Capítulo veinticuatro: Mi secuestrador "Narra Fabio Caruso"Bajamos juntos las escaleras y preparé café para los dos. Sí mi mujer se había sorprendido por el hecho de que yo supiera cocinar el desayuno y hacer café, no lo había mostrado.De un momento a otro pensé entonces que había abandonado la empresa dejando a mí loco hermano Luka en mi lugar y sin darle ninguna explicación.No obstante, no quería pensar en ello. Por primera vez en mi vida, quería olvidar el peso de mis responsabilidades y ser libre para disfrutar de los placeres de la vida, al menos por tiempo limitado.Para eso estaba mi hermano menor, para ocupar mi cargo en caso de que yo muriese o enfermase.—¿Y qué planes tienes para este bonito día? —preguntó Sabrina, sentada frente a mí en la cocina.—¿Por qué crees que tengo algún plan?—Porque eres mi secuestrador y has planeado todo esto.—Tu secuestrador —repetí con un tono de voz extraño, escondiendo mi reacción tras la taza de café—. Pensé que ya habíamos superado e
Capítulo veinticinco: Eres muy valiente"Narra Fabio Caruso"Quien hubiera ido de compras para vestir a mi esposa, se merecía un aumento de sueldo. Eso era en lo único que podía pensar mientras caminaba tras ella por la playa, admirando el bikini azul celeste con cadenitas de plata auténtica que apenas podía ocultar su perfecta figura.Un bikini que jamás se hubiera podido poner en Londres.Sin embargo, no estábamos en Londres, sino en una isla a solas, sin el ojo público o escoltas que nos seguían a todas partes, sin darnos un minuto de privacidad ni siquiera dentro de la mansión. Y yo pensaba aprovecharme de ello al máximo, lo cual, por el momento, significaba admirar a mi mujer en bikini.—Deja de mirarme así —me acusó ella, sin volver la cabeza. —¿Cómo sabes que te estoy mirando? —pregunté riéndome.Era una sensación muy rara. Me sentía ligero, casi feliz. Aún no habíamos solucionado nuestros problemas y quedaban muchos temas en el aire sin siquiera mencionarlos, pero la química
Capítulo veintiséis: Pisando terreno peligroso "Narra Fabio Caruso"Sabrina frunció el ceño, apartándose para seguir caminando por la playa.A mí me costaba trabajo respirar, me quemaba el pech0 y en mi cerebro aparecían recuerdos que por lo general mantenía bien encerrados. Vagos recuerdos de la mujer que me dio la vida, pero qué también casi me la quita al entregarme a mí violento progenitor.Y entonces miré a mi esposa.Estaba pisando terreno peligroso con ella. Aquello no era única y estrictamente sexual. Nunca lo había sido.Maldit@ fuera, tenía que calmarme. Necesitaba tiempo para convencerla de que se quedase a mi lado, pero nunca jamás me permitiría sentir tanto por otra persona como para que su partida pudiese romperme el corazón.Nunca más me vería reducido a suplicar o llorar para retener a una mujer a mi lado.Yo era el hombre que mi padre había moldeado con sus golpes y sus lecciones de vida, no el niño que se agarraba a una mujer que no sentía nada por él, llorando com
Capítulo veintisiete: Voy a confiar en ti "Narra Fabio Caruso"Tenía otra cena romántica preparada para nosotros dos en la terraza. Había anochecido, el cielo estaba cubierto de estrellas y la fresca brisa del mar me acariciaba la piel mientras cerraba los ojos, tomándome un momento para disfrutar de esa belleza.Solo quedaban nueve días. Nueve jodidos días hasta que Sabrina tuviera que decidir si iba o no a dejarme definitivamente. Aunque no sabía si había una decisión que tomar.Sí, mi vida estaría solucionada si se iba después de haber cumplido los términos del acuerdo, pero empezaba a pensar que eso no sería suficiente. Ni siquiera la custodia compartida. Porque entonces ella no estaría conmigo, no estaríamos juntos, y no la tendría cada noche en mi cama. El niño tendría que dividir su tiempo entre dos personas y… ¿y si aparecía otro hombre en la vida se Sabrina? No podría soportarlo. Ni siquiera podía pensar en ello. Me sentía capaz de matar a todo aquel que mirara a mí mujer po
