Espero les guste. La leo, pues....
CAPÍTULO 55 Cuando Stella salió del auto, se quedó anonadada de la belleza del lugar. Cristian también bajo y saco las dos pequeñas maletas. ―¿Te gusta? ―Es… hermoso ―susurro sin quitar la mirada de los frondosos pinos. ―Se siente mucha paz. ―Por eso te traje aquí, no quiero que nada nos interru
‘Fui por algunas cosas, no tardaré. Espero te guste lo que prepare para ti’ Luego miro el sencillo, pero nutritivo desayuno y fue inevitable que su corazón latiera emocionado y que una sonrisa se plasmara en sus labios. Era la primera vez que Cristian cocinaba para ella. Fue al baño a prepararse y
CAPÍTULO 56 ―Cristian, tenemos que hablar. ―Hablemos mientras preparamos la comida. Estoy hambriento ―dijo con un toque sensual. En la cocina él preparaba el salmón escalfado y vegetales al vapor, mientras que Stella cortaba en trozos pequeños los ingredientes para el aderezo. ―Lamento lo que di
Por primera vez, ella se quedó sin palabras. Este no era el frío e inalcanzable Cristian. Volvió a pinchar un trozo de salmón cuando dijo. ―Está bien, vivamos un día a la vez. Veamos si te conviertes en un marido potencial antes de que nazca nuestro bebe. ―Lo haré. Estoy mirando hacia nuestro futur
CAPÍTULO 57 Después de darse una ducha, Stella se percató de que no había sacado nada de ropa. Apretó la toalla de baño en su cuerpo e intento encontrar a Cristian, pero no había nadie en la habitación. Respirando aliviada, tomo su maleta y escogió un pijama y se lo puso. Luego bajo las escaleras y
CAPÍTULO 58 Cuando Stella se despertó por la mañana, el cielo ya estaba brillante. La brisa frío entro por la ventana. Dándose la vuelta, el lugar junto a la cama estaba vació. «¿No vino a dormir?» Ayer cuando volvió a la habitación, aunque no quería dormir con sus brazos alrededor de ella, al fi
CAPÍTULO 59 Él lamió sus pezones, apartando la tela de su sujetador. Con la otra mano acariciaba el otro pecho, apretando el pezón entre el pulgar y el corazón a través de la tela. Con cada lametón y cada caricia le sobrevenía una sensación punzante, mientras la degustaba y la degustaba. Ella dejó
No, no estaba preocupada, estaba aterrorizada del poder que Cristian tenía sobre ella. Hasta que aparecieron los primeros rayos del sol, el deseo y la rabia de Cristian no empezaron a calmarse, y su cerebro no pudo comenzar a funcionar de nuevo y con claridad. De hecho, tenía bastante en que pensar