Horas más tarde, siendo de madrugada, Carlos Alejandro, regresó a su casa agotado, además que debido a las circunstancias, Rosa Lilia iba a quedarse con ellos, pues le habían indicado reposo absoluto, se necesitaba estar al pendiente de ella y el bebé que esperaba.—Voy a solicitarle a Eleonor que arregle la habitación en la que se quedan mis padres, en la planta baja. —La ayudó a tomar asiento. — ¿No dormirás a mi lado? —cuestionó con los labios entreabiertos.—No —contestó sin dudarlo ni un segundo, había hecho una promesa a sus hijos y no pensaba traicionarlos, ni causarles un dolor mayor.—Pero, ¿por qué no? —indagó sin comprender—, he sido tu mujer, sería lo más normal. Vamos a casarnos, además, así podrías estar pendiente de nosotros. —Tocó su vientre.—No para mis hijos —expresó en tono seco—. Esta noche le pediré a Eleonor que esté pendiente, su habitación está cerca, yo requiero descansar porque me hago cargo de mis hijos y tengo que trabajar. —La tomó entre sus brazos y la
Días después.Briana se incorporó por recomendación de Tania en una empresa, que era del amigo, de un amigo de ella. Aunque no lo conocía directamente, saber que tenía trabajo le daba estabilidad. Le fue asignado el área de diseño, pues atendían a distintas empresas en el área de imagen.Al ingresar a la oficina que le asignaron, no pudo evitar sentirse emocionada, pues trabajaría en lo que estaba estudiando, a pesar de que se había dado de baja temporal, con lo avanzada de su carrera no tendría problemas en hacerse cargo. Además que no tuvo que mentirles con su embarazo. Lo malo, ganaba más siendo niñera, que laborando en aquella empresa. Por lo que tenía que buscar algo más para pagar su gran deuda y volver a la universidad.— ¿Qué te parece tu oficina? —Roberto preguntó, acercándose a ella sonriente.—Es muy bonita —respondió—, tiene una vista muy agradable. —Señaló hacia la panorámica que la llevaba hacia un hermoso parque, en dónde las frondosas copas rebosantes de los árboles h
Dos semanas después.Al llegar a su empresa Carlos Alejandro se dirigió al área de producción, se colocó un casco de seguridad industrial, como requerimiento para dar un recorrido de rutina por la fábrica, con personal de mantenimiento. Deseaba estar presente en la revisión de algunas de sus grandes maquinarias y corroborar que todo estuviera en perfectas condiciones.Prácticamente pasó todo el día ahí, no podía evitar sentirse inquieto estando los mellizos sin la supervisión de una niñera, por otra parte el llegar a su casa provocaba que la extrañara, más de lo que nunca se imaginó.A las cinco de la tarde se dirigió a su oficina, pues tenía acordada una reunión, la más importante del día para él. Mientras caminaba por el corredor, entre uno de los varios jardínes que tenían se encontró con Cristian, quien había estado de viaje, haciendo negociaciones para expandirse.—Te he estado buscando —dijo Cris—, supe que estabas en un recorrido por la fábrica.—Así es, ¿qué tal te fue con el
— ¿Tan malo soy para que me consideres indigno de… tu hijo? —cuestionó arrugando el ceño.—Tengo tan poco de embarazo que ni siquiera hemos pensado en eso, ¿verdad, mi amor? —tomó la mano de Carlos Alejandro, y volvió a verlo.—A Cristian le encanta molestar —contestó soltándose de su agarre.Rosa Lilia se molestó al sentir que la soltaba, por lo regular era lo que siempre hacía, cuando ella intentaba tomarlo de la mano.— ¿Qué te gustaría que fuera? —preguntó Cris a Rosa Lilia—, yo nunca he pensado en eso, porque no está en mis planes andar regando mi semillita por cualquier jardín, pero si me lo preguntarán quizás—. pronunció recalcando—, solo quizás, me encantaría una nena como Daniela —bebió un sorbo de café sin poder dejar de verla.Tuvo que evadir su mirada una y otra vez ante las inquisitivas insinuaciones, no pensó jamás en estar presentes los tres.—No me siento bien. —Se puso de pie—, disculpenme, pero no podré acompañarlos, creo que se me subió la presión —manifestó y al es
