Capítulo diecisiete: Somos dos extraños "Narra Fabio Caruso"—Mi familia incluso fue portada de las noticias locales —vi a mi mujer sonriendo con tristeza—. Un brote psicótico emocional producto de un arranque pasional que había terminado en tragedia… y conmigo justo al otro lado de la habitación, escuchando todo, pero sin saber exactamente lo que estaba sucediendo. Ni siquiera cuando vi la sangre correr por el suelo de la alfombra.Sentí que se me encogía el estómago. Apenas podía creer lo que acababa de escuchar. No podía imaginarme a la suave y sofisticada criatura que tenía delante siendo testigo de algo como aquello, o de que estuviese vinculada con una situación tan trágica.Sabrina era fuerte. Tenía personalidad y lo había demostrado en más de una ocasión. Cuando se trataba de relacionarse con dignatarios extranjeros, miembros del gobierno o millonarios pertenecientes a nuestro mismo estatus social, se mostraba fría, serena, segura de sí misma. Cuando se trataba de organizar m
Capítulo dieciocho: Una lección para mi marido "Narra Sabrina Spencer"Fruncí el ceño extrañada. Con mi esposo siempre había una trampa.—¿De qué estás hablando? —cuestioné.—El acuerdo prematrimonial es muy rígido, pero yo soy un hombre adinerado y sería poco razonable no ayudarte después de… de todo lo que has tenido que sufrir por mi culpa. Además —añadió Fabio con rapidez—, eres la madre de mi hijo y, por lo tanto, te mereces un estilo de vida apropiado para la madre de un heredero Caruso. ¿No te parece?—Yo no… —la duda surgió en mi cabeza—, no lo sé, no lo había pensado.—Como he dicho, habrá condiciones para ese acuerdo.—¿Qué es lo que quieres?—Ya lo he dicho. Quiero dos semanas —repitió—. Quiero quince días a tu lado de sinceridad. Quiero tu cuerpo, tus secretos. Lo quiero todo, Sabrina. Y, si al final de esos quince días sigues pensando que no me conoces, si crees que no puedes vivir conmigo, entonces te daré el divorcio. Y en unos términos más favorables de los que acorda
Capítulo diecinueve: Consumidos por el deseo"Narra Sabrina Spencer"—Sabrina, por favor —insistió mi marido—No era mi intención exigir que te rebajases de ese modo.Sentí que mis ojos se empañaban, pese a que no dije nada. Sino que, por el contrario, me limité a tirar a la vez del pantalón y del bóxer, desplegando su potente masculinidad.Fabio dejó escapar el aliento entre los dientes al mismo tiempo que yo pasaba la palma de la mano por el duro y rígido miembr0.Estaba tan decidida a mantener el control, tan convencida de que debía mantener la fachada de perfecta reina de hielo que incluso mis fantasías habían estado congeladas.Sujetando su miembro con una mano, me incliné hacia delante para rozar la carne hinchada con la lengua. Él movió las caderas hacia delante, dejando escapar un gemido ronco a la vez que tiraba de mi pelo. Tiraba con fuerza, tanta que me dolió. Sin embargo, no quería que me soltase. No quería que se apartase.Y no lo hizo, de modo que seguí explorándolo con le
Capítulo veinte: Cumpleaños olvidado"Narra Sabrina Spencer"—He reservado una mesa para los dos esta noche, en una de las tabernas —me informó mi marido—. Vendré a buscarte esta noche a las ocho.—Eres muy amable, pero ya he preparado una ensalada de pollo como cena, pues no tengo mucho apetito esta noche —respondí.—¿Temes estar conmigo en público, Sabrina? —mi marido me observó levantando una ceja—. ¿Qué supones que podría hacerte delante de todo el mundo, en una taberna?Yo conocía muy bien esa sonrisa, y sabía que conllevaba problemas, así que me puse a la defensiva.—Hay otras formas de abuso, aparte del físico —comenté—. No deseo pasar la noche recibiendo reclamos.—¿Supones que ese es mi propósito? —preguntó Fabio. Parecía dolido—. Puedo asegurarte que mis motivos son al mismo tiempo más agradables. Pensé que podríamos aprovechar la oportunidad de estar solos para tratar el asunto de dónde vas a vivir cuando regresemos a Londres. Por supuesto... —se encogió de hombros—, si pref
