Capítulo setenta y nueve: Con las defensas bajas”Narra Apolo Galanis”Me encontraba en mi cama con mi mujer por primera vez en tres semanas. Estaba despierto. Pero no habría podido dormir aunque no tuviese que despertar a Sofia cada dos horas.Esperando que sonara el teléfono para saber algo de mi madre.Traté de distraerme entrando en el ordenador de Sofia para acceder a mis cuentas de banco y en los valores de la bolsa. Quería buscar el mejor fideicomiso para mi hijo. Y sí, pasé mucho tiempo tratando de imaginar cómo iba a convencerla de que dejase su trabajo y se tomara las cosas con calma. ¿Era malo por mi parte querer cuidar de ella, especialmente en una noche como ésa, cuando había quedado tan claro lo frágil que era la vida?Los toldos de la terraza se movían con la brisa. Y, sin duda, yo mismo necesitaba un poco de aire después del ejercicio que habíamos hecho en la escalera y luego en la cama.De vuelta en la habitación, enredé un mechón de su pelo en mi dedo, con cuidado pa
Capítulo ochenta: El dolor del rechazo“Narra Sofia Galanis”Sabiendo que Apolo había rechazado mi consuelo como tantas otras veces, un poco decepcionada decidí volver a la vieja costumbre de perderme en el sexo. Caer en un patrón antiguo era mucho más fácil que crear uno nuevo, me dije internaente. Sin embargo, la historia de su infancia con su madre seguía conmoviéndome.Y el silencio de la casa me recordaba lo sola que me había sentido esos últimos meses.—Has perdido la carrera a la cocina. Se supone que deberías darme de comer —murmuré, levantando las manos para tocar sus definidos pectorales, formados a base de horas en el agua y en el campo de golf.—Sí, es verdad —asintió él.Mirando sus ojos oscurecidos, le pasé un dedo por la cinturilla de los calzoncillos. Y su ronco gemido de placer me animó a continuar bajándolos poco a poco...—No sabes cuánto me gustas.—Seguramente tanto como tú a mí. Deshaciéndose de los calzoncillos a toda prisa, Apolo me quitó la sábana de un tirón
Capítulo ochenta y uno:“Narra Apolo Galanis”«¿Por el bebé?»La pregunta de Sofia parecía quemarme por dentro.El instinto me decía que debía cortar la conversación, como hacía siempre, pero si quería solucionar las cosas con Sofia, no podía cometer los mismos errores que había cometido en el pasado.—Me has prohibido decírtelo —hablé por fin.Sofia se detuvo frente a la cuna, tocando los barrotes de madera que se levantarían para nuestro hijo.—Porque me cuesta creerte, Apolo y no soportaría que me mintieras en esto.—Lo sé… Sé que mi forma de ser y sobre todo mis palabras, desde que nos casamos te han dado motivos para no confiar en mí.Ella tomó una de las bolsas y sacó un vestidito rosa, rozando con el dedo las margaritas bordadas en el cuello.—Pero no estoy mintiendo ahora, Sofia. Te amo, eres la mujer de mi vida.Luego sacó una muñeca de rizos rubios y ojos azules con la etiqueta puesta.—La he comprado sin saber el sexo… —vacilé cuando la señaló—. No sé por qué intuyo que ser
Capítulo ochenta y dos: Ladrón de mujeres ajenas“Narra Sofia Galanis”De inmediato me aparté de mi jefe, buscando algo qué decir que no fuera el típico: «no es lo que parece». Yo misma estaba aún tan sorprendida por la escenita que apenas podía entender lo que pasaba.—Vamos a portarnos como adultos sensatos… —traté de conciliar.Apolo sacudió la cabeza, sin dejar de mirar al otro hombre.Era increíble. Incluso en otras circunstancias me hubiera echado a reír. Mi marido tenía que entrar precisamente en ese momento, confirmando de primera mano todas sus sospechas. —Si sales un momento, podemos hablar...—¿Hablar? —repitió Apolo—. No, no lo creo. Pero sí sería buena idea que tú salieras del despacho.—¿Señor Haynes? —suspiré con frustración—. ¿Puede salir de mi despacho, por favor?—No. No voy a dejarte sola con él.—¿Estás insinuando que yo le haría daño a mi esposa? —le espetó Apolo, furioso—. Eres tú quien le hace daño tratando de coquetear con ella en la oficina.Tuve que avanzar
