Capítulo veintinueve: El único hombre "Narra Fabio Caruso"No sabía exactamente en qué momento había perdido el control de la situación. Si fue cuando vi a Sabrina bajando la escalera con ese vestido que se ajustaba a su cuerpo como un diamante, destacando sus generosos pechos, la estrecha cintura, las redondeadas caderas. O si fue cuando mis ojos se clavaron en sus labios y me la imaginé dejando esa marca roja por toda mi piel.O si había sido mucho antes. Si se había ido colando entre mis dedos como la arena de un reloj desde el momento que llegamos a la isla. La había llevado allí para convencerla, pero mi esposa había puesto mi mundo de cabeza y empezaba a preguntarme quién estaba controlando la situación.Ella dio un paso adelante, rozándome la piel con sus pech0s y enredando las manos en mi cuello para buscar un beso. Lento, apasionado. Yo quería envolverla entre mis brazos, aplastarla contra mi torso y hacerla mía allí mismo, demostrándole que ella no llevaba el control. Sin e
Capítulo treinta: Mi culpa"Narra Sabrina Spencer"Fabio me besó la parte interior de los muslos antes de incorporarse para tumbarme de espaldas en el sofá y colocarse sobre mí. —Te necesito —gimió entonces, besándome con pasión a la vez que se hundía en mi interior.Yo grité, arqueando la espalda hacia él, empujando mis pech0s contra su torso. Recibía cada embestida, cada beso, cada gemido de placer, con uno mío de igual potencia.Mis músculos internos se cerraron alrededor de su masculinidad en un último orgasmo, provocando el suyo de forma irresistible. No pude hacer más que someterme a él, al placer salvaje que me sacudía hasta dejarme completa y totalmente derrotada.Cuando la neblina de placer se disipó, me di cuenta de dónde estaba. Desnuda, vulnerable en mi totalidad, aprisionada por la hombre que estaba sobre mí, envolviéndome con su cuerpo hasta hacerse parte del mío propio. Mi hombre, mi marido.No tenía muros ni defensas. Y eso estaba bien, no me sentía débil, sino todo l
Capítulo treinta y uno: Demasiado poco, demasiado tarde Encendí la luz y miré el rostro de mi mujer. Sabrina tenía los ojos apagados, la piel pálida como la de un fantasma. Nunca la había visto así y se me ocurrió que tal vez también ella estaba en peligro. —¿Has sangrado mucho? —Creo que sí, no es normal. —¿Cómo te encuentras? Tuve la impresión de que quiso decir algo, pero no llegó a responder. Su cuerpo temblaba como una hoja. Se veía aterrada.—¿Crees que has perdido mucha sangre? —Yo continúe con la ronda de preguntas, al mismo tiempo que me movía de un lado para otro, coordinando lo que debía hacer.—Demasiada para una mujer embarazada. —Tengo que llamar a alguien —murmuré. En ese momento tenía la mente en blanco y no sabía a quién llamar. ¿Por qué no podía pensar? Era famoso por mostrarme frío bajo presión… Sin embargo, de repente me veía abrumado por un absoluto terror. Un helicóptero. Necesitaban un helicóptero. Tratando de salir de mi aturdimiento, tomé el teléfono pa
Capítulo treinta y dos: El mundo sobre mi cabeza "Narra Sabrina Spencer"Me sentía nuy débil y a mi alrededor nada dejaba de dar vueltas. Llevaba un par de horas en el hospital, esperando los resultados de las pruebas. Me habían hecho una ecografía, pero aún no podían decirme nada. Tenía que esperar al médico y también el resultado del análisis de sangre. Fabio no se había sentado desde que habíamos llegado. Quería creer que era debido a su preocupación por mí, pero después de cómo se había distanciado esas últimas noches tenía serias dudas y una abrumadora desolación parecía arrastrarme. En ese momento se abrió la puerta y el médico entró en la habitación. —Señor y señora Caruso, siento mucho verlos en un momento tan doloroso. Un gemido llenó la habitación y poco después me di cuenta de que había salido de mis labios. Si el médico decía que era un momento doloroso era porque no tenía buenas noticias para mí. Ni para mi bebé. —Señora, no pierda la fe —esta vez el doctor se dirig
