Capítulo setenta y tres: Un pacto entre esposos “Narra Apolo Galanis” Estuve tirado en una tumbona prácticamente toda la fiesta, charlando con la gente que pasaba a mi lado. Pero, sobre todo, usaba ese sitio para observar a Sofia charlando con los invitados y ayudando a la anfitriona a dar órdenes a los camareros... Y abrir la pista de baile bajo las estrellas. Mientras la veía moverse al ritmo de la música con mi padre, su risa haciéndome sentir escalofríos, la decisión de no tocarla empezó a ser insoportable. Hacía tiempo que no la veía tan feliz. Tenía que ser una nueva etapa del embarazo, pensé. Mi ladino padre iba a poner la mano en su espalda, pero se detuvo, buscando un sitio donde hubiera tela... y yo tuve que contener una carcajada, algo que probablemente nunca me hubiera pasado. Pasó una hora más hasta que vi a Sofia sola por primera vez, sentada en una silla frente a la piscina. Y mi decisión de no tocarla iba a tomarse una tregua, decidí en el momento. Me merecía por
Capítulo setenta y cuatro: Arranque pasional“Narra Apolo Galanis”Quería acostarse conmigo, tener sexo. ¡Me lo había pedido!Había dicho algo sobre un arreglo temporal, pero ya lidiaría con eso más tarde y se encargaría de volverlo permanente. No era tan tonto como para dejar pasar esa oportunidad.Conteniendo el deseo de dar un salto con el puño en alto, busqué la salida más próxima. No pensaba despedirme de nadie ahora que Sofia parecía tan decidida como yo.¿Nos daría tiempo a llegar a casa o tendría que parar el coche en el arcén de nuevo?Cinco interminables minutos más tarde, el aparcacoches llegó con el Mercedes que había elegido para salir aquella noche. Prácticamente le quité las llaves al hombre de la mano.Vi una conveniente carretera secundaria en el camino, pero decidí que quería tomarme mi tiempo con ella en la intimidad de nuestra casa, en nuestra cama, la que nunca debía haber dejado. Casi podía convencerme a sí mismo de que las cosas habían vuelto a la normalidad ent
Capítulo setenta y cinco: Accidente por partida doble “Narra Sofía Galanis” Tuve que sujetarme al salpicadero, tratando de que mi cerebro cambiase de marcha tan rápido como lo hacía mi marido en el coche mientras nos dirigíamos a toda prisa hacia la propiedad de Fabio Caruso, en donde todavía estaba mi suegro. No habíamos tenido que discutir siquiera. Pensar en la madre de Apolo con la que yo aún no había conseguido entenderme muerta tan lejos de casa... Y yo quería estar con la familia. Necesitaba estar allí porque podía imaginar el miedo que tendría mi marido. Mi propio corazón se había roto al perder a mi madre cuando era pequeña. ¿Por qué clase de infierno estaría pasando Apolo en ese momento? Incluso para el señor Ezio tenía que ser bastante difícil de asimilar. Oh, Dios múo, Apolo... sí, tenía que estar a su lado aunque él no me lo pediría nunca. Nunca reconocería que me necesitaba. ¿Qué estaría pensando en aquel momento?, me pregunté. Iba sujetando el volante con una mano a
Capítulo setenta y seis: Atacado por todos lados“Narra Apolo Galanis”Paseaba por la sala de espera como un auténtico loco, aún sin saber si Sofia y el niño estaban bien.Maldita fuera, ¿por qué me había distraído mientras iba conduciendo? Sí, había logrado evitar al otro vehículo... pero por muy poco. El conductor borracho había chocado contra un poste de teléfono y luego salió del coche sin un solo rasguño. Sofia, sin embargo, había quedado inconsciente.El presente se parecía demasiado al pasado. De nuevo estaba en Urgencias, esperando que me dijeran que mi mujer y mi hijo estaban bien. Y, como había ocurrido cuatro semanas antes, iba conduciendo como un loco hasta el hospital. Tenía suerte de no haberla matado entonces. ¿Pero ahora?Seguía sin saber nada porque el médico me había echado de la consulta y en el pasillo frente a la sala de espera podía oír los ruidos de Urgencias: una señora mayor quejándose cada vez que alguna enfermera se acercaba a ella, un adolescente llorando m
