Después de sufrir todo el camino, cuando llegaron, Amara quería bajar cuanto antes del automóvil, pero Elliot la detuvo, rodeo su cintura y dijo con mucha consideración.―Mi amor, lo correcto es que te lleve. Dicen que es mala suerte si la novia entra por sus propios pies.Ella lo miro como si estuv
No queriendo estar un segundo más en ese lugar, grito perdiendo el control.―¡Envíame de vuelta! ¡Envíame de vuelta ahora!Elliot se sorprendió por su arrebato y luego camino hacia ella y la tomo de los hombros.―Escúchame primero, no es lo que piensas…―¡No quiero! ¡No voy a quedarme en este asquer
CAPÍTULO 37Elliot se había quedado dormido en el sofá, en la mesa frente a él se encontraban dos botellas de vino vacías, bebió hasta perder el conocimiento. Cuando el sol entro por las ventanas y golpeo su cara, se despertó.Su cabeza parecía que iba a estallar, se puso de pie tambaleándose y fue
«Tiene que ser una m*****a broma, ¿verdad? Yo, me quedé dormida sola, ¡¿Cómo es que él está aquí?! ¿Vino en medio de la noche?»Abrió y cerró los ojos varias veces, preguntándose si podría ser un sueño. Descubrió que no se trataba de una ilusión, que realmente estaba acostada en su pecho, y él la es
El escuchar de su boca, que nunca se había acostado con ninguna mujer en su matrimonio, fue una gran sorpresa. No obstante, el ver todas esas fotos y titulares si la lastimaron, es solo que ella nunca le dejo ver cuán afectada estaba por sus aventuras.―Si no quieres almorzar conmigo está bien, come
CAPÍTULO 38 A Elliot le gustaban los caballos desde pequeño, de hecho, el caballo que montaba en estos momentos fue un regalo de su padre en su cumpleaños número treinta. Aunque no le dio las gracias, igual lo acepto y lo trajo aquí donde sabía podía vivir en libertad. Le gustaba montar cuando se
Finalmente, Elliot se separó, respirando agitadamente mientras sus labios aún tocan los de ella. Sus ojos clavados en Amara y sin poder controlarse, volvió a tomar su labio inferior entre sus dientes presionando la carne tierna. El cuerpo de Amara se estremeció, pero la dejo ir, poniendo un espacio
Amara estaba a punto de entregarle el vaso, pareció pensar repentinamente en algo y dijo apresuradamente. ―Ya vengo. Elliot creyó que iba a hacer algo, pero pronto vio que ella volvió con una pajita en la mano, con una sonrisa alegre y dijo enérgicamente. ―Será más cómodo. Había reflexionado que