«Tiene que ser una m*****a broma, ¿verdad? Yo, me quedé dormida sola, ¡¿Cómo es que él está aquí?! ¿Vino en medio de la noche?»Abrió y cerró los ojos varias veces, preguntándose si podría ser un sueño. Descubrió que no se trataba de una ilusión, que realmente estaba acostada en su pecho, y él la es
El escuchar de su boca, que nunca se había acostado con ninguna mujer en su matrimonio, fue una gran sorpresa. No obstante, el ver todas esas fotos y titulares si la lastimaron, es solo que ella nunca le dejo ver cuán afectada estaba por sus aventuras.―Si no quieres almorzar conmigo está bien, come
CAPÍTULO 38 A Elliot le gustaban los caballos desde pequeño, de hecho, el caballo que montaba en estos momentos fue un regalo de su padre en su cumpleaños número treinta. Aunque no le dio las gracias, igual lo acepto y lo trajo aquí donde sabía podía vivir en libertad. Le gustaba montar cuando se
Finalmente, Elliot se separó, respirando agitadamente mientras sus labios aún tocan los de ella. Sus ojos clavados en Amara y sin poder controlarse, volvió a tomar su labio inferior entre sus dientes presionando la carne tierna. El cuerpo de Amara se estremeció, pero la dejo ir, poniendo un espacio
Amara estaba a punto de entregarle el vaso, pareció pensar repentinamente en algo y dijo apresuradamente. ―Ya vengo. Elliot creyó que iba a hacer algo, pero pronto vio que ella volvió con una pajita en la mano, con una sonrisa alegre y dijo enérgicamente. ―Será más cómodo. Había reflexionado que
CAPÍTULO 39. Ya era casi de noche cuando los dos despertaron, la noche anterior Amara cuido de él hasta la madrugada y el medicamento para el dolor que Elliot había recibido lo hizo dormir más de lo normal. Amara fue quien despertó primero, movió su cuerpo y encontró una pierna fuerte y musculosa
Elliot sintió la ferocidad de su beso y se colocó sobre ella cubriendo su delicioso cuerpo. Por un momento, se tensó encima de ella, conteniendo su desesperada necesidad. ―Dime que no lo deseas… ―murmuro suavemente dejándole la elección ―Dime que no deseas que te haga mía. Amara no podía decir tal
CAPÍTULO 40 Cuando Amara despertó de nuevo ya estaba oscuro afuera. Ella movió su cuerpo adolorido y vio a cierto hombre cuya mano estaba descansando en uno de sus pechos, su cara estaba enterrada en su cuello y parecía dormir profundamente. Amara apartó suavemente la cabeza, pero después de solo