Carlos Alejandro presionó con fuerza su puño, ¡ahora resulta que era su culpa!, que fue él quien lo dejó en aquel viaje sin darle ninguna explicación y todo por encontrarse con su prometido, olvidándose de lo que acababa de pasar entre ellos. Vaya que era una cínica.—No me puedes dejar con la palabra en la boca —inquirió caminando detrás de ella, pero a Briana parecía no importarle, seguía caminando sin detenerse.— ¿Por qué no puedo? —respondió alzando la voz. — ¿Por qué es el ‘patrón’ y se cree el dueño del mundo? —bufó.—En efecto porque soy su jefe y de lo que estamos hablando es de mis hijos.—No de lo que yo estoy hablando es del hombre despiadado que es usted, le bastaron unos minutos para llegar y acabar con la paz que había en sus hijos, eso no tiene nombre, es un desalmado —gruñó—, nunca los había visto tan tristes, ¿le hace feliz?, sí claro que disfruta —expresó pensando que era lo que buscaba verla a ella sufriendo por que parecía haber olvidado la noche que pasaron junto
—Esa decisión la tomaré yo —respondió elevando su cabeza con altivez—, yo no creo que el señor Arango desee deshacerse de mí, los niños me adoran, ¿acaso no te has dado cuenta? —ladeó los labios y sonrió.Torció los labios al escucharla y la fulminó con la mirada.—Eres una insolente. Voy a ser la señora de esta casa, seré quien se haga cargo de los… mellizos, estoy más que segura que no te vamos a necesitar, más vale que empieces a hacer tus maletas y te largues. Briana esbozó una gran sonrisa, no la intimidaba.— ¿Acaso vas a dejar de trabajar para cuidar de los niños? —indagó disfrutando de ver que su rostro se desencajada, sabía que no le interesaban y no iba a dejarlos a su merced—. Te has olvidado de una cosa, muy pequeñita: ¿Crees que los niños te van a aceptar?Presionó con fuerza sus puños de tan solo recordar todas las maldades que le habían hecho, eran tantas que ya había perdido la cuenta.—Voy a buscar una mujer capacitada para que los eduque y los controle, porque me qu
Tanto Briana como su amiga Tania, llegaron a uno de sus restaurantes favoritos, hacía tanto que no salían juntas que ambas tenían mucho que contar, especialmente Bri a la que le habían roto el corazón, además de que nunca le dieron una explicación, imaginó que el señor Arango lo único que había buscado era acostarse con ella y la haber obtenido lo que deseaba, había perdido todo interés. Durante muchas noches, se lamentó haber caído ante sus encantos. Los hombres como él tenían fama de mujeriegos. ¿Qué podía perder siendo viudo?— ¿Quién de las dos empieza a ponerse al día? —indagó Tania, bebiendo de la malteada de fresa que había solicitado.Un largo suspiro cargado de nostalgia invadió a Bri, tomó la malteada de chocolate que le habían entregado y comenzó a jugar con el popote de su bebida.—Será mejor que empieces tú —indicó aquella chica de piel caucásica, agitando sus espesas pestañas, se dio cuenta que algo grande le había pasado a su amiga, pues no era de las que parecieran af
—No tienes nada que temer —Carlos Alejandro pronunció con voz firme—, responderé, me haré cargo de nuestro hijo.— ¿Lo prometes? —indagó con voz fragmentada Rosa Lilia—, vengo de una familia conservadora, y no tengo cara para verlos, ni enfrentarlos.—Te doy mi palabra —expresó sabiendo que para él no había nada más importante que eso…, su palabra.¡Dios! como pudo, Briana se sostuvo de la bufetera en el recibidor, su pecho subía y bajaba ante la fuerte tensión por la que estaba pasando, era más de lo que esperaba. Su corazón dolía más de lo que imaginó, prácticamente se lo estaba arrancando de un solo golpe.Estaba tan mal, que un fuerte temblor se apoderó de todo su ser, no pudo evitar girar con torpeza, tirando una colección de exclusivos jarrones, eran valiosísimos, lo sabía. Se reprochó mentalmente el haber sido tan torpe, ¿Y ahora qué haría?Ante tan estruendoso ruido, Carlos Alejandro se asomó con prontitud.— ¿Todo en orden? —se asomó, su mirada se abrió de par en par al ver e
