Los pies de Briana regresaron al suelo, estaba en puntillas para alcanzar los labios de él, su corazón latía agitado, no podía creer lo que acababa de suceder, aún apreciaba el delicioso sabor que había dejado en su boca Carlos Alejandro. Aleteó en repetidas ocasiones sus espesas pestañas, necesitaba saber que eso no era un sueño, por lo que sujetó su camisa con fuerza y volvió a acercarse a él, aspirando su delicioso aroma a cuero, madera y cítricos.No había duda, lo que acababa de suceder era real, la había besado, eran sus cálidas manos las que estaban sobre su cintura presionándola, al igual que las de ella aferradas sobre su camisa, lo observó descender una vez más hacia ella, «la iba a besar de nuevo», por lo que entreabrió los labios y se preparó para volver a emerger en aquellas grandes descargas que un beso suyo, le provocaba.Aquel beso fue más arrebatado, pues Carlos Alejandro lo profundizó con mayor bravura, percibiendo como el esbelto cuerpo de Briana se estremecía entre
Por la mañana.Un fuerte grito proveniente de la habitación de Rosa Lilia despertó a todo el mundo, pues terminaba de vociferar y volvía a hacerlo incesantemente. Carlos Alejandro y Briana abrieron los ojos de golpe, sus corazones retumbaron agitados.—Es Rosa Lilia. —Se puso de pie y salió corriendo intentando averiguar qué sucedía, al igual que Briana, quien fue detrás de él.— ¿Qué es lo que ocurre? —preguntó Carlos Alejandro abriendo la puerta sin tocar.Rosa Lilia se encontraba de espaldas a él, mientras ella estaba mirándose a unos de los grandes espejos de la habitación.—¿Te sientes mal? —cuestionó al escucharla llorar, entonces la mujer giró de golpe hacia él.Tanto Briana como Carlos Alejandro se quedaron sin habla, ambos separaron los labios en una gran O, se miraron brevemente completamente sorprendidos.Los expectantes orbes de Carlos Alejandro, se enfocaron en el rojo intenso de sus labios exageradamente mal pintados, que se desviaban hacia sus pómulos. Conocía bien ese
Lunes.Rosa Lilia sonreía al caminar por los pasillos de grupo Arango, contoneaba con garbo y elegancia sus caderas, luciendo una falta en tipo lápiz en color blanco.—Buenos días —saludó a su asistente. — ¿Ya llegó el señor Carlos Alejandro a la oficina?—No, licenciada, aún no llega —respondió la chica.—Qué extraño —pronunció Rosa, tomó su móvil y le marcó— : Hola, buenos días —saludó. — ¿Estás bien?, te lo pregunto porque no has llegado, y son las nueve quince.—Buenos días —respondió él—, estaba por llamarle a Susy para comunicarle que no acudiré a la oficina.— ¿Pasó algo? —indagó preocupada, desde que se había regresado a su casa no había tenido comunicación con él, no deseaba cometer alguna imprudencia que terminara por finalizar lo que había avanzado.—No, nada. Decidí tomarme unos días con mi familia antes del lanzamiento de la nueva línea.— ¿Cómo? —intentó escucharse relajada. — ¿Saliste del país? —indagó sintiendo que su corazón se agitaba.—No, me viene a los Cabos, par
Carlos Alejandro sacudió la cabeza ante su bofetada, todo parecía lejano, además que su voz se escuchaba como un eco en su interior. No tenía la menor idea si estaba con ella o si se trataba de una alucinación. Se frotó los ojos al ver que Briana se sentaba y comenzaba a emanar luces de distintos colores a su alrededor, además que parecía tener un antifaz en color rojo sobre su rostro.— ¿Lady bug? —arrugó el ceño, mencionando la caricatura que veían sus hijos, se llevó las manos a la cabeza, sabiendo que eso no era posible—. Algo no anda bien —manifestó sintiendo como su cuerpo se balanceaba.Se mordió el labio para no reirse con el disparate que le dijo. Se puso de pie con rapidez al darse cuenta que era verdad, no se veía bien, estaba extraño, por lo que lo abrazó por uno de los costados.—Parece que bebió de más —manifestó—, será mejor que tome una ducha —indicó caminando con él hacia la bañera, ayudando a que tomara asiento en una banca que había en aquella gran cabina. En cuanto