Capítulo ochenta y tres: No tomes decisiones por mí"Narra Apolo Galanis"—¿Me estás amenazando? —inquirió iel imbécil de Haynes nsultado, algo que sonó como un bufido.—Sí —no tuve razón para negarlo, mi mejor carta de intimidación era ser directo.—¿Cómo te atreves…?—Y si me sigues mosqueando acabaré con tu galería de pacotilla también —aseguré al interrumpirle.Entonces, Sofia cerró la puerta dejándonos a los tres a solas otra vez y se volvió para mirarnos a los dos.—Cállense de una vez. Yo no soy propiedad de nadie y me puedo defender sola —nos espetó, antes de volverse hacia su jefe—. ¿Te importa salir un momento para que pueda hablar con el padre de mi hijo?Mientras Brenton Haynes salía del despacho, yo parpadeé, sorprendido. Que reconociera oficialmente a nuestro hijo frente a alguien que no fuera de la familia me hizo sentir algo... algo que no había sentido desde que ella había accedido a casarse conmigo.Y, por primera vez, no quise dejar de pensar en los sentimientos qu
Capítulo ochenta y cuatro: Una renuncia y un te quiero“Narra Sofia Galanis”El portazo me reverberó en el corazón. Incluso en el silencio de la oficina, sólo con el tic tac del reloj de la pared haciéndome compañía, el ruido de la pelea de Apolo con mi jefe, de nuestra propia pelea después, parecía haber quedado en el aire.¿Cómo podía haber salido todo tan mal? Había sido una noche maravillosa y un amanecer mucho peor…Se me encogió el corazón al pensar en la esperanza que había tenido hasta unos minutos antes. Había creído que porque Apolo reafirmara su amor por mí todo lo demás se colocaría mágicamente en su sitio.Qué ingenua de mí.Sin embargo, habíamos tardado mucho tiempo en llegar a ese momento triste y confuso en nuestra relación. Y yo era tonta por pensar que tantos meses de problemas y desacuerdos podrían ser resueltos en unos días.¡Dios mío! Pero cómo dolía amar a un hombre tan inmutable como Apolo Galanis.De un tirón me dejé caer en el sofá, exhausta a más no poder. Es
Capítulo ochenta y cinco: El primero, el último y el único para mí “Narra Apolo Galanis”Ni siquiera tuve que voltear a mirar hacia la puerta, simplemente supe que Sofia había entrado en la sala. Sentí su presencia, olí su aroma… estaba tan inundado de ella que la presentía hasta en lo más profundo de mis huesos.Incluso de espaldas, experimenté aquella sensación que me decía que ella estaba cerca. No había perdido la concentración, pero estaba contando los minutos hasta que pudiese parar para comer.El reloj marcaba exactamente la una cuando la reunión se suspendió temporalmente para el receso. Y yo me tomé un momento para hablar con mis abogados antes de dirigirme hacia ella.¿Querría retomar la discusión que habíamos dejado a medias en su despacho? Sí, reconocía haber perdido los nervios con Brenton Haynes, pero no estaba seguro de que hubiera podido hacer las cosas de otra manera. En mi opinión, sólo estaba protegiendo a mí mujer y a mi hijo.Me detuve al llegar a su lado, pensan
Capítulo ochenta y seis: No hay vuelta atrás"Narra Sofía Galanis"Mi marido me había dado la cita perfecta. Había reservado el mejor restaurante de la ciudad de Londres solo para nosotros. Una orquesta de violines había tocado para mí mientras degustábamos los platillos más deliciosos que yo jamás había probado y luego de repetir un mágico postre a base de chocolate, me invitó a bailar allí mismo, donde nadie y al mismo tiempo el mundo entero nos podía ver. Después habíamos caminado un poco por la ciudad y nos habíamos sentado frente al gran Reloj de Londres, simplemente a contemplar las estrellas tomados de las manos. Parecía algo tonto, pero para mí había sido la noche más especial que había tenido en toda mi vida. Y al pensar en el carácter, la personalidad y las costumbres de mi marido, aquello tuvo más valor todavía para mí.—Duerme conmigo.Parecía más una orden que una petición y por alguna razón, a mí me pareció bien. Más que bien. No quería pensar por qué estaba allí de pie