Los días junto a Hitóry y su loca familia criminal incluyendo a Mio, marchaban sobre ruedas, poco a poco había olvidado que era una prisionera allí y era más parte de la familia, aunque Hitóry y yo teníamos roces al momento de demostrar quien estaba sobre quién, pero él me ganaba con ventaja.
Un día había intentado irme por otro camino de regreso a casa y de inmediato dos tipos que no eran ni Miguel ni Rodrigo aparecieron delante de mí ofreciéndome escoltarme de vuelta a casa, lo que me recordaba de golpe como eran realmente las cosas.
Kai era un amor, era el hermano mayor que siempre quise, el ken para barbie, ese amigo gay que no había logrado conseguir. Pasábamos el día juntos cuando estaba en la fortaleza, e ir al cine unas cuantas veces, llegamos hasta jugar “yo nunca, nunca” junto a algunos hombres de Hitóry que habían afianzad
—Ai, pero no has perdido el tiempo —Comentó Mio tras un sorbo de la bebida que tenía en la mano, con un tono pícaro meciéndose en una mecedora en el pórtico de la cabaña.—Ni una sola palabra, ratas—Gruñí enojada, pues ya mi buen ánimo se había ido junto al rubio de revista.Mio resopló y siguió leyendo el libro que tenía y antes de que Kai fuera a decir algo o Hitóry que igualmente leía tirado en el mueble, lo fulminé con la mirada y seguí a la cocina.Mierda la cabaña era genial, pero mi enojo evitó que la apreciara como merecía. Tomé de la nevera un poco más de hielo y le tomé el celular a mi supuesta mejor amiga— ¿No que me irían a buscar en seguida? —No puede aguantar y lo solté justo antes de ir a la playa—Cuando crucé por
Nadie debía saber sobre lo ocurrido en la playa después del almuerzo y si para eso tenía que usar ese traje de sirvienta lo haría. El primer día que lo llevé puesto me di cuenta de que no sería para nada una tortura, era hermoso, era coqueto y tenía cretona. Era como si estuviera mandado a hacer para mi o sacado de algún catálogo de lolitas, así que usarlo no me importaba para nada en cambio me sentía relinda.Mio poco a poco pasaba más tiempo a mi lado, venia por lo menos tres veces a la semana sin importar que Kai estuviera aquí, y la relación de ellos había mejorado bastante, de hecho, bromeaban y ella le hacía bullyn sin que hubiera rencores, ahora más que nunca lucían como amigos normales y no volvían la habitación donde estaba tensa y fría.Iba a la universidad como si nada del secuestro hubiera pasado, incluso
—No —Mentí con los hombros encogidos ¿Cuándo me había vuelto tan mentirosa? Oh si, a los quince, él se puso de pie dejando un vaso cuadrado en el escritorio, lo que solo advertía una cosa: estaba bebiendo y hasta ahora no lo había visto haciéndolo. Caminó hacia mi pasándose la mano por la cara ¿Por qué estaba despierto tan tarde? Maldito adicto al trabajo—He perdido la noción de tiempo, además no tenía de donde ver la hora—Me excusé en un problema real.— ¿Por qué ahora soy el culpable? —Enarcó la ceja mientras seguía intentando acortar nuestra distancia, en cambio yo retrocedía impidiendo que eso sucediera, pero estaba borracha y estúpida, así que no me di cuenta de que solo estaba llegando a la pared—Me parece muy bien—Decía con una clara decepción&
De inmediato me paré tomando la manta para cubrirme y corrí al baño, no podía ser cierto, tenía tremendos chupetones por toda el área del pecho y el cuello ¿Con que tipo de vampiro o caníbal estaba lidiando?— ¡¿No te bastó con tatuarme?! ¡¿También tenías que marcarme así?! —Le grité desde el baño, ¿Qué haría con eso ahora? —¿Qué crees que soy? ¡¿Un juguete?! —Solté histérica.—Pensé que sería divertido verte explicar eso—Podía sentirlo disfrutar de lo que decía—Además no te vi quejándote ayer—Dijo apoyado del marco de la puerta ya con ropa puesta ¿Cómo lo hacía tan rápido?—Estaba ebria—Me excusé mientras bajaba un poco la cara para que no nota
No me sentí tan mal usando mi nuevo teléfono inteligente, después de haber tenido que ladrar por él. Ahora podía ser una chica más o menos normal y hablar con la persona que apreciaba casi las 24 horas del día.Y hablando de esa persona, Liam era super gracioso y amable, nos juntábamos al principio en salidas más sanas que las anteriores. Había sido un mes grandioso a su lado y aunque hasta ahora no hubiéramos definido lo que éramos, me gustaba solo disfrutarlo, él era mi pedazo de normalidad en mi mundo de cabeza y lo único que me torturaba era tener que mentirle sobre mi empleo de mascota en la fortaleza.Por eso sin darme cuenta lo fui alejando o tal vez perdiendo un poco el interés.Nadie fuera de nuestro circulo sería capaz de entender algo así. Yo misma tardé bastante para acostumbrarme a la idea de vivir con tipo que me habí
Casi dejé caer la otra copa que me habían servido para el brindis, miré a Mio estupefacta quien me vio de vuelta sin saber que decir y no la culpaba. Unas personas fueron donde ella para saludarla eclipsando su atención.Tomé mi bolso y salí del salón, necesitaba aire ya. Podía sentir como todo giraba a mi alrededor y una rabia crecía en mí, pero ¿Por qué? No era un asunto para estar enojada así que intentaba calmarme, Hitóry y yo no nos debíamos nada, yo solo era su mascota y aun así repitiéndome todas esas cosas necesité apoyarme de una mesa para poder mantenerme en pie mientras hiperventilaba.En ese momento me dio algo de frio y sentí mi frente sudar— ¡Mierda! —Maldije pasando con enojo el suelo, sabía muy bien porque todo aquello me había caído como un balde de agua y se sentía horrible,
Capitulo escrito por algo verdaderamente especial... Gracias.MioEl frío me hacía temblar incontrolablemente, y la noche era tan oscura que solo provocaba que las lágrimas recorrieran mis mejillas sin parar. No recordaba cuanto tiempo llevaba ahí. Me parecía tan largo que, en verdad, no quería recordarlo, nada más que la misma rutina de todos los días. Tan solo era una niña y en lo único que podía pensar, lo única cosa importante, era sobrevivir.De repente, en medio de mi miedo y de la terrible noche, unos ojos azules como el cielo matutino aparecieron en mitad de la oscuridad. Podía distinguir curiosidad en ellos, y cuando concentré mi vista fatigada aún más logré ver a un niño, probablemente de mi edad o quizás más grande, que caminaba hacia mí.—¿Qué haces ah
No había dejado de pensar en las palabras de Hitóry, mordí el cojín como un perro ¿Qué me pasaba? Y ¿Por qué me molestaba tanto su indiferencia? Le había dado tantas vueltas en mi cabeza y no lograba secar esa incomodidad en mi ser, repitiendo una y otra vez ese desganado “entiendo” ¿Qué entendía? Era una idiota, supongo.A veces, mientras me duchaba o me encontraba sola me derrumbaba y me torturaba con el dolor y la presión en el pecho que sentía cuando me acordaba que él existía, no sabía porque me dolía tanto, si se suponía que él no me importaba, ¿Por qué ocupaba tanto en mi mente? Aquella mirada que Hitóry había de sembrado en mí, aquel desdén, sus ojos vacíos, su actitud gélida hacia mí ¿Siempre seré un secreto para ti? Solté un grito de