Capítulo ciento diez: Mensajes de amenaza“Narra Sofia Galanis”Mi suegra continúa hablando sin parar y yo la sigo detrás a paso lento ignorándolo todo. No puedo explicar lo que siento, pero es la sensación más horrible que he experimentado nunca. Entramos a la tienda y la señora Cassia comienza a tomar prendas al azar para tirármelas encima y luego animarme a probármelas. Es cuando estoy en el vestidor que mi móvil suena con una notificación. Medio desnuda, reviso la pantalla y entonces me encuentro con un mensaje que no tiene ni pies ni cabeza, pero me pone los pelos de punta. "Si mi hija no puede ser feliz, tú tampoco lo serás."Puedo reconocer el número y por ello un escalofrío me recorre el cuerpo de pies a cabeza antes de que empiece a temblar.—¿Se puede saber qué haces, Sofía querida? —cuestiona mi suegra desde fuera—. Llevas media hora para probarte un par de vestidos de cóctel nada más.Me coloco la ropa de inmediato y sin probarme nada, salgo del vestidor. —¿Por qué est
Capítulo ciento once: Recoges lo que siembras“Narra Apolo Galanis”Vi que las piernas de mi mujer flaquearon y yo me agaché para sostenerla y hablarle. Sin embargo, ella no reaccionó. Tenía casi la certeza de que se había quedado en shock. —¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó muy bajito—. ¡Tenías que decirme!Del grito y la rabia repentina pasó al llanto desconsolado.—Sofia —la llamo y ella se gira. Entonces, la abrazo y la invito a sentarse junto conmigo sobre la cama—. Sé que te duele todo esto y que para ti es un golpe difícil de superar, pero necesito que te tranquilices. Pérdoname que te lo diga, pero no te voy a engañar: nadie de tu familia se merece un mínimo de consideración. Y tú apenas vienes de dar a luz. Cualquier disgusto podría perjudicarte a ti y a la niña. —Pero…—Dicho esto —no la dejé hablar—, me estoy ocupando de todo. Tu hermana está en el mejor hospital de Londres y con las mejores atenciones. Aunque tu padre no se lo merezca tiene un gran equipo de abo
Capítulo ciento doce: Dos por uno“Narra Apolo Galanis”Subimos las escaleras de la masión para llevar a mi mujer hacia la habitación. Sofía no ha pronunciado ni una sola palabra desde que dejamos el hospital. La obligo a comer y a tomarse el calmante. Ella se muestra reticente ante la idea, pero al final mi voluntad se impone.Noto cómo se pelea contra el sueño, pero el calmante hace efecto y termina dormida.Reviso que mi hija esté dromida y bien tapada. Luego regreso a la cama con mi esposa, le quito los zapatos y la tapo también. Me doy una ducha caliente para quitarme un poco de estrés y lograr dormir aunque sea unas horas, pues presiento que el día de hoy será muy duro.Al terminar me pongo mi ropa de dormir y apago las luces, dejando la lámpara de la mesita de noche encendida para la niña. Al caer en la cama y después de darle un último vistazo a las dos, me quedo dormido.Al despertarme, noto que ya no hay nadie en la habitación. Miro la hora y son las ocho de la mañana. Por l
Capítulo ciento trece (final): ¿Quieres casarte conmigo? "Narra Sofía Galanis" Después de casarme con un hombre como Apolo Galanis, yo siempre había estado encantada de ponerme un par de zapatos nuevos. Y, gracias al evento de aquel día, había tenido la mejor de las excusas para ir de compras. La mansión de los Galanis estaba llena de gente aquel día. Había pétalos de rosa flotando en la piscina, el sol de la tarde creando prismas de color sobre el agua mientras la familia y los amigos disfrutaban de un cóctel. Sonriendo, miré hacia abajo. Llevaba unas sandalias de color crema, de Chanel, que habían despertado más de una mirada ardiente por parte de mi marido. El vestido de seda color marfil envolvía mis nuevas curvas, acariciando mis rodillas con cada paso. Aquellos meses con Apolo no habían sido siempre fáciles, pero el tiempo que pasamos conociéndonos de nuevo había sido la mejor inversión que ninguno de los dos había hecho nunca. Sin duda, Apolo siempre sería un hombre adusto
