Capítulo dos: Esposa abandonada“Narra Sabrina Spencer” Apenas escuché una palabra de la ceremonia de mi matrimonio. Nada de todo aquello me parecía real. Era como un sueño hasta que el italiano deslizó en mi dedo la pesada alianza de oro, como si fuera un ancla. —Puede besar a la novia —declaró de repente el sacerdote con severa indiferencia. Pero a mí no me importó lo que pudiera pensar ese clérigo al que seguramente no vuelva a ver más. Porque el italiano me estaba atrayendo hacia sí, inclinando la cabeza… Y me vi asaltada por el pánico. ¿Realmente quería él hacer eso aquí, delante de todo el mundo, viendo cómo me excitaba y lo avergüenzaba…? Me estremecí solo de pensarlo. Y noté que la cruel boca de Fabio se curvaba ligeramente, como si se estuviera riendo de mí. —Sé fuerte, Sabrina —me ordenó—. Solo tendrás que esperar un poco más antes de que abandonemos esta casa y estés enteramente en mis manos. —Ese no es precisamente un pensamiento muy relajante —murmuré a modo de respu
Capítulo tres: Quiero el divorcio “Narra Sabrina Spencer”Un año después:Busqué a mi marido por toda la mansión, pero no lo encontré. Con cada habitación que habría y no lo veía, la ansiedad me aturdía casi tanto como el silencio. Me había dejado sola... en vísperas del Día de San Valentín.¿Qué otra evidencia necesitaba hallar para convencerme de que este matrimonio estaba muerto?Ausencia, indiferencia, distancia... y ahora también resultaba que me dejaba completamente sola en un día festivo, en un día que, se suponía, era para pasar en pareja.Me encerré en el despacho y sin dudar, fui por una botella de whisky, buscando desahogar mis emociones. Sentía dolor y humillación, pero nada se comparaba con extrema decepción hacia Fabio.Engullí el primer trago y la garganta me ardió, pero eso no evitó que bebiera un segundo, un tercero... Dejé de contar cuando comencé a sentirme cada vez más aturdida.El corazón me confirmaba una y otra vez mi decisión de divorciarme. Hacia tres años ha
Capítulo cuatro: ¡Tenemos un acuerdo!"Narra Sabrina Spencer"Me sentía como si estuviera hablando debajo del agua. Me imaginaba que era el alcohol lo que hacía que me sintiera tan aturdida. Desde el momento en que entré en el despacho con los papeles en la mano, todo me parecía un poco irreal.Después de una hora todavía con la esperanza de que mi marido apareciese, dejé de esperarlo.Y, cuando por fin él apareció, casi a medianoche, llevaba una mancha de labial rojo pasión en el cuello de la camisa.En ese momento agradecí haber bebido tanto, puesto que sin la ayuda del alcohol, el impacto de ese golpe podría haber sido fatal, pese a que estaba en el despacho de mi marido pidiendo el divorcio.Sabía que mi matrimonio estaba roto de forma irrevocable. Fabio ya había obtenido lo que quería de este matrimonio mientras que yo… no había podido cumplir mi deseo.La farsa había terminado y ya no tenía sentido seguir.Sin embargo, no me había esperado aquello, la prueba de que mi helado, re
Capítulo cinco: ¿Has estado con otra mujer?"Narra Sabrina Spencer"—Es evidente que ver tu cuerpo desnudo no me excita nada —soltó mi marido con desprecio y descaro al mismo tiempo que tiraba hacia abajo del vestido, dejando mis pech0s demasiado corpulentos a la intemperie, cubiertos solo por un sujetador de encaje casi transparente—. Es insoportable para mí.Se inclinó hacia delante para besarme el cuello con la boca abierta, el contacto fue tan sorprendente, tan diferente a todo lo que había habido entre nosotros hasta entonces, que yo no pude controlar un grito de sorpresa y también de placer.—¿Con quién más has hecho esto esta noche, Fabio? —le pregunté entonces, tratando de empujarlo—. ¿Con la mujer del labial rojo? ¿Acaso voy a beneficiarme de lo que ella te ha enseñado? Fabio no dijo nada. Simplemente se limitó a mirarme con esos ojos negros, tan oscuros y tan brillantes a la vez. Abrumada de dolor y rabia, tiré del nudo de su corbata hasta que conseguí quitársela. Luego a