Daniela seguía con ambas manos sobre sus labios, ante la indiscreción que cometió, estaba tan emocionada que mencionar a Briana fue algo que salió de su boca con facilidad, sabía que había metido la pata, y no podría mentirle a su papá, eso no era correcto, pero tampoco traicionarla a ella. No sabía qué hacer.—Sí, vimos a Briana —respondió con la cabeza agachada, acercándose a una de las sillas de cuero que había frente a su escritorio.— ¿Fueron a su casa? —indagó.—No —contestó Danilo—. El tío Cris fue quien la invitó —respondió presionando su labio inferior.—Seguramente a él sí le responde las llamadas —resopló—, gracias por decirme la verdad. —Se acercó a ellos y los abrazó—, vayan a descansar.— ¿No estás enojado con nosotros? —indagó Daniela deslizando con nerviosismo sus dedos sobre la pulcra madera de su refinado escritorio.Carlos Alejandro movió su cabeza negando.—No, no estoy molesto. —Dirigió su mirada hacia su móvil, deseando marcarle y poder escuchar su dulce voz, aho
Estacionado frente al estacionamiento de unas cabañas a las afueras de la ciudad, Carlos Alejandro intentaba disipar la marea de nervios que tenía estancados en forma de nudos en su estómago. Tomó el termo con café que se había llevado del apartamento de Cris y bebió un trago de aquel líquido caliente.Finalmente había llegado la hora de hablar con ella, de verla a los ojos y aclararlo todo. Se dirigió por un sendero de árboles inhalando el fresco aroma que brindaban los pinos que había alrededor, diferenció la cabaña a la que iba, por los sillones que habían en el pórtico y las plantas, justo como Briana las había descrito a Cristian.Bastó con un par de toquidos en la madera de la puerta, para que la chica acudiera a abrir, imaginándose que se trataba de Cris. ¡Vaya que se llevaría una gran sorpresa!— ¿Qué es lo que le ocurre a los mellizos? —indagó mientras abría, Carlos Alejandro inhaló profundo al escuchar su preocupación. — ¿Por qué demonios no me quisiste explicar por teléfon
Con grandes pasos, Carlos Alejandro y Briana llegaron al hospital, ninguno de los dos se dio cuenta el momento que se sujetaron de las manos, pero sus dedos iban entrelazados, hasta que llegaron a la recepción a pedir informes.Ella se soltó de su agarre, percibiendo que la mano de él estaba helada, se movió hacia un lado para tomar distancia, dio una breve mirada alzando su rostro, se dio cuenta que algunas gotas de sudor perlaban sobre su frente, estaba más blanco que un papel.—Nos avisaron que Cristian de la Vega se encuentra hospitalizado aquí —Carlos Alejandro habló con la voz más gruesa de lo normal.La chica que estaba detrás del mostrador, buscó en su ordenador para revisar los nombres de los pacientes ingresados.— ¿Es usted familiar? —indagó la joven, su fuerte y penetrante mirada la hizo pasar saliva con dificultad, sintiendo que se desestabilizaba ante su imponente presencia y la autoridad que marcaba.—Su familia vive fuera de la ciudad —pronunció con seriedad—, me haré
Usando un cubrebocas, Carlos Alejandro ingresó al cubículo en el que se encontraba Cris, su pecho dolió al observar ambas piernas enyesadas de su amigo, además de algunas raspaduras en sus brazos, y un collarín en su cuello, conforme más se acercaba, más angustia sentía al verlo en el estado que se encontraba. Su mirada recorrió aquel cubículo en el que ya estaba conectado a varios monitores, además de unas puntas que portaba en su nariz para ayudarlo a respirar.—Carlos Alejandro —pronunció Cris en un par de ocasiones, pausaba unos segundos y volvía a nombrarlo.—Aquí estoy —pronunció con su gruesa voz y sujetó con cuidado una de sus manos, para que se diera cuenta que estaba ahí.Cristian abrió con lentitud sus ojos y esbozó una escueta sonrisa.—Creo que llegó el momento de despedirnos, lo puedo sentir —habló de una manera pausada, una que jamás había escuchado en él Carlos Alejandro.—No digas eso —solicitó sintiendo que su garganta picaba al hacer un gran esfuerzo por contener el