—Déjame acompañarte, por aquí es un poco peligroso, no nos veremos en este lugar en el futuro.Ella solo asintió en silencio y salió.Después de bajar las escaleras, le dijo que podría seguir sola, que no era necesario que fuera con ella. Raymond insistió, pero, finalmente, acepto, después de dejar
—¿Qué hiciste que debiese molestarme? Nada de lo que hagas, lograrás que me enoje contigo.Sonrió y acomodo el cabello que se había deslizado hacia su rostro.—Fui a ver a mi padre — dijo al mismo tiempo que alzaba su rostro — Me contacto hoy.—¿Qué?—Me llamo está tarde y me pidió que nos viéramos.
Capítulo 30 En el aeropuerto de los Ángeles, una pareja de enamorados atraía la atención de todos. Las chicas suspiraban por el atractivo del hombre y también por la ternura que mostraba con la mujer que iba a su lado. El amor que él sentía por ella era evidente para todos. —¿Cariño, de verdad ten
Alexander extendió la mano y toco los pétalos. —Enamorarme de ti es mi mayor felicidad. No me esperaba que sucediera, pero, sin saberlo, me curaste. Junto a ti, soy el verdadero Alexander. Al ver la sinceridad y el amor en sus ojos, Ashley se atragantó, y su corazón latiendo emocionado. —Yo tampo
Capítulo 31—Hmm — gimió Ashley, sintiendo la mano de alguien deambulando por sus piernas.A su lado había alguien causando problemas desde temprano.—Alex, estoy cansada … — murmuro somnolienta — Y es por tu culpa. Duerme un poco más.—¿De verdad estás cansada?Una voz masculina y magnética sonó ju
—Mi mujer.Ella volteó su cabeza hacia el mientras tomaba sus labios, el cuerpo de Ashley zumbaba y su sangre bombeaba con fuerza a través de su sistema. …………………………………Esa tarde, Alexander la llevo a Graffiti Park, había preparado una cena con vistas a la impresionante ciudad de los Ángeles y bajo
Capítulo 32 En el barrio del Bronx, un auto de lujo se detuvo en el complejo de apartamentos. El chofer abrió la puerta respetuosamente y bajaron dos mujeres con aspecto adinerado. —Qué lugar tan horrible, madre — se quejó Zaria, quien se tapaba la nariz por el mal olor de la basura. —¿Quieres ca
El hombre miró el número de la habitación, 425. Lo miro un largo rato antes de entrar. Margaret tenía los ojos cerrados como si estuviera durmiendo, pero tan pronto se abrió la puerta, sus ojos verdes se abrieron. Giro su cabeza para ver a un hombre que no conocía, entrar y cerrar la puerta detrás