Capítulo diecinueve: Consumidos por el deseo"Narra Sabrina Spencer"—Sabrina, por favor —insistió mi marido—No era mi intención exigir que te rebajases de ese modo.Sentí que mis ojos se empañaban, pese a que no dije nada. Sino que, por el contrario, me limité a tirar a la vez del pantalón y del bóxer, desplegando su potente masculinidad.Fabio dejó escapar el aliento entre los dientes al mismo tiempo que yo pasaba la palma de la mano por el duro y rígido miembr0.Estaba tan decidida a mantener el control, tan convencida de que debía mantener la fachada de perfecta reina de hielo que incluso mis fantasías habían estado congeladas.Sujetando su miembro con una mano, me incliné hacia delante para rozar la carne hinchada con la lengua. Él movió las caderas hacia delante, dejando escapar un gemido ronco a la vez que tiraba de mi pelo. Tiraba con fuerza, tanta que me dolió. Sin embargo, no quería que me soltase. No quería que se apartase.Y no lo hizo, de modo que seguí explorándolo con le
Capítulo veinte: Cumpleaños olvidado"Narra Sabrina Spencer"—He reservado una mesa para los dos esta noche, en una de las tabernas —me informó mi marido—. Vendré a buscarte esta noche a las ocho.—Eres muy amable, pero ya he preparado una ensalada de pollo como cena, pues no tengo mucho apetito esta noche —respondí.—¿Temes estar conmigo en público, Sabrina? —mi marido me observó levantando una ceja—. ¿Qué supones que podría hacerte delante de todo el mundo, en una taberna?Yo conocía muy bien esa sonrisa, y sabía que conllevaba problemas, así que me puse a la defensiva.—Hay otras formas de abuso, aparte del físico —comenté—. No deseo pasar la noche recibiendo reclamos.—¿Supones que ese es mi propósito? —preguntó Fabio. Parecía dolido—. Puedo asegurarte que mis motivos son al mismo tiempo más agradables. Pensé que podríamos aprovechar la oportunidad de estar solos para tratar el asunto de dónde vas a vivir cuando regresemos a Londres. Por supuesto... —se encogió de hombros—, si pref
Capítulo veintiuno: Mi esposo es un misterio "Narra Sabrina Spencer"Como si mi marido me hubiera leído el pensamiento, añadió: —¡Adelante, tómalo, Brina!En silencio, acepté la cajita y la abrí. Era un hermoso huevo de porcelana azul de Paros, con un diseño en relieve en el que aparecía un arco y unos símbolos. Yo era una fanática de la historia del arte, así que podía reconocerlos: eran símbolos griegos.—¡Es precioso! —exclamé colocándola en la palma de mi mano. Sentí una tristeza profunda que no quería analizar.—Un huevo simboliza una nueva vida... un nuevo comienzo. Me alegro de que te haya gustado.—Es de los mejores regalos que he recibido en mi vida, Fabio —fui sincera, sintiéndome realmente conmovida—. Gracias.La cena terminó, regresamos a la casa caminando, sintiendo la brisa del mar en la piel y entonces, apenas cruzamos las puertas de la casa, me encontré entre los brazos de mi esposo una vez más. Me alzó para llevarme en brazos y me apretó contra su pech0. —No vas a
Capítulo veintidós: ¿Ha estado aquí todo el tiempo?“Narra Sabrina Spencer”—Aquí tienes —dijo mi marido entregándome un envase sellado, volviéndose para mirarme. Aquella mañana Fabio había preparado un desayuno en el porsche de la cabaña que daba al mar—. Has tenido un antojo de nutella y yo he tenido que buscar debajo de las piedras, pero te lo he prometido.Y yo sí cumplo mis promesas.—¿Piensas repetir eso constantemente? —pregunté quitándole la nutella de las manos—. ¿Quieres que sepa cuánto te he herido con mi traición?—Si eso es lo que hace falta, desde luego.—Te he prometido quince días, Fabio, no veo por qué tienes que repetirlo todo el tiempo —levanté la tapa del tarro y tomé una cucharada bastante generosa. Me la metí en la boca, observando la expresión de mi marido para averiguar lo que estaba pensando. Pero, como siempre, era imposible.—No es mi intención molestarte. Solo soy un hombre que sabe lo que quiere.—Y quieres que yo siga siendo tu mujer, porque te resulta con