Lo buscó con la mirada, y resopló al darse cuenta que no se encontraba, sus manos temblaban al tener entre sus dedos la prueba de embarazo. Se acercó hacia su escritorio, pensando en dejarla sobre este; sin embargo, algo llamó su atención, un par de fotografías, que de inmediato identificó, se trataba de ella.Sin dudarlo un segundo las tomó entre sus manos. Su respiración se agitó al darse cuenta de lo que se trataba.— ¡No puede ser! —exclamó sintiendo como su pecho ardía, desvió su mirada hacia el cajón del escritorio en dónde había más de ellas, las sacó y comenzó a revisarlas una por una. ¡Era terrible lo que veía!, conforme pasaban, subían de tono. — ¿Quién me hizo esto? —se preguntó al no identificar al hombre con el que supuestamente estaba. Las presionó con fuerza, arrugándolas entre sus dedos.Un fuerte mareo llegó junto con él un par de flashes, su llegada a la residencia de Martina, su recorrido por el interior, hasta que se dio cuenta que alguien la había sedado. Tuvo que
Completamente ofuscado tomó un juego de llaves y salió de ahí, se dirigió a grandes zancadas hacia un corredor que lo llevaba a una habitación que llevaba cerrada, el mismo tiempo desde que Daniela había fallecido. Con nerviosismo ingresó la llave por el picaporte y abrió.Su mirada estaba completamente cubierta de lágrimas que amenazaban por desbordarse, tuvo que parpadear varias veces, para permitir que corrieran por sus mejillas. Fue entonces cuando pudo apreciar aquel pequeño espacio, en el que Daniela había designado que se construyera una capilla, le encantaba comenzar el día ahí.Su mirada se enfocó en el vitral que estaba frente a él, se trataba de la virgen, sosteniendo en brazos a su pequeño hijo recién nacido.¡Dios! Aquella imagen hizo que su pecho entrara en agonía, pues sabía perfectamente que aquella noche que pasaron juntos, no se había cuidado, la amaba tanto que sabía que respondería y no la dejaría sola, pero su desaparición y aquellas fotos, lo hicieron dudar. Ca
—Tienes que denunciar lo sucedido, no puedes permitir que este hecho quede impune, eres una víctima de un infeliz malnacido, es necesario que pague.Briana se quedó pensativa, estaba confundida.— ¿Y si éste niño que espero no es de…—Tranquila, por favor. A su debido tiempo solicitaremos pruebas de paternidad, para comprobarlo, entonces decidirás que hacer. Un paso a la vez. —Limpió las lágrimas de Briana con un pañuelo desechable.—No te aflijas más —solicitó—, ya cargas con muchos conflictos como para martirizarte de esa forma.Se recostó sobre el sillón, dejándose mimar por Tania, quien deslizaba sus manos sobre las sedosas hebras de Briana.—No comprendo porque el señor Arango no te confrontó para aclarar la situación —resopló.—Porque carga con muchos prejuicios —explicó—, uno de ellos era la diferencia de edad, no imaginas cuánto le costó decirme lo que sentía, pues se imaginaba un anciano. —No pudo evitar dibujar una pequeña sonrisa—, además que haberse quedado solo a cargo de
Horas más tarde, siendo de madrugada, Carlos Alejandro, regresó a su casa agotado, además que debido a las circunstancias, Rosa Lilia iba a quedarse con ellos, pues le habían indicado reposo absoluto, se necesitaba estar al pendiente de ella y el bebé que esperaba.—Voy a solicitarle a Eleonor que arregle la habitación en la que se quedan mis padres, en la planta baja. —La ayudó a tomar asiento. — ¿No dormirás a mi lado? —cuestionó con los labios entreabiertos.—No —contestó sin dudarlo ni un segundo, había hecho una promesa a sus hijos y no pensaba traicionarlos, ni causarles un dolor mayor.—Pero, ¿por qué no? —indagó sin comprender—, he sido tu mujer, sería lo más normal. Vamos a casarnos, además, así podrías estar pendiente de nosotros. —Tocó su vientre.—No para mis hijos —expresó en tono seco—. Esta noche le pediré a Eleonor que esté pendiente, su habitación está cerca, yo requiero descansar porque me hago cargo de mis hijos y tengo que trabajar. —La tomó entre sus brazos y la