Capítulo cuarenta y ocho: Pasar el día juntos“Narra Sofia Galanis”—¿Qué haces hoy?—Estudiar —dije decidida, ignorando la fría mirada que me dirigió mi suegra al entrar en el comedor con mi bata corta y el pelo suelto enmarañado. Apolo se apresuró a terminarse el café mientras llenaba su maletín—. Ya voy bastante atrasada. ¿A qué hora crees que volverás?—Tarde —dijo él, una vez su madre nos ahorró de su presencia y se marcho solo Dios sabía a hacer qué—. No debería pedirte que me esperaras levantada, pero si supieras lo adorable que parecías esta mañana entenderías por qué estoy siendo tan egoísta.—Apolo —lo reprendi mientras le dirigía una mirada a la muchacha del servicio. A Apolo, acostumbrado al personal, no le importaba en absoluto quien estuviera en la habitación. No bajó el tono de voz ni censuró sus comentarios, mientras que yo me sentía como si estuviera constantemente en un restaurante, bajando la voz cada vez que aparecía un camarero.—¿Por qué no vienes? —sugirió—. Ven
Capítulo cuarenta y nueve: Siento ponerme enferma"Narra Sofia Galanis"Con un movimiento rápido me colocó la cabeza entre las piernas y le pidió al tal Hugh una bolsa. No había sido el pastelito lo que me había provocado semejante fatiga, sino el helicóptero en sí. Entonces, descubrí a mis veintidós años que no soportaba las alturas en absoluto. A mi humillación se sumó el hecho de que Apolo reaccionó exageradamente. En un segundo se había convertido en el típico padre sobreprotector, frotándome el cuello enérgicamente, cuando yo deseaba que me dejase en paz.—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó él mientras me conducía a través del helipuerto. La relativa seguridad de suelo firme aún no era suficiente, dado que estabamos en la azotea del hotel—. ¿Por qué no me dijiste que te daban miedo las alturas?—Lo acabo de descubrir —dije con una sonrisa forzada—. ¿Hay algún sitio en el que me pueda refrescar antes de llegar a tu oficina?No obstante, Apolo no me hizo caso y dijo que tenía bu
Capítulo cincuenta: No soy la mayoría de las mujeres"Narra Sofía Galanis"—¡Tienes mejor aspecto! —dijo Apolo al verme abrir la puerta del dormitorio. Apagó el interfono y salió de detrás del escritorio para unirse a mí.—Me siento mejor —confirmé, y decía la verdad. Tras una hora tumbada en la oscuridad y tras refrescarme la cara, estaba ansiosa por salir de la cama—. Tanto que creo que voy a tomar tu consejo y a salir a tomar el aire.—Buena idea —dijo Apolo, sacó su cartera y extrajo una tarjeta de crédito—. Me encantaría ir, pero la verdad es que tengo que reunirme con esa gente. Sólo durante un rato. Tú podrías hacer algunas compras mientras yo estoy ocupado. Puedo encontrar a alguien para que vaya contigo.—¿Alguien que vaya conmigo? —pregunté sorprendida.—Mi asistente puede llevarte a las tiendas de Oxford. Las mejores casas de moda están allí, pero como no te conocen puede que sea complicado que te reciban sin una cita previa. Maritza puede encargarse de todo eso. Te los pre
Capítulo cincuenta y uno: El regalo perfecto para Apolo"Narra Sofía Galanis"Pagué las compras, me cargué de infinidad de bolsas y decidí dejar la culpabilidad a un lado. Hacía siglos que no me gastaba dinero en ropa, siglos sin ocuparme de mí misma. En cualquier caso ya no tenía que preocuparme por el dinero.Me fijé en una fila de corbatas y pasé la mano por ellas. La seda era tan dura que las corbatas casi ni se movieron, pero una en particular me llamó la atención, un color azul zafiro que hacía juego con los ojos de Apolo. En su simplicidad radicaba su belleza, y decidí comprarla, culpándome más tarde por no haberme fijado en el precio. La dependienta la envolvió en infinidad de papel para luego meterla en una bolsa plateada, usando casi medio bosque. Tanto papel tendría que significar que era cara.Lo era.La mirada de asombro que despertó entre el personal del hotel al llegar a recepción me hizo sonreír. Sin duda esperaban que la mujer del magnífico kýrios Galanis apareciese s