Capítulo veintiuno: Mi esposo es un misterio "Narra Sabrina Spencer"Como si mi marido me hubiera leído el pensamiento, añadió: —¡Adelante, tómalo, Brina!En silencio, acepté la cajita y la abrí. Era un hermoso huevo de porcelana azul de Paros, con un diseño en relieve en el que aparecía un arco y unos símbolos. Yo era una fanática de la historia del arte, así que podía reconocerlos: eran símbolos griegos.—¡Es precioso! —exclamé colocándola en la palma de mi mano. Sentí una tristeza profunda que no quería analizar.—Un huevo simboliza una nueva vida... un nuevo comienzo. Me alegro de que te haya gustado.—Es de los mejores regalos que he recibido en mi vida, Fabio —fui sincera, sintiéndome realmente conmovida—. Gracias.La cena terminó, regresamos a la casa caminando, sintiendo la brisa del mar en la piel y entonces, apenas cruzamos las puertas de la casa, me encontré entre los brazos de mi esposo una vez más. Me alzó para llevarme en brazos y me apretó contra su pech0. —No vas a
Capítulo veintidós: ¿Ha estado aquí todo el tiempo?“Narra Sabrina Spencer”—Aquí tienes —dijo mi marido entregándome un envase sellado, volviéndose para mirarme. Aquella mañana Fabio había preparado un desayuno en el porsche de la cabaña que daba al mar—. Has tenido un antojo de nutella y yo he tenido que buscar debajo de las piedras, pero te lo he prometido.Y yo sí cumplo mis promesas.—¿Piensas repetir eso constantemente? —pregunté quitándole la nutella de las manos—. ¿Quieres que sepa cuánto te he herido con mi traición?—Si eso es lo que hace falta, desde luego.—Te he prometido quince días, Fabio, no veo por qué tienes que repetirlo todo el tiempo —levanté la tapa del tarro y tomé una cucharada bastante generosa. Me la metí en la boca, observando la expresión de mi marido para averiguar lo que estaba pensando. Pero, como siempre, era imposible.—No es mi intención molestarte. Solo soy un hombre que sabe lo que quiere.—Y quieres que yo siga siendo tu mujer, porque te resulta con
Capítulo veintitrés: Tú no eres tu padre "Narra Sabrina Spencer"Aunque le había hecho la pregunta a mí marido, no esperaba que me de verdad me respondiera. Por eso me quedé rígida como una pared de mármol sin saber qué decir o hacer.—Supongo que he perdido el control cuando pensé que iba a perderte —reconoció mi marido—. Podía sentir esto… esto que hay entre los dos. Ahora me doy cuenta de que siempre ha estado ahí —admitió con voz ronca—. Sin embargo, yo nunca había querido… no es lo que esperaba de nuestro matrimonio. No es como si hubiera tenido un buen ejemplo. Después de todo… —se quedó pensativo con la mirada perdida—, soy el hijo de una prostituta y un maltratador.—Pero tú no eres tu padre, Fabio —repuse de inmediato, imaginando la difícil crianza de mi marido—. Ni tienes que seguir sus pasos. Debes crear tu propio camino y no tienes que ser distante o frío, ni mucho menos déspota para cumplir con tu deber.—Claro —sonrió todavía sin voltear a mirarme—, también he pasado po
Capítulo veinticuatro: Mi secuestrador "Narra Fabio Caruso"Bajamos juntos las escaleras y preparé café para los dos. Sí mi mujer se había sorprendido por el hecho de que yo supiera cocinar el desayuno y hacer café, no lo había mostrado.De un momento a otro pensé entonces que había abandonado la empresa dejando a mí loco hermano Luka en mi lugar y sin darle ninguna explicación.No obstante, no quería pensar en ello. Por primera vez en mi vida, quería olvidar el peso de mis responsabilidades y ser libre para disfrutar de los placeres de la vida, al menos por tiempo limitado.Para eso estaba mi hermano menor, para ocupar mi cargo en caso de que yo muriese o enfermase.—¿Y qué planes tienes para este bonito día? —preguntó Sabrina, sentada frente a mí en la cocina.—¿Por qué crees que tengo algún plan?—Porque eres mi secuestrador y has planeado todo esto.—Tu secuestrador —repetí con un tono de voz extraño, escondiendo mi reacción tras la taza de café—. Pensé que ya habíamos superado e