Carlos Alejandro sacudió la cabeza ante su bofetada, todo parecía lejano, además que su voz se escuchaba como un eco en su interior. No tenía la menor idea si estaba con ella o si se trataba de una alucinación. Se frotó los ojos al ver que Briana se sentaba y comenzaba a emanar luces de distintos colores a su alrededor, además que parecía tener un antifaz en color rojo sobre su rostro.— ¿Lady bug? —arrugó el ceño, mencionando la caricatura que veían sus hijos, se llevó las manos a la cabeza, sabiendo que eso no era posible—. Algo no anda bien —manifestó sintiendo como su cuerpo se balanceaba.Se mordió el labio para no reirse con el disparate que le dijo. Se puso de pie con rapidez al darse cuenta que era verdad, no se veía bien, estaba extraño, por lo que lo abrazó por uno de los costados.—Parece que bebió de más —manifestó—, será mejor que tome una ducha —indicó caminando con él hacia la bañera, ayudando a que tomara asiento en una banca que había en aquella gran cabina. En cuanto
Un par de horas antes.Rosa Lililia después de afinar los detalles que deseaba para la habitación especial que solicitó a nombre de Carlos Alejandro, agregando todo lo que incluían a los cuartos de recién casados como: pétalos de rosa, una botella de champagne, fresas cubiertas con chocolates, regresó sabiendo que el efecto de la pequeña dosis que le había puesto en la copa, ya debía haber llegado al punto que deseaba, por lo que volvió a la reunión.Se detuvo cerca del escenario, buscando en la mesa en la que había dejado a Carlos Alejandro, pero no se encontraba ahí, por lo que comenzó a caminar entre las mesas, averiguando entre los pocos invitados que quedaban. Su respiración se agitó al no verlo, ¿en dónde se habría metido?, se tensó.— ¿Buscabas a alguien? —Cristian se acercó entregándole una copa.Rosa Lilia fingió sonreír al verlo, aceptó el trago y bebió de inmediato un sorbo, deseando mitigar la sed que tenía, pero no era una cualquiera, después de haber planeado cada detall
Al pasar el tiempo, Carlos Alejandro se sintió extrañado al ver que no bajaba Briana, ya habían desayunado todos, además que los niños deseaban ir al área de la piscina. Se puso de pie y miró su reloj.—Voy a buscar a Briana —comentó—. Necesito que lleven a nadar a los niños un rato.—Sí, señor —Eleonor tomó de las manos a los pequeños.— ¡Vamonos! —exclamaron con alegría.Carlos Alejandro salió del restaurante y se dirigió al ascensor, descendiendo en el octavo piso, recorrió el largo corredor para llegar hasta su habitación.—Bri —pronunció sintiendo que su corazón latía agitado. Al no obtener respuesta, volvió a tocar—. Ya es muy tarde, ¿terminaste muy agotada? —pronunció dibujando una sonrisa que le llegó hasta su mirada. Moría de ansias por volver a verla y estrecharla entre sus brazos.Tomó su móvil y le marcó, pero no contestó, ni tampoco se escuchó en el interior de la habitación, cosa que se le hizo extraño, por lo que se inquietó, ¿saldría a algún lugar sin avisar?Giró su r
Briana.En cuanto el avión tocó tierra en la ciudad de Durango, en donde aquella nota decía que su papá estaba, buscó un taxi para dirigirse al domicilio señalado, ¿será que por fin Martina le permitiría verlo?, ¿quizás ya lo habrían dado de alta?, la esperanza envolvió su corazón.Al llegar a la dirección en la que venía la nota, de inmediato tocó por el conmutador, la puerta se abrió con tan solo anunciarse con su nombre.— ¡Martina! —exclamó al ingresar por la residencia. —¿En dónde estás? —preguntó—, necesito tener noticias de mi papá —solicitó sin que le respondiera nada.Caminó por la sala observando el clásico estilo Luis XVI, sabía que era parte de los costosos gustos de aquella mujer, además de que era algo tradicionalista; un atisbo de nostalgia se apoderó de ella, cuantas veces la regañó por jugar ahí. Se dirigió al comedor del mismo estilo y se asomó hacia la cocina.— ¡Martina! —volvió a gritar, cuando estaba por girarse para dar la media vuelta sintió la presencia de al
