Capítulo cuarenta y cinco: Quiero todo lo que me puedas dar“Narra Sofia Galanis”¿Apolo había enviado a la serpiente lejos de aquí? Me quedé de piedra y con la boca abierta de par en par.—¿Qué? —Apolo me abordó con las cejas arqueadas, al ver que yo no respondía nada—. He hecho lo que querías. ¿No estás satisfecha?Sacudí la cabeza casi al instante. Desde el primer momento en que había conocido a Creta Paladios la había querido bien lejor, o mejor dicho, fuera de mi vida para siempre. Sin embargo, la víbora seguía siendo amiga, practicamente parte, de la familia Galanis. El mismo Ezio Galanis le había pedido a mi marido que la acogiéramos en esta casa. Podía apostar que mucha gente se quedaría decsontenta al saber que Apolo la había echado de aquí. Y si ella estaba muy ardida, podía incluso inventar cualquier patraña para hacerse ver como la perjudicada de la situación.—No —contesté por fin—. Pero, ¿no te preocupa que Creta diga o haga algo en contra tuya?—¿Qué podría hacer? —mi e
Capítulo cuarenta y seis: La inesperada visita de la suegra“Narra Sofia Galanis”Los días pasaban y mi marido actuaba como si nada hubiera pasado, como si CReta nunca hubiera estado en esta casa. De hecho, nadie la mencionaba, como si no existiera.—Señora —la chica del servicio entró en el comedor mientras yo tomaba mi desayuno favorito—, el señor Galanis ha mandado a traer ropa de maternidad para usted. ¡Todo un armario, señora!La muchacha tenía los ojos muy abiertos de la sorpresa, o tal vez la exageración. Sin embargo, yo hice todo lo contrario y puse los ojos en blanco. Viniendo de mi imprevisible marido ya nada me sorprendía.Había un indicio de una sonrisa en las comisuras de mis labios, aunque no quería dejarla salir. Apolo estaba siendo demasiado bueno conmigo y yo no podía pedir nada más de él, al menos por ahora. Solo quería ver a mi bebé en la ecografía ya y que estuviera sano y salvo.—¡Señora Cassia! —escuché que gritaban de pronto y cuando alcé la vista, una mujer muy
Capítulo cuarenta y siete: Secretos bien tapados "Nara Sofia Galanis" —Tú, que te fuiste del país cuando yo apenas era un niño para atender tu empresa, ¿me hablas de responsabilidad y sacrificio? —continuó mi marido—. Sofia está embarazada de mi hijo y me casé con ella porque quise, porque, al contrario de ti, yo sí sé cuáles son mis prioridades y mis deberes. Cerré los ojos, porque aquella palabras hirientes dichas a propósito me hirieron incluso a mí. Cuando la señora Cassia abrió la boca, de seguro para defenderse a sí misma, el mayordomo volvió a aparecer en escena con un ligero carraspeo para dar paso al señor Ezio. Mi suegro, pasó olímpicamente por alto de la señora ex esposa (supuse) y se dirigió directamente hacia mi posición. —¿Estás bien, Sofia querida? —el hombre parecía de verdad preocupado y eso me enterneció casi tanto como me perturbo. Yo no pude hacer otra cosa excepto asentir hacia él y cuando alcé la vista hacia mi marido y mi suegra, esta última me comía con l
Capítulo cuarenta y ocho: Pasar el día juntos“Narra Sofia Galanis”—¿Qué haces hoy?—Estudiar —dije decidida, ignorando la fría mirada que me dirigió mi suegra al entrar en el comedor con mi bata corta y el pelo suelto enmarañado. Apolo se apresuró a terminarse el café mientras llenaba su maletín—. Ya voy bastante atrasada. ¿A qué hora crees que volverás?—Tarde —dijo él, una vez su madre nos ahorró de su presencia y se marcho solo Dios sabía a hacer qué—. No debería pedirte que me esperaras levantada, pero si supieras lo adorable que parecías esta mañana entenderías por qué estoy siendo tan egoísta.—Apolo —lo reprendi mientras le dirigía una mirada a la muchacha del servicio. A Apolo, acostumbrado al personal, no le importaba en absoluto quien estuviera en la habitación. No bajó el tono de voz ni censuró sus comentarios, mientras que yo me sentía como si estuviera constantemente en un restaurante, bajando la voz cada vez que aparecía un camarero.—¿Por qué no vienes? —sugirió—. Ven
