Capítulo 38 Alexander se sorprendió de que esta mujer lo tratara con tanta familiaridad. También había dicho que era su esposa, pero, él no recordaba nada sobre ella. Si esta era su esposa, ¿quién era la otra mujer?Cuando despertó, una mujer hermosa estaba a su lado. Nada más abrir los ojos, ella
Capítulo 39 Ella no permitiría que su dignidad fuera pisoteada nuevamente. Ya había sido herida por Tom, no permitiría que Alexander también la lastimara, aunque fuera el hombre que amaba. Dejando que la rabia la controlara, se acercó lo suficiente para que él pudiera mirarla a los ojos. —Ok, ¿es
Él se dio cuenta de que no quería hablar sobre eso, así que no insistió. En cambio, extendió su mano y se presentó. —Alan Evermont — dijo al tiempo que le ofrecía la mano — Y no debes inquietarte, no soy un asesino en serie, psicópata, o un secuestrador — sonrió — más bien, creo que me enamoré de t
Capítulo 40 Cuando Ashley entro a la mansión, la anciana estaba esperándola. Apenas la vio, fue a ella ansiosamente. —Ash, cariño, ¿dónde estabas? — la anciana la llevo hasta el sofá y se sentó junto a ella. — Estás fría, ¿acaso te mojaste con la lluvia? Miro el abrigo negro que llevaba y pregunt
Capítulo 41 Al día siguiente, Ashley se levantó más temprano que de costumbre. Quería salir antes de que se levantará la abuela, estaba segura de que tocarían el tema de Alexander y ella no estaba preparada para hablar todavía. Compro el desayuno antes de llegar a la empresa y subió a su oficina.
Ashley quedó atónita por un momento y lo miro con un poco de recelo. —¿No eres presidente ejecutivo? — luego se arrepintió por haber hablado de más. Tomo la copa llena de agua y bebió para ocultar su vergüenza. Alan, por otro lado, se echó a reír. —¿Revisaste mi billetera? A ella no le quedó má
Capítulo 42 Cuando estuvo frente a la puerta de su oficina, se tomó unos minutos para calmarse. Una cosa era decirlo y otra muy distinta era hacerlo. Después de unas cuantas respiraciones, finalmente llamo. —Adelante — la voz grave y profunda se escuchó del otro lado. Con las manos temblando lige
Nadie sabe cuánto tiempo paso, pero él, no podía tener suficiente de la dulzura de su boca, codiciaba el calor de los labios, hasta que sintió que alguien lo miraba fijamente y la soltó. Tan pronto como ella giró la cabeza, vio a Zaria parada en la puerta, su rostro cubierto de lágrimas y una mirad