Menos mal no es boba, se va, pero con las bolsas. Ja, ja, ja.
CAPÍTULO 30 ―¡Cristian, suéltame! ―No quieres salir conmigo, pero sí con este, ¿verdad? Sin embargo, estás olvidando una cosa. ¡Todavía eres mi esposa! ―Suéltame… ―Stella hacia todo por liberarse, pero Cristian no le dio ninguna oportunidad y la arrastro hacia el café. Connor hizo un movimiento
CAPÍTULO 31.De repente Stella estallo de risa, y Cristian la miro sin comprender. ―Perdón, perdón, pero es lo más gracioso que he escuchado. ― extendió su mano y tomo el vaso con agua, después de beber un sorbo, se calmó y respiro profundo. ― ¿Hablas de una oportunidad, correcto? ―Sí. Stella, cre
CAPÍTULO 32. ―Está bien ―controlando su emoción, asintió con indiferencia. Cristian estaba a punto de continuar trabajando cuando la escucho decir. ―Por cierto, Cris, tengo algo que decirte. Ven a verme cuando hayas terminado. Te esperaré en la tercera habitación de invitados a la izquierda. Desp
¡¿Por qué Stella puede tener a Cristian, mientras, yo tengo que esconderme aquí?! ¡¿Por qué tuvo que aparecer?! Kendra hizo todo lo posible por controlarse para no gritar de frustración, apretó los puños con fuerza, clavándose las uñas en su palma. «Lo juro, te haré pagar cada humillación, ¡Stella
CAPÍTULO 33 Después de lo que pareció un siglo, Cristian bajo la cabeza y beso el hombro de Stella. ―No me toques… ―ella se cubrió con la sabana y quiso escapar. «¿Qué rayos hiciste?, ¡estúpida, estúpida, estúpida! Te dejaste llevar por el momento y permitiste que él… ¿Por qué no puedes ser más f
CAPÍTULO 34 Después de cambiarse de ropa estaba lista para bajar, pero no esperaba que, tan pronto abrió la puerta, vería a Cristian parado bloqueando su salida. La miro fijamente, con una mano apoyada en la pared. Ella no iba a perderse el desayuno, así que lo ignoro e intento pasar a su lado. S
CAPÍTULO 35 En el comedor. Cristian tomó la iniciativa de abrir la silla para Stella, tal caballerosidad nunca ha existido antes. Stella, susurro un gracias, y estaba un poco confundida por el repentino cambio de su marido. «¿Por de repente se volvió tan atento y cariñoso?» Había una sonrisa en
Las comisuras de los labios de Cristian se curvaron en una sonrisa triunfante y luego salió de casa. Al ver la cercanía entre los dos, el abuelo no podía dejar de sonreír de oreja a oreja, pero el rostro de Kendra era otra cosa, cualquiera diría que se había tragado una mosca. Stella, quien se sen