Capítulo cuarenta y nueve: Siento ponerme enferma"Narra Sofia Galanis"Con un movimiento rápido me colocó la cabeza entre las piernas y le pidió al tal Hugh una bolsa. No había sido el pastelito lo que me había provocado semejante fatiga, sino el helicóptero en sí. Entonces, descubrí a mis veintidós años que no soportaba las alturas en absoluto. A mi humillación se sumó el hecho de que Apolo reaccionó exageradamente. En un segundo se había convertido en el típico padre sobreprotector, frotándome el cuello enérgicamente, cuando yo deseaba que me dejase en paz.—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó él mientras me conducía a través del helipuerto. La relativa seguridad de suelo firme aún no era suficiente, dado que estabamos en la azotea del hotel—. ¿Por qué no me dijiste que te daban miedo las alturas?—Lo acabo de descubrir —dije con una sonrisa forzada—. ¿Hay algún sitio en el que me pueda refrescar antes de llegar a tu oficina?No obstante, Apolo no me hizo caso y dijo que tenía bu
Capítulo cincuenta: No soy la mayoría de las mujeres"Narra Sofía Galanis"—¡Tienes mejor aspecto! —dijo Apolo al verme abrir la puerta del dormitorio. Apagó el interfono y salió de detrás del escritorio para unirse a mí.—Me siento mejor —confirmé, y decía la verdad. Tras una hora tumbada en la oscuridad y tras refrescarme la cara, estaba ansiosa por salir de la cama—. Tanto que creo que voy a tomar tu consejo y a salir a tomar el aire.—Buena idea —dijo Apolo, sacó su cartera y extrajo una tarjeta de crédito—. Me encantaría ir, pero la verdad es que tengo que reunirme con esa gente. Sólo durante un rato. Tú podrías hacer algunas compras mientras yo estoy ocupado. Puedo encontrar a alguien para que vaya contigo.—¿Alguien que vaya conmigo? —pregunté sorprendida.—Mi asistente puede llevarte a las tiendas de Oxford. Las mejores casas de moda están allí, pero como no te conocen puede que sea complicado que te reciban sin una cita previa. Maritza puede encargarse de todo eso. Te los pre
Capítulo cincuenta y uno: El regalo perfecto para Apolo"Narra Sofía Galanis"Pagué las compras, me cargué de infinidad de bolsas y decidí dejar la culpabilidad a un lado. Hacía siglos que no me gastaba dinero en ropa, siglos sin ocuparme de mí misma. En cualquier caso ya no tenía que preocuparme por el dinero.Me fijé en una fila de corbatas y pasé la mano por ellas. La seda era tan dura que las corbatas casi ni se movieron, pero una en particular me llamó la atención, un color azul zafiro que hacía juego con los ojos de Apolo. En su simplicidad radicaba su belleza, y decidí comprarla, culpándome más tarde por no haberme fijado en el precio. La dependienta la envolvió en infinidad de papel para luego meterla en una bolsa plateada, usando casi medio bosque. Tanto papel tendría que significar que era cara.Lo era.La mirada de asombro que despertó entre el personal del hotel al llegar a recepción me hizo sonreír. Sin duda esperaban que la mujer del magnífico kýrios Galanis apareciese s
Capítulo cincuenta y dos: La quiero lejos de mí“Narra Sofia Galanis”La palabra que me daba vueltas en la cabeza enseguida escapó a los labios de Apolo, y me llevó un segundo darme cuenta de que él no estaba confirmando mis peores pesadillas, sino que Creta había entrado en la habitación.—¿Qué haces aquí? —preguntó él irritado mientras se ponía en pie—. ¿No sabes llamar?—¿Desde cuándo tengo que llamar? —preguntó Creta. Luego se fijó en el mantel de picnic y sonrió con burla. Con una sola mirada feroz consiguió deshacer todo lo que yo había creado—. ¿Estoy interrumpiendo una velada íntima? ¿O es que el personal de cocina se ha puesto en huelga? —sin esperar una respuesta encendió las luces y le entregó a Apolo una tarjeta para que la firmara—. Necesito que firmes esto, cariño. Voy a enviarle al árabe una cesta con manjares griegos. Tal vez debería encargar dos y mandar una aquí arriba. No sabía que la gente bebiese esa porquería.Sin una palabra, Apolo firmó la tarjeta.—Acaba de ll