Capítulo cincuenta y dos: La quiero lejos de mí“Narra Sofia Galanis”La palabra que me daba vueltas en la cabeza enseguida escapó a los labios de Apolo, y me llevó un segundo darme cuenta de que él no estaba confirmando mis peores pesadillas, sino que Creta había entrado en la habitación.—¿Qué haces aquí? —preguntó él irritado mientras se ponía en pie—. ¿No sabes llamar?—¿Desde cuándo tengo que llamar? —preguntó Creta. Luego se fijó en el mantel de picnic y sonrió con burla. Con una sola mirada feroz consiguió deshacer todo lo que yo había creado—. ¿Estoy interrumpiendo una velada íntima? ¿O es que el personal de cocina se ha puesto en huelga? —sin esperar una respuesta encendió las luces y le entregó a Apolo una tarjeta para que la firmara—. Necesito que firmes esto, cariño. Voy a enviarle al árabe una cesta con manjares griegos. Tal vez debería encargar dos y mandar una aquí arriba. No sabía que la gente bebiese esa porquería.Sin una palabra, Apolo firmó la tarjeta.—Acaba de ll
Capítulo cincuenta y tres: Más adictivo que cualquier droga“Narra Sofia Galanis”Si hubiera tenido un pijama enterizo me lo hubiera puesto. De hecho, sin duda me habría vestido para dormir abotonada hasta el cuello con un camisón victoriano. A juzgar por la indignación de Apolo, si hubiera tenido un par de pijamas los habrían llevado puestos.Sin embargo, tuvimos que tumbarnos cada uno en el lado contrario de la cama. Yo estaba casi al borde del colchón en un esfuerzo por no tocarlo, concentrada en ser la primera que se quedara dormida.Perdí el juego.Por mucho que quisiera creer que estaba fingiendo, Apolo parecía haber entrado en el más profundo de los sueños, con cada ronquido enfureciéndome un poco más. Quería golpearlo en las costillas, preguntar cómo era posible que se hubiese quedado dormido cuando había tantas preguntas por contestar, tantas cosas sin decir.Sentí su mano deslizándose sobre la cama para tocarme. Sin embargo, no quería que me tocara, no quería dejarme llevar
Capítulo cincuenta y cuatro: Dos extraños viviendo en una misma casa.“Narra Sofia Galanis” Volví a la cama y me quedé tumbada con los ojos abiertos, mirando en la oscuridad. Jamás me había sentido tan sola, jamás me había sentido tan asustada y jamás lo había necesitado tanto.Llevé una mano a través de la almohada para encontrar las mejillas de Apolo y hacer que me mirara.—Siento lo de antes, Apolo. Claro que te deseo, siempre lo he hecho.AúnÉl todavía no me miraba, sino que tenía la cara rígida, mirando al techo, así que yo hice lo único que podía hacer, mostrarle lo mucho que lo deseaba.Me acerqué a él y lo besé, deseando que su boca respondiera, pero no lo hizo. Apolo seguía rígido bajo mi cuerpo. Yo intuía que tal vez le había hecho daño, que lo había rechazado, y de pronto parecía que tenía que poner todo en orden, restituir la cercanía con el único lenguaje con el que Apolo quería hablar. Sí, era mi marido. Sí, habíamos hecho el amor una y otra vez, pero nunca había sido y
Capítulo cincuenta y cinco: Intento de reconciliación“Narra Sofia Galanis”No me daría por vencida, decidí. Haría las pases con mi marido.—¿Señora? —el mayordomo me recibió cuando llegué a la casa—. El señor Galanis ha llamado por teléfono mientras usted estaba fuera. Estará aquí por la noche. Y la señora Cassia ha dejado dicho que no vendrá a dormir esta noche.—Gracias, Robert —seguí mi camino, pero entonces… decidí darme la vuelta y regresé sobre mis pasos—. Robert, quiero darle la noche libre al personal.—¿Perdone, señora?—Como lo ha oído —no retrocedí en mi idea, ni siquiera la ver la cara estupefacta del anciano—. Quiero la casa sola sin personal de servicio.—Pero, señora…—Los guardias de seguridad se quedarán para cuidar la casa. Imité a mi marido, arqueando las cejas como tantas veces le había visto y al parecer dio resultado, porque el hombre asintió y se marchó con la cabeza baja.Me pasé el día encerrada el estudio, dibujando pinturas abstractas, puesto que no me sal