Capítulo treinta y tres: Mi verdadero anhelo "Narra Sabrina Spencer"Fabio y yo habíamos tenido unos doce días, sin embargo, ahora estábamos de vuelta en la realidad, enfrentándonos a un futuro incierto, a la posibilidad de un dolor que yo no sabría si podría soportar, ni mucho menos superar.No era justo. Por fin había encontrado valor para dejar a Fabio y justo entonces me quedaba embarazada. Y luego, después de esforzarme por establecer una conexión con él, por arreglar mi matrimonio, podría perder a mi hijo. ¿Para qué servía nada de lo que hacía? Me aparté de mi marido y me metí en la cama, dándole la espalda. —¿Te encuentras bien? —No —respondí—. No estoy bien. Esto es un error, todo es un error. —Lo sé. —No como lo sé yo —repliqué, mostrándome petulante e injusta. Porque era mi traicionero cuerpo el que estaba soportando la incertidumbre y el dolor. Porque era a mí a quien le importaba tanto que había tenido que marcharme, porque era yo quien amaba a un hombre que no me
Capítulo treinta y cuatro: No voy a quedarme esperando "Narra Fabio Caruso"Sabrina ya había caído en el sueño hacía horas, sin embargo, yo no podía dormir, de modo que fui a mi despacho a trabajar un rato y cuando me di cuenta de que ya había amanecido me dirigí a la cocina para desayunar. Me quedé sorprendido al ver a Sabrina sentada a la mesa, con una taza de té en la mano. Tenía un aspecto impecable, en su estilo habitual, con un vestido blanco, un collar de perlas de una sola vuelta y el cabello rubio recogido en un moño. La única indicación de que no había dormido eran las bolsas bajo los ojos. —¿Te encuentras bien? —le pregunté, sentándome a su lado. —Sigo embarazada, si eso es lo que quieres saber. —Sí, eso es lo que quería saber —respondí. Pero no era cierto. Quería saber cómo se sentía de verdad, qué podía hacer para ayudarla, quería preguntar si le había hecho daño, pero no podía hacerlo. —Ahora que hemos dejado eso claro, hay algo que debemos discutir. —Me gustaría to
Capítulo treinta y cinco: Vacío por dentro "Narra Fabio Caruso"Durante tres noches, mis sueños estuvieron plagados de pesadillas y eso era cuando conseguía conciliarlo. Veía imágenes de una mujer que se alejaba de mí mientras mis pies estaban clavados en el suelo. Odiaba aquella sensación de impotencia, pero durante el día hacía lo que se esperaba de mí .Seguía esperando experimentar una sensación de alivio. El aire helado me golpeó la piel y no hice nada para protegerme del frío. Al contrario, apoyé las manos en la balaustrada de piedra para mirar la tierra de la que era responsable. Aquella era mi herencia, la que le dejaría a mi hijo… si de verdad tenía un hijo. Por lo general experimentaba una sensación de orgullo cuando miraba Londres, pero esa noche el paisaje helado parecía tan vacío como lo estaba yo. No parecía lleno de promesas ni de un futuro que me importase. Debería enfurecerme que Sabrina hubiese demostrado ser tan falsa como el resto de las mujeres de mi vida por f
Capítulo treinta y seis: Fiesta de lobos y serpientes "Narra Fabio Caruso*Apenas llegamos al salón de fiestas, pude ver a los socios con los que había quedado allí. Ninguna máscara podía ocultar el poder que ciertos hombres parecían exudar por sus poros. La fiesta tenía lugar en la planta baja de un antiguo palacio, con altas columnas y deslumbrantes lámparas de araña. Había una orquesta en el estrado elevado de un extremo, y suficiente oro por doquier como para hacer refulgir al mundo entero. Pero yo no estaba listo. No estaba preparado para entregar a Sabrina a aquella manada de lobos. Y no porque los temiera, sino porque yo era el peor de todos y aún no había acabado con ella. Ojalá aquellas semanas pasadas en la isla, felizmente aislados de todo aquello, hubieran durado mucho más. Llevé, sin embargo, a mi esposa a la pista de baile. La tomé en mis brazos, contemplé aquellos perfectos labios suyos que podía saborear cada vez que quisiera, y me dije a mí mismo que si estaba leve