Galanis”El portazo me reverberó en el corazón. Incluso en el silencio de la oficina, sólo con el tic tac del reloj de la pared haciéndome compañía, el ruido de la pelea de Apolo con mi jefe, de nuestra propia pelea después, parecía haber quedado en el aire.¿Cómo podía haber salido todo tan mal? Había sido una noche maravillosa y un amanecer mucho peor…Se me encogió el corazón al pensar en la esperanza que había tenido hasta unos minutos antes. Había creído que porque Apolo reafirmara su amor por mí todo lo demás se colocaría mágicamente en su sitio.Qué ingenua de mí.Sin embargo, habíamos tardado mucho tiempo en llegar a ese momento triste y confuso en nuestra relación. Y yo era tonta por pensar que tantos meses de problemas y desacuerdos podrían ser resueltos en unos días.¡Dios mío! Pero cómo dolía amar a un hombre tan inmutable como Apolo Galanis.De un tirón me dejé caer en el sofá, exhausta a más no poder. Es
Capítulo ochenta y cinco: El primero, el último y el único para mí “Narra Apolo Galanis”Ni siquiera tuve que voltear a mirar hacia la puerta, simplemente supe que Sofia había entrado en la sala. Sentí su presencia, olí su aroma… estaba tan inundado de ella que la presentía hasta en lo más profundo de mis huesos.Incluso de espaldas, experimenté aquella sensación que me decía que ella estaba cerca. No había perdido la concentración, pero estaba contando los minutos hasta que pudiese parar para comer.El reloj marcaba exactamente la una cuando la reunión se suspendió temporalmente para el receso. Y yo me tomé un momento para hablar con mis abogados antes de dirigirme hacia ella.¿Querría retomar la discusión que habíamos dejado a medias en su despacho? Sí, reconocía haber perdido los nervios con Brenton Haynes, pero no estaba seguro de que hubiera podido hacer las cosas de otra manera. En mi opinión, sólo estaba protegiendo a mí mujer y a mi hijo.Me detuve al llegar a su lado, pensan
Capítulo ochenta y seis: No hay vuelta atrás"Narra Sofía Galanis"Mi marido me había dado la cita perfecta. Había reservado el mejor restaurante de la ciudad de Londres solo para nosotros. Una orquesta de violines había tocado para mí mientras degustábamos los platillos más deliciosos que yo jamás había probado y luego de repetir un mágico postre a base de chocolate, me invitó a bailar allí mismo, donde nadie y al mismo tiempo el mundo entero nos podía ver. Después habíamos caminado un poco por la ciudad y nos habíamos sentado frente al gran Reloj de Londres, simplemente a contemplar las estrellas tomados de las manos. Parecía algo tonto, pero para mí había sido la noche más especial que había tenido en toda mi vida. Y al pensar en el carácter, la personalidad y las costumbres de mi marido, aquello tuvo más valor todavía para mí.—Duerme conmigo.Parecía más una orden que una petición y por alguna razón, a mí me pareció bien. Más que bien. No quería pensar por qué estaba allí de pie
Capítulo ochenta y siete: Termina lo que has empezado"Narra Sofía Galanis"«No hay vuelta atrás»Me quedé con esa frase en la cabeza por unos segundos.Pero después, volví a rozar los labios con los suyos a modo de respuesta.—Completamente segura. Te deseo, Apolo. No me hagas esperar más.Apolo volvió a bajar la boca a la mía con un beso firme que hablaba de un deseo creciente. Nuestras lenguas se mezclaron, el calor ardía entre nuestros cuerpos como un fuego descontrolado. Apolo me desabrochó el sujetador, que cayó al suelo a mis pies. Separó la boca de la mía y me deslizó las braguitas por los muslos. Yo salí de ellas y las aparté a un lado con el pie antes de acercarme otra vez al cuerpo de mi esposo.Él me acarició un seno con la mano y me deslizó el pulgar por el duro pez0n, provocándome escalofríos por todo el cuerpo. Posó la boca en mi seno y me lamió el pezón, mordisqueándolo suavemente mientras me acariciaba con los labios el oscuro círculo de la areola. Yo sentí una punz
Capítulo ochenta y ocho: Una Princesa Griega “Narra Sofia Galanis”Una semana después, el personal de la casa estaba vaciando completamente la habitación más grande de la mansión después de la de Apolo. Ninguno de los dos podía ver la hora de comenzar a decorar la habitación del bebé. Y así lo hicimos, por varios días ambos estábamos como si fuéramos una pareja de recién casados en nuestra luna de miel. Incluso la vieja bruja de su madre, que estaba de vuelta en la casa, había escogido algunas cosas para decorar el cuarto.Para mí, el embarazo pasó en medio de una mezcla vertiginosa de pura dicha, esperanza y momentos inevitables de temor. Apolo, por su parte, estaba pendiente todo el tiempo de mi bienestar. Había asumido el rol de inflexible cuidador, nunca se alejaba demasiado mientras yo estaba despierta, y me recitaba estadísticas tranquilizadoras cuando cualquier preocupación acerca de las posibles complicaciones de un embarazo amenazaba con apoderarse de mí.Entre lo compromet
Capítulo ochenta y nueve: Noche de pasión en Grecia"Narra Sofía Galanis"El helicóptero empezó a descender sobre Edem, la playa más cercana del centro de la ciudad de Atenas, ubicada en Paleo Faliro. Yo le seguía teniendo miedo a las alturas, pero mi marido no había soltado mis manos en ningún momento y eso de alguna forma me hizo sentir segura.Cuando aterrizó sobre el helipuerto del yate de mi marido, me quedé impresionada del tamaño del barco.Cuando traté de salir del helicóptero con el incómodo vestido de fiesta que traía puesto, mi marido me tomó en brazos y me sacó de dentro de la cabina.Un hombre mayor con uniforme de capitán nos dio la bienvenida con una amplia sonrisa. Apolo me presentó después de dejarme en el suelo. El interior del yate era tan lujoso como cabía esperar y me condujo hasta el salón principal.Me explicó que el barco estaba pensado para ofrecer todas las comodidades de una casa y así él podía vivir y trabajar en él por largos períodos de tiempo.—Mañana te