Un par de horas antes.Rosa Lililia después de afinar los detalles que deseaba para la habitación especial que solicitó a nombre de Carlos Alejandro, agregando todo lo que incluían a los cuartos de recién casados como: pétalos de rosa, una botella de champagne, fresas cubiertas con chocolates, regresó sabiendo que el efecto de la pequeña dosis que le había puesto en la copa, ya debía haber llegado al punto que deseaba, por lo que volvió a la reunión.Se detuvo cerca del escenario, buscando en la mesa en la que había dejado a Carlos Alejandro, pero no se encontraba ahí, por lo que comenzó a caminar entre las mesas, averiguando entre los pocos invitados que quedaban. Su respiración se agitó al no verlo, ¿en dónde se habría metido?, se tensó.— ¿Buscabas a alguien? —Cristian se acercó entregándole una copa.Rosa Lilia fingió sonreír al verlo, aceptó el trago y bebió de inmediato un sorbo, deseando mitigar la sed que tenía, pero no era una cualquiera, después de haber planeado cada detall
Al pasar el tiempo, Carlos Alejandro se sintió extrañado al ver que no bajaba Briana, ya habían desayunado todos, además que los niños deseaban ir al área de la piscina. Se puso de pie y miró su reloj.—Voy a buscar a Briana —comentó—. Necesito que lleven a nadar a los niños un rato.—Sí, señor —Eleonor tomó de las manos a los pequeños.— ¡Vamonos! —exclamaron con alegría.Carlos Alejandro salió del restaurante y se dirigió al ascensor, descendiendo en el octavo piso, recorrió el largo corredor para llegar hasta su habitación.—Bri —pronunció sintiendo que su corazón latía agitado. Al no obtener respuesta, volvió a tocar—. Ya es muy tarde, ¿terminaste muy agotada? —pronunció dibujando una sonrisa que le llegó hasta su mirada. Moría de ansias por volver a verla y estrecharla entre sus brazos.Tomó su móvil y le marcó, pero no contestó, ni tampoco se escuchó en el interior de la habitación, cosa que se le hizo extraño, por lo que se inquietó, ¿saldría a algún lugar sin avisar?Giró su r
Briana.En cuanto el avión tocó tierra en la ciudad de Durango, en donde aquella nota decía que su papá estaba, buscó un taxi para dirigirse al domicilio señalado, ¿será que por fin Martina le permitiría verlo?, ¿quizás ya lo habrían dado de alta?, la esperanza envolvió su corazón.Al llegar a la dirección en la que venía la nota, de inmediato tocó por el conmutador, la puerta se abrió con tan solo anunciarse con su nombre.— ¡Martina! —exclamó al ingresar por la residencia. —¿En dónde estás? —preguntó—, necesito tener noticias de mi papá —solicitó sin que le respondiera nada.Caminó por la sala observando el clásico estilo Luis XVI, sabía que era parte de los costosos gustos de aquella mujer, además de que era algo tradicionalista; un atisbo de nostalgia se apoderó de ella, cuantas veces la regañó por jugar ahí. Se dirigió al comedor del mismo estilo y se asomó hacia la cocina.— ¡Martina! —volvió a gritar, cuando estaba por girarse para dar la media vuelta sintió la presencia de al
Briana despertó algo aturdida, al sentarse sobre la cama que se encontraba, sintió un fuerte dolor de cabeza, miró a su alrededor, se dio cuenta que no reconocía el lugar, por lo que de inmediato se puso de pie. No lograba recordar nada, ni cómo es que había llegado hasta ahí.— ¿En dónde estoy? —se llevó las manos a su frente, sintiendo que su sien palpitaba con fuerza. Se calzó las zapatillas que llevaba y salió de aquella habitación, al llegar al pasillo de la planta alta se le hicieron conocidas un par de pinturas en la sala de aquel lugar, por lo que de inmediato supo donde estaba. Era la casa de su papá.Descendió lentamente con temor a caer, pues no lograba enfocar con claridad por donde pisaba, un fuerte escalofrío la recorrió le seguía pareciendo el lugar tan frío, tan ajeno a ella, como siempre, pero esta vez algo en su pecho dolía, y no sabía por qué, además que no tenía la menor idea de cómo había llegado a aquella habitación, todo era una fuerte bruma.—Hasta que por fin