Briana despertó algo aturdida, al sentarse sobre la cama que se encontraba, sintió un fuerte dolor de cabeza, miró a su alrededor, se dio cuenta que no reconocía el lugar, por lo que de inmediato se puso de pie. No lograba recordar nada, ni cómo es que había llegado hasta ahí.— ¿En dónde estoy? —se llevó las manos a su frente, sintiendo que su sien palpitaba con fuerza. Se calzó las zapatillas que llevaba y salió de aquella habitación, al llegar al pasillo de la planta alta se le hicieron conocidas un par de pinturas en la sala de aquel lugar, por lo que de inmediato supo donde estaba. Era la casa de su papá.Descendió lentamente con temor a caer, pues no lograba enfocar con claridad por donde pisaba, un fuerte escalofrío la recorrió le seguía pareciendo el lugar tan frío, tan ajeno a ella, como siempre, pero esta vez algo en su pecho dolía, y no sabía por qué, además que no tenía la menor idea de cómo había llegado a aquella habitación, todo era una fuerte bruma.—Hasta que por fin
San Nicolás de los Garza, Monterrey.Martes.Carlos Alejandro se encontraba redactando un par de correos desde el estudio de su residencia, al no encontrarse Briana y después de lo que habían presenciado sus hijos, decidió no ir a la oficina, pues le habían aplicado la ley de hielo, lo ignoraban por completo, además de que no estaban comiendo bien y en sus miradas había un gran vacío nuevamente.Sacó del cajón de su escritoro aquel sobre amarillo que le habían enviado de forma anónima, y volvió a mirar a quellas imagenes en las que se veía besando a un hombre del cual no se apreciaba con claridad su rostro, pasó a la siguiente en donde estaban desnudos. Todo eso era nauseabundo, entre más cambiaba de fotografías iban subiendo de tono. ¡No lo podía creer!, estaba tan decepcionado de ella, que por despecho, pensó en prescindir de sus servicios, pero que explicación le daría a sus hijos, además que nada tenía que ver con su trabajo.Por otro lado, estando sus hijos tan devastados al habe
Contuvo el aire para evitar inhalar su dulzón aroma, pues sabía que lo desestabilizaría más de lo que quería. Ahora las cosas habían cambiado y si ella tenía una relación, era tiempo de que él también lo hiciera, inclinando la balanza hacia Rosa Lilia, una mujer hecha y derecha, se llevaba bien, y consideraba que tenían química en el sexo, quizás con el tiempo la llegaría a amar y sus hijos la verían como una amiga, así como a Briana.—Las cosas se salieron de control esa noche en los cabos —refirió tomando asiento frente a ellos—, bebí más de la cuenta y Rosa Lilia me ayudó, cuidó de mí. —Presionó su puño, pues ninguno de los dos lo miraban a los ojos—, lamento haberlos preocupado.— ¿Por qué no llegaste a la habitación con nosotros? —Danilo le preguntó.—Porque estaba muy mareado y Rosa Lilia no podía conmigo, por eso me dejó dormir en su habitación.—Ahora entiendo, ella lo cuidó como tú lo haces conmigo —Dany refirió a su mellizo—, papá la ve como a una hermana, ¡es eso!. —Dibujó
El conductor del auto, pisó a fondo el freno, deseando poder parar y evitar arrollar a aquel hombre que evidentemente corría distraído. Las pupilas de Carlos Alejandro se dilataron, además que su pulso se disparó, un impacto lo empujó haciendo que cayera.— ¿Se encuentra bien? —preguntó el hombre que conducía completamente asustado.—Sí, estoy bien —manifestó, dándose cuenta que pudo morir, en definitiva alguien desde arriba lo cuidaba, estaba seguro que se trataba de su difunta Daniela.— ¿Quiere que llame una ambulancia? —No, me siento bien. —Se puso de pie, había caído de sentón. Se dio cuenta que tenía raspado las piernas y los codos, pero de ahí en fuera no había pasado más—. disculpe el susto que le di —mencionó y prosiguió su andar, intentando volver a sentir esa fatiga en su cuerpo para no pensar en ella.Había oscurecido cuando volvió a su casa, entonces fue cuando se dio cuenta que le dolía el cuerpo, por lo que se daría una ducha y se encerraría en su habitación.Mientras