Capítulo setenta y seis: Atacado por todos lados“Narra Apolo Galanis”Paseaba por la sala de espera como un auténtico loco, aún sin saber si Sofia y el niño estaban bien.Maldita fuera, ¿por qué me había distraído mientras iba conduciendo? Sí, había logrado evitar al otro vehículo... pero por muy poco. El conductor borracho había chocado contra un poste de teléfono y luego salió del coche sin un solo rasguño. Sofia, sin embargo, había quedado inconsciente.El presente se parecía demasiado al pasado. De nuevo estaba en Urgencias, esperando que me dijeran que mi mujer y mi hijo estaban bien. Y, como había ocurrido cuatro semanas antes, iba conduciendo como un loco hasta el hospital. Tenía suerte de no haberla matado entonces. ¿Pero ahora?Seguía sin saber nada porque el médico me había echado de la consulta y en el pasillo frente a la sala de espera podía oír los ruidos de Urgencias: una señora mayor quejándose cada vez que alguna enfermera se acercaba a ella, un adolescente llorando m
Capítulo setenta y siete: Pensé que ibas a morir“Narra Apolo Galanis”El doctor O’ Connor nos había delatado a Sofia y a mí, desvelando el secreto que solo mi familia conocía. Y yo esperando el momento adecuado para contar que iba a tener un hijo. Al menos Sofia no podría echarme la culpa a mí, pensé.—Eso responde a muchas preguntas —sonrió el italiano con media sorna. Ya podía augurar lo que se me venía encima con sus burlas—. Como, por ejemplo, por qué la cuidas con tanta paranoia de repente.—Sí, voy a ser padre —confirmé en medio de un suspiro—. No te lo había contado todavía porque no había encontrado el momento. La última vez que nos vimos fue antes de la boda y bueno…Mi amigo me dio un golpecito en el hombro.—Tranquilo, entiendo. Enhorabuena, compañero.—Me alegro mucho por los dos —añadió Sabrina—. Un niño siempre es motivo de felicidad.Sí, desde luego lo era y por un instante me dio un poco de vergüenza, sabiendo que Fabio y Sabrina llevaban años intentándolo sin tener é
Capítulo setenta y ocho: Hacer el amor por primera vez“Narra Sofia Galanis”Cada una de sus caricias tiraban a un lado las barreras emocionales que yo había intentado levantar para protegerme de él y de lo que me hacía sentir. La primera y única admisión de miedo por parte de Apolo me hacía sentir más débil que el roce aterciopelado de su lengua y, sin pensar, metí la mano bajo su chaqueta para acariciar su torso.Necesitaba aquella conexión, aunque sólo fuera física. Dejando escapar un gemido, le eché los brazos al cuello y nuestras bocas se encontraron con el familiar pero inexplicable frenesí que había empezado a ver como algo inevitable.Él me acariciaba los pechos por encima de la tela del vestido, la rigidez de las puntas fueron como una respuesta, un eco de mi deseo.Pero entonces se detuvo.—¿Te parece bien que lo...?—Estoy bien —dije sin dudar, desabrochando su camisa—. Los dos doctores han dicho que el niño y yo estamos bien. De hecho, es bueno para mí estar despierta.—P
Capítulo setenta y nueve: Con las defensas bajas”Narra Apolo Galanis”Me encontraba en mi cama con mi mujer por primera vez en tres semanas. Estaba despierto. Pero no habría podido dormir aunque no tuviese que despertar a Sofia cada dos horas.Esperando que sonara el teléfono para saber algo de mi madre.Traté de distraerme entrando en el ordenador de Sofia para acceder a mis cuentas de banco y en los valores de la bolsa. Quería buscar el mejor fideicomiso para mi hijo. Y sí, pasé mucho tiempo tratando de imaginar cómo iba a convencerla de que dejase su trabajo y se tomara las cosas con calma. ¿Era malo por mi parte querer cuidar de ella, especialmente en una noche como ésa, cuando había quedado tan claro lo frágil que era la vida?Los toldos de la terraza se movían con la brisa. Y, sin duda, yo mismo necesitaba un poco de aire después del ejercicio que habíamos hecho en la escalera y luego en la cama.De vuelta en la habitación, enredé un mechón de su pelo en mi dedo, con cuidado pa