Capítulo veintitrés: Tú no eres tu padre "Narra Sabrina Spencer"Aunque le había hecho la pregunta a mí marido, no esperaba que me de verdad me respondiera. Por eso me quedé rígida como una pared de mármol sin saber qué decir o hacer.—Supongo que he perdido el control cuando pensé que iba a perderte —reconoció mi marido—. Podía sentir esto… esto que hay entre los dos. Ahora me doy cuenta de que siempre ha estado ahí —admitió con voz ronca—. Sin embargo, yo nunca había querido… no es lo que esperaba de nuestro matrimonio. No es como si hubiera tenido un buen ejemplo. Después de todo… —se quedó pensativo con la mirada perdida—, soy el hijo de una prostituta y un maltratador.—Pero tú no eres tu padre, Fabio —repuse de inmediato, imaginando la difícil crianza de mi marido—. Ni tienes que seguir sus pasos. Debes crear tu propio camino y no tienes que ser distante o frío, ni mucho menos déspota para cumplir con tu deber.—Claro —sonrió todavía sin voltear a mirarme—, también he pasado po
Capítulo veinticuatro: Mi secuestrador "Narra Fabio Caruso"Bajamos juntos las escaleras y preparé café para los dos. Sí mi mujer se había sorprendido por el hecho de que yo supiera cocinar el desayuno y hacer café, no lo había mostrado.De un momento a otro pensé entonces que había abandonado la empresa dejando a mí loco hermano Luka en mi lugar y sin darle ninguna explicación.No obstante, no quería pensar en ello. Por primera vez en mi vida, quería olvidar el peso de mis responsabilidades y ser libre para disfrutar de los placeres de la vida, al menos por tiempo limitado.Para eso estaba mi hermano menor, para ocupar mi cargo en caso de que yo muriese o enfermase.—¿Y qué planes tienes para este bonito día? —preguntó Sabrina, sentada frente a mí en la cocina.—¿Por qué crees que tengo algún plan?—Porque eres mi secuestrador y has planeado todo esto.—Tu secuestrador —repetí con un tono de voz extraño, escondiendo mi reacción tras la taza de café—. Pensé que ya habíamos superado e
Capítulo veinticinco: Eres muy valiente"Narra Fabio Caruso"Quien hubiera ido de compras para vestir a mi esposa, se merecía un aumento de sueldo. Eso era en lo único que podía pensar mientras caminaba tras ella por la playa, admirando el bikini azul celeste con cadenitas de plata auténtica que apenas podía ocultar su perfecta figura.Un bikini que jamás se hubiera podido poner en Londres.Sin embargo, no estábamos en Londres, sino en una isla a solas, sin el ojo público o escoltas que nos seguían a todas partes, sin darnos un minuto de privacidad ni siquiera dentro de la mansión. Y yo pensaba aprovecharme de ello al máximo, lo cual, por el momento, significaba admirar a mi mujer en bikini.—Deja de mirarme así —me acusó ella, sin volver la cabeza. —¿Cómo sabes que te estoy mirando? —pregunté riéndome.Era una sensación muy rara. Me sentía ligero, casi feliz. Aún no habíamos solucionado nuestros problemas y quedaban muchos temas en el aire sin siquiera mencionarlos, pero la química
Capítulo veintiséis: Pisando terreno peligroso "Narra Fabio Caruso"Sabrina frunció el ceño, apartándose para seguir caminando por la playa.A mí me costaba trabajo respirar, me quemaba el pech0 y en mi cerebro aparecían recuerdos que por lo general mantenía bien encerrados. Vagos recuerdos de la mujer que me dio la vida, pero qué también casi me la quita al entregarme a mí violento progenitor.Y entonces miré a mi esposa.Estaba pisando terreno peligroso con ella. Aquello no era única y estrictamente sexual. Nunca lo había sido.Maldit@ fuera, tenía que calmarme. Necesitaba tiempo para convencerla de que se quedase a mi lado, pero nunca jamás me permitiría sentir tanto por otra persona como para que su partida pudiese romperme el corazón.Nunca más me vería reducido a suplicar o llorar para retener a una mujer a mi lado.Yo era el hombre que mi padre había moldeado con sus golpes y sus lecciones de vida, no el niño que se agarraba a una mujer que no sentía nada por él, llorando com