Epílogo: Mi mejor regalo“Narra Sofia Galanis”—Ezzia y Adonis se están volviendo muy consentidos —murmuró mi marido.Mientras caminábamos dados de la mano, con el sol de la tarde iluminando todo a mi alrededor, inyectando una luz especial al campo de golf, me sentí agradecida por llevar gafas de sol.—No creo que se pueda malcriar a los niños de seis meses —dije yo con una sonrisa—. A tus padres les encanta tenerlos por aquí.—Ojalá no hubiera jugado tan mal —suspiró mi marido—. Mi padre se rió de mí cuando lo dije, pero lo voy a machacar en el golf. Mejoraré mi juego aunque sea lo último que haga.Yo ni siquiera me molesté en corregirlo, y sonreí al imaginar a mi suegro y a mi marido en el campo de golf. —¿Sabes? Teniendo en cuenta tu historial familiar no pensé que tus padres pudieran ser felices de nuevo. Quiero decir realmente felices. Sin embargo, al verlos juntos y con los niños.—Son felices —dijo Apolo suavemente —. Tu llegada a mi familia ha sido un regalo en todos los aspe
¡Cásate Conmigo! De Secretaria a Esposa del Italiano Sinopsis: Él necesitaba una esposa y ella quería tener un hijo… Así fue como Sabrina pasó de ser la secretaria de Fabio Caruso a la esposa del italiano. —Dos semanas, Sabrina —resopló Fabio, mi jefe, desesperado—. La boda debería ser en solo quince días y ahora todo el mundo sabe que mi futura esposa me ha sido infiel con mi hermano menor. ¡Soy el cornudo de Londres! Y si no me caso, no solo pierdo la herencia de mi abuelo, sino que tampoco podré aspirar al puesto en el Parlamento del Gobierno. Aquí acaba mi carrera política. —¿Qué vas a hacer? —le pregunté. —Me gustas, quiero que lo sepas. No sé cómo no lo he visto antes. —¿Ver qué? —cuestioné con la ansiedad en su punto máximo. —Sabrina… ¡Cásate conmigo!
Capítulo uno: ¡Cásate conmigo!“Narra Sabrina Spencer” Por tres largos años, me había convertido en la secretaria perfecta. Sin embargo, mi mundo dio un giro radical cuando la prometida de mi jefe le había engañado… precisamente con el mujeriego descarado de su hermano.—Dos semanas, Sabrina —resopló Fabio, mi jefe, desesperado—. La boda debería tener lugar en solo quince días y ahora todo el mundo sabe que mi futura esposa me ha sido infiel con mi hermano menor. ¡Soy el cornudo de Londres! Y si no me caso, no solo pierdo la herencia de mi abuelo, sino que tampoco podré aspirar a mi puesto en el Parlamento del Gobierno.Su hermano y su novia... Aquello era inconcebible.Tenía un vaso de whisky en la mano, el pelo oscuro despeinado, como si se hubiera pasado las manos por él una y otra vez y su habitual serenidad la había perdido por completo.Me había acostumbrado al hombre taciturno que entraba en la oficina cada mañana ladrando órdenes y trabajaba sin parar durante todo el día.Aqu
Capítulo dos: Esposa abandonada“Narra Sabrina Spencer” Apenas escuché una palabra de la ceremonia de mi matrimonio. Nada de todo aquello me parecía real. Era como un sueño hasta que el italiano deslizó en mi dedo la pesada alianza de oro, como si fuera un ancla. —Puede besar a la novia —declaró de repente el sacerdote con severa indiferencia. Pero a mí no me importó lo que pudiera pensar ese clérigo al que seguramente no vuelva a ver más. Porque el italiano me estaba atrayendo hacia sí, inclinando la cabeza… Y me vi asaltada por el pánico. ¿Realmente quería él hacer eso aquí, delante de todo el mundo, viendo cómo me excitaba y lo avergüenzaba…? Me estremecí solo de pensarlo. Y noté que la cruel boca de Fabio se curvaba ligeramente, como si se estuviera riendo de mí. —Sé fuerte, Sabrina —me ordenó—. Solo tendrás que esperar un poco más antes de que abandonemos esta casa y estés enteramente en mis manos. —Ese no es precisamente un pensamiento muy relajante —murmuré a modo de respu