Capítulo veintiocho: La mejor de mis armas"Narra Sabrina Spencer"Mientras Fabio me tomaba en brazos para llevarme al dormitorio se me ocurrió que había cambiado de tema a propósito, que estaba reemplazando la promesa de charlas sinceras con sexo.Pero no iba a dejar que esos pensamientos envenenasen el momento. Había elegido la felicidad, había elegido la confianza y me agarraría a eso como me agarraba a él.—Di que eres mía, Sabrina —no supe si aquello era una demanda, o en cambio una súplica—. Dime qué solo yo te hago temblar de esta forma, que no desearás a otro hombre. Di que me perteneces.—Soy tuya, Fabio —alcancé a decir en medio de un gemido lastimero—. Y tú eres mío. Aquí, ahora... —tuve que parar para morderle los labios mientras mis uñas se aferraban a su carne—, nos pertenecemos.En sus brazos no era difícil sentirme satisfecha y segura en el presente.Y confiar en que todo saldría bien al final.A pesar de mi resolución, me encontré abrumada por una grave inquietud dura
Capítulo veintinueve: El único hombre "Narra Fabio Caruso"No sabía exactamente en qué momento había perdido el control de la situación. Si fue cuando vi a Sabrina bajando la escalera con ese vestido que se ajustaba a su cuerpo como un diamante, destacando sus generosos pechos, la estrecha cintura, las redondeadas caderas. O si fue cuando mis ojos se clavaron en sus labios y me la imaginé dejando esa marca roja por toda mi piel.O si había sido mucho antes. Si se había ido colando entre mis dedos como la arena de un reloj desde el momento que llegamos a la isla. La había llevado allí para convencerla, pero mi esposa había puesto mi mundo de cabeza y empezaba a preguntarme quién estaba controlando la situación.Ella dio un paso adelante, rozándome la piel con sus pech0s y enredando las manos en mi cuello para buscar un beso. Lento, apasionado. Yo quería envolverla entre mis brazos, aplastarla contra mi torso y hacerla mía allí mismo, demostrándole que ella no llevaba el control. Sin e
Capítulo treinta: Mi culpa"Narra Sabrina Spencer"Fabio me besó la parte interior de los muslos antes de incorporarse para tumbarme de espaldas en el sofá y colocarse sobre mí. —Te necesito —gimió entonces, besándome con pasión a la vez que se hundía en mi interior.Yo grité, arqueando la espalda hacia él, empujando mis pech0s contra su torso. Recibía cada embestida, cada beso, cada gemido de placer, con uno mío de igual potencia.Mis músculos internos se cerraron alrededor de su masculinidad en un último orgasmo, provocando el suyo de forma irresistible. No pude hacer más que someterme a él, al placer salvaje que me sacudía hasta dejarme completa y totalmente derrotada.Cuando la neblina de placer se disipó, me di cuenta de dónde estaba. Desnuda, vulnerable en mi totalidad, aprisionada por la hombre que estaba sobre mí, envolviéndome con su cuerpo hasta hacerse parte del mío propio. Mi hombre, mi marido.No tenía muros ni defensas. Y eso estaba bien, no me sentía débil, sino todo l
Capítulo treinta y uno: Demasiado poco, demasiado tarde Encendí la luz y miré el rostro de mi mujer. Sabrina tenía los ojos apagados, la piel pálida como la de un fantasma. Nunca la había visto así y se me ocurrió que tal vez también ella estaba en peligro. —¿Has sangrado mucho? —Creo que sí, no es normal. —¿Cómo te encuentras? Tuve la impresión de que quiso decir algo, pero no llegó a responder. Su cuerpo temblaba como una hoja. Se veía aterrada.—¿Crees que has perdido mucha sangre? —Yo continúe con la ronda de preguntas, al mismo tiempo que me movía de un lado para otro, coordinando lo que debía hacer.—Demasiada para una mujer embarazada. —Tengo que llamar a alguien —murmuré. En ese momento tenía la mente en blanco y no sabía a quién llamar. ¿Por qué no podía pensar? Era famoso por mostrarme frío bajo presión… Sin embargo, de repente me veía abrumado por un absoluto terror. Un helicóptero. Necesitaban un helicóptero. Tratando de salir de mi aturdimiento, tomé el teléfono pa