Capítulo setenta y siete: Pensé que ibas a morir“Narra Apolo Galanis”El doctor O’ Connor nos había delatado a Sofia y a mí, desvelando el secreto que solo mi familia conocía. Y yo esperando el momento adecuado para contar que iba a tener un hijo. Al menos Sofia no podría echarme la culpa a mí, pensé.—Eso responde a muchas preguntas —sonrió el italiano con media sorna. Ya podía augurar lo que se me venía encima con sus burlas—. Como, por ejemplo, por qué la cuidas con tanta paranoia de repente.—Sí, voy a ser padre —confirmé en medio de un suspiro—. No te lo había contado todavía porque no había encontrado el momento. La última vez que nos vimos fue antes de la boda y bueno…Mi amigo me dio un golpecito en el hombro.—Tranquilo, entiendo. Enhorabuena, compañero.—Me alegro mucho por los dos —añadió Sabrina—. Un niño siempre es motivo de felicidad.Sí, desde luego lo era y por un instante me dio un poco de vergüenza, sabiendo que Fabio y Sabrina llevaban años intentándolo sin tener é
Capítulo setenta y ocho: Hacer el amor por primera vez“Narra Sofia Galanis”Cada una de sus caricias tiraban a un lado las barreras emocionales que yo había intentado levantar para protegerme de él y de lo que me hacía sentir. La primera y única admisión de miedo por parte de Apolo me hacía sentir más débil que el roce aterciopelado de su lengua y, sin pensar, metí la mano bajo su chaqueta para acariciar su torso.Necesitaba aquella conexión, aunque sólo fuera física. Dejando escapar un gemido, le eché los brazos al cuello y nuestras bocas se encontraron con el familiar pero inexplicable frenesí que había empezado a ver como algo inevitable.Él me acariciaba los pechos por encima de la tela del vestido, la rigidez de las puntas fueron como una respuesta, un eco de mi deseo.Pero entonces se detuvo.—¿Te parece bien que lo...?—Estoy bien —dije sin dudar, desabrochando su camisa—. Los dos doctores han dicho que el niño y yo estamos bien. De hecho, es bueno para mí estar despierta.—P
Capítulo setenta y nueve: Con las defensas bajas”Narra Apolo Galanis”Me encontraba en mi cama con mi mujer por primera vez en tres semanas. Estaba despierto. Pero no habría podido dormir aunque no tuviese que despertar a Sofia cada dos horas.Esperando que sonara el teléfono para saber algo de mi madre.Traté de distraerme entrando en el ordenador de Sofia para acceder a mis cuentas de banco y en los valores de la bolsa. Quería buscar el mejor fideicomiso para mi hijo. Y sí, pasé mucho tiempo tratando de imaginar cómo iba a convencerla de que dejase su trabajo y se tomara las cosas con calma. ¿Era malo por mi parte querer cuidar de ella, especialmente en una noche como ésa, cuando había quedado tan claro lo frágil que era la vida?Los toldos de la terraza se movían con la brisa. Y, sin duda, yo mismo necesitaba un poco de aire después del ejercicio que habíamos hecho en la escalera y luego en la cama.De vuelta en la habitación, enredé un mechón de su pelo en mi dedo, con cuidado pa
Capítulo ochenta: El dolor del rechazo“Narra Sofia Galanis”Sabiendo que Apolo había rechazado mi consuelo como tantas otras veces, un poco decepcionada decidí volver a la vieja costumbre de perderme en el sexo. Caer en un patrón antiguo era mucho más fácil que crear uno nuevo, me dije internaente. Sin embargo, la historia de su infancia con su madre seguía conmoviéndome.Y el silencio de la casa me recordaba lo sola que me había sentido esos últimos meses.—Has perdido la carrera a la cocina. Se supone que deberías darme de comer —murmuré, levantando las manos para tocar sus definidos pectorales, formados a base de horas en el agua y en el campo de golf.—Sí, es verdad —asintió él.Mirando sus ojos oscurecidos, le pasé un dedo por la cinturilla de los calzoncillos. Y su ronco gemido de placer me animó a continuar bajándolos poco a poco...—No sabes cuánto me gustas.—Seguramente tanto como tú a mí. Deshaciéndose de los calzoncillos a toda prisa, Apolo me quitó la sábana de un tirón