Capítulo ochenta: El dolor del rechazo“Narra Sofia Galanis”Sabiendo que Apolo había rechazado mi consuelo como tantas otras veces, un poco decepcionada decidí volver a la vieja costumbre de perderme en el sexo. Caer en un patrón antiguo era mucho más fácil que crear uno nuevo, me dije internaente. Sin embargo, la historia de su infancia con su madre seguía conmoviéndome.Y el silencio de la casa me recordaba lo sola que me había sentido esos últimos meses.—Has perdido la carrera a la cocina. Se supone que deberías darme de comer —murmuré, levantando las manos para tocar sus definidos pectorales, formados a base de horas en el agua y en el campo de golf.—Sí, es verdad —asintió él.Mirando sus ojos oscurecidos, le pasé un dedo por la cinturilla de los calzoncillos. Y su ronco gemido de placer me animó a continuar bajándolos poco a poco...—No sabes cuánto me gustas.—Seguramente tanto como tú a mí. Deshaciéndose de los calzoncillos a toda prisa, Apolo me quitó la sábana de un tirón
Capítulo ochenta y uno:“Narra Apolo Galanis”«¿Por el bebé?»La pregunta de Sofia parecía quemarme por dentro.El instinto me decía que debía cortar la conversación, como hacía siempre, pero si quería solucionar las cosas con Sofia, no podía cometer los mismos errores que había cometido en el pasado.—Me has prohibido decírtelo —hablé por fin.Sofia se detuvo frente a la cuna, tocando los barrotes de madera que se levantarían para nuestro hijo.—Porque me cuesta creerte, Apolo y no soportaría que me mintieras en esto.—Lo sé… Sé que mi forma de ser y sobre todo mis palabras, desde que nos casamos te han dado motivos para no confiar en mí.Ella tomó una de las bolsas y sacó un vestidito rosa, rozando con el dedo las margaritas bordadas en el cuello.—Pero no estoy mintiendo ahora, Sofia. Te amo, eres la mujer de mi vida.Luego sacó una muñeca de rizos rubios y ojos azules con la etiqueta puesta.—La he comprado sin saber el sexo… —vacilé cuando la señaló—. No sé por qué intuyo que ser
Capítulo ochenta y dos: Ladrón de mujeres ajenas“Narra Sofia Galanis”De inmediato me aparté de mi jefe, buscando algo qué decir que no fuera el típico: «no es lo que parece». Yo misma estaba aún tan sorprendida por la escenita que apenas podía entender lo que pasaba.—Vamos a portarnos como adultos sensatos… —traté de conciliar.Apolo sacudió la cabeza, sin dejar de mirar al otro hombre.Era increíble. Incluso en otras circunstancias me hubiera echado a reír. Mi marido tenía que entrar precisamente en ese momento, confirmando de primera mano todas sus sospechas. —Si sales un momento, podemos hablar...—¿Hablar? —repitió Apolo—. No, no lo creo. Pero sí sería buena idea que tú salieras del despacho.—¿Señor Haynes? —suspiré con frustración—. ¿Puede salir de mi despacho, por favor?—No. No voy a dejarte sola con él.—¿Estás insinuando que yo le haría daño a mi esposa? —le espetó Apolo, furioso—. Eres tú quien le hace daño tratando de coquetear con ella en la oficina.Tuve que avanzar
Capítulo ochenta y tres: No tomes decisiones por mí"Narra Apolo Galanis"—¿Me estás amenazando? —inquirió iel imbécil de Haynes nsultado, algo que sonó como un bufido.—Sí —no tuve razón para negarlo, mi mejor carta de intimidación era ser directo.—¿Cómo te atreves…?—Y si me sigues mosqueando acabaré con tu galería de pacotilla también —aseguré al interrumpirle.Entonces, Sofia cerró la puerta dejándonos a los tres a solas otra vez y se volvió para mirarnos a los dos.—Cállense de una vez. Yo no soy propiedad de nadie y me puedo defender sola —nos espetó, antes de volverse hacia su jefe—. ¿Te importa salir un momento para que pueda hablar con el padre de mi hijo?Mientras Brenton Haynes salía del despacho, yo parpadeé, sorprendido. Que reconociera oficialmente a nuestro hijo frente a alguien que no fuera de la familia me hizo sentir algo... algo que no había sentido desde que ella había accedido a casarse conmigo.Y, por primera vez, no quise dejar de pensar en los sentimientos qu