Capítulo seis: Te odio"Narra Sabrina Spencer"—No he tocado a ninguna otra mujer, Brina, lo prometo. Ella me hizo proposiciones… me susurró al oído y yo le dije que no.Me besó antes de hundirse en mi cuerpo y, cuando yo dejé escapar un gemido, aprovechó para besarme con pasión a la vez que empujaba las caderas hacia delante, apartándose con ligereza antes de enterrarse del todo en mi interior.Un gemido ronco escapó de sus labios y el placer fue como una descarga eléctrica por todo mi cuerpo. Envolví las piernas en su cintura, animándolo, urgiéndolo a ir más deprisa. No tenía paciencia. No quería hacer un esfuerzo para controlarme. No había nada más que él, nada más que aquello. Nada más que un año de rabia y frustración quedando al descubierto a medida que nos librábamos de las inhibiciones.Noté las sacudidas del cuerpo de Fabio, el placer robándole el control... y me gustó. Me sentí orgullosa, pero no era suficiente. Quería darle placer, desde luego. Quería que pensara en aquello
Capítulo siete: Si quiere el divorcio se lo daré"Narra Fabio Caruso"Bebía de mi tercera copa en la mañana cuando irrumpieron en el despacho de mi casa y me lanzaron el periódico encima de la mesa.—¿Dónde está tu mujer, Fabio?Era Apolo, mi único y mejor amigo. Los cristales del vaso que Sabrina había roto ya hacía un mes seguían en el suelo y también la mancha oscura en el papel pintado de la pared, porque no había querido que nadie entrase en esa habitación.Aquello era un fiel recordatorio de lo que había ocurrido la noche en que Sabrina se marchó. Me lo decía casi tan alto como mi maldita conciencia.'No siento nada', repetí en mi cabeza.Mentira. Por supuesto que era mentira, por más que me empeñara en creer lo contrario. Ella me había desnudado, me había dejado reducido a una masa de deseo que no podía controlar y después... me había dejado. No hablamos sobre lo que sucedió, mi esposa simplemente decidió marcharse a escondidas mientras yo todavía dormía.Otra mujer que se ale
Capítulo ocho: El destino es cruel "Narra Sabrina Spencer"No había vuelto a ver a Fabio desde hacía cuatro semanas. Cuatro semanas mirando la pared con los ojos secos. No había llorado desde que derramé esa solitaria lágrima en su despacho, desde que le dije cuánto lo odiaba y lo decía en serio, con todo mi corazón. No había llorado.'¿Por qué vas a llorar por un marido al que odias?', me cuestionaba constantemente.'¿Por qué llorar por un marido que no siente nada por ti?'.No tenía sentido, de modo que no había llorado. Al parecer, yo era una persona sensata incluso cuando se trataba del divorcio.Sin embargo, era un poco menos sensata cuando se trataba de otras cosas. Como por ejemplo, mi salud. Primero fue la falta de apetito, luego los olores raros de los platillos que había comido toda la vida y por último un pequeño mareo que me había dado hace tres días.Me negaba a ir al médico, mucho menos a un ginecólogo. No podía ser lo que estaba pensando, simplemente me negaba a creerl
Capítulo nueve: No te librarás de mí "Narra Sabrina Spencer"Cuando abrí los ojos muy lentamente, allí estaba mi marido, como un ángel caído, vibrando de ira.«¡Maldit0 doctor de pacotilla!», maldije para mis adentros con todas mis fuerzas.—Déjanos solos, O' Connor —ordenó mi marido al inepto.—Por supuesto, Fabio —el ginecólogo salió a toda prisa de la consulta con una media sonrisa dibujada en el rostro. Al parecer, la confidencialidad entre médico y paciente no existía cuando se trataba del gran y poderoso Fabio Caruso.Quien pronto sería mi ex marido me miraba como si fuese la más baja y vil de las criaturas. Como si él tuviera algún derecho. Como si pudiera juzgarme después de lo que había dicho..., después de lo que había hecho.—¿Qué ocurre, Fabio? —le pregunté por fin, conteniendo los temblores, tratando de mostrar una calma que no sentía.Esa era mi especialidad. Después de tantos años ocultando mis sentimientos bajo una máscara, era tan fácil para mí como respirar.—Parece