Mio
El frío me hacía temblar incontrolablemente, y la noche era tan oscura que solo provocaba que las lágrimas recorrieran mis mejillas sin parar. No recordaba cuanto tiempo llevaba ahí. Me parecía tan largo que, en verdad, no quería recordarlo, nada más que la misma rutina de todos los días. Tan solo era una niña y en lo único que podía pensar, lo única cosa importante, era sobrevivir.
De repente, en medio de mi miedo y de la terrible noche, unos ojos azules como el cielo matutino aparecieron en mitad de la oscuridad. Podía distinguir curiosidad en ellos, y cuando concentré mi vista fatigada aún más logré ver a un niño, probablemente de mi edad o quizás más grande, que caminaba hacia mí.
—¿Qué haces ah
No había dejado de pensar en las palabras de Hitóry, mordí el cojín como un perro ¿Qué me pasaba? Y ¿Por qué me molestaba tanto su indiferencia? Le había dado tantas vueltas en mi cabeza y no lograba secar esa incomodidad en mi ser, repitiendo una y otra vez ese desganado “entiendo” ¿Qué entendía? Era una idiota, supongo.A veces, mientras me duchaba o me encontraba sola me derrumbaba y me torturaba con el dolor y la presión en el pecho que sentía cuando me acordaba que él existía, no sabía porque me dolía tanto, si se suponía que él no me importaba, ¿Por qué ocupaba tanto en mi mente? Aquella mirada que Hitóry había de sembrado en mí, aquel desdén, sus ojos vacíos, su actitud gélida hacia mí ¿Siempre seré un secreto para ti? Solté un grito de
Al contrario de las otras veces desperté aun abrazada a su cuerpo. Me levanté un poco y lo observé dormir, lucia maravilloso aun durmiendo, besé su mejilla y caminé al baño, tenía cosas importantes que hacer hoy.Me sentí fresca, renovada y odiaba darles la razón a las personas en las películas que se libraban de un gran peso al contar sus cosas, malditas ficciones, dije mientras me lavaba el rostro.— ¿Todo resuelto?—Sip—Le confié a Mio en el teléfono, mientras caminada fuera de la fortaleza—Hoy veré a Liam y le diré de frente que eso no podría ser, me siento algo mal, de verdad lo quería.—Psa, yo siempre supe que lo de ese tipo no se daría, no te pongas mal, desde el inicio siempre tuviste una preferencia bien marcada—Ella tenía razón, había elegido a Hitóry incons
Quedé en un completo shock, sentía que todas sus palabras eran golpes directos a mi estómago, todas las piezas encajaban ahora, no lo había pensado antes, pero quien dentro de la empresa necesitaba o usaba los servicios de una galería de arte.Las palabras de Vanessa resonaron en mi pensamiento, ella nunca pensó que yo sería un peligro sentimental, ella sabía que esto pasaría y de algún modo afectaría a Hitóry, y ahora la entendía un poco más que antes. Incluso creo que hasta me ofreció desaparecerme para que nada de esto me pasara, pero de todos modos no quitaba que fuera igual de psicótica que Liam.Hitóry lo había orquestado todo para que terminara bajo su poder, que llegara a la fortaleza, el correo, Mio, la gente que me atacaría, todo fue un teatro, todo fue una farsa, un muy elaborado plan para alguien despistado como yo, pero &ique
Con tanto secuestro me había acostumbrado a la sensación de despertar con el cuerpo entumecido, estaba postrada en la cama y sentía la boca seca ¿Cuánto tiempo hacia estado durmiendo esta vez? Giré la cabeza atontada por la droga que me había administrado y el cuarto estaba vacío, dándome una buena posibilidad de escape, en cambio me quedé dormida una vez más.Abrí los ojos nuevamente, ya menos abobada me senté sobre la cama y escuché la puerta abrirse, era él con una bandeja en la mano con agua y algo de pan—Ya despertaste—Dijo con sonrisa, le arrebaté la mirada, podía sentir el ardor en mi estómago y desfallecer de la anemia, pero no quería comer de lo que me diera.Se sentó a mi lado, yo amplié el espacio, me daba nauseas incluso respirar el mismo aire—Come—Me dijo más como una advertencia y
—fueron dos tiros sin importancia, no le pasará nada, Desafortunadamente.—Lo dices con demasiada calma—Reproché aun impactada.—Para nada, después de lo que vi perdí un poco el control—Nunca le había visto esa mirada en el rostro—Créeme que quería volarle la cabeza—Confesó Hitóry quitándome al herido de encima y envolviéndome con las sabanas—Me has pegado un susto de muerte pequeña—No tenía ánimos para reñirle por nada, estaba tan agradecida de que me hubiera salvado de que solo me aferré a su cuerpo oliendo el aroma que tanto me había hecho falta. Tan delicado y viril—Además la policía viene tras de mi con una ambulancia por si acaso, sabía que lo dejaría en este estado.En sus brazos me sentí en casa, me sentí segura y protegida, cerré
— ¡Ah! ¡Me duele! —Gemí mientras sentía sus manos alrededor de mis brazos apretándome con fuerza— ¿A dónde me llevan? —pregunté inútilmente, no tendría escapatoria. Intenté zafarme de los robustos tipos, pero era en vano, mis pies ni siquiera tocaban el piso— Prometo no decir nada, lo juro, me iré —Mentí, llamaría a la policía en cuanto estuviera lejos— No tan duro por favor —Fue lo último que les dije casi entre lágrimas y mocos apretando los ojos negándome a lo que pudiera pasar.Imagino que sería más fácil si empezara mi historia varias horas antes y con un poco más de contexto, cuando aún el sol estuviera afuera y yo tranquila y segura en mi casa, no en uno de los barrios más peligrosos del país, de esos donde no hay ley más que la propia, donde na
— ¡¿Qué?! —Grité con los ojos bien abiertos dándole un golpe en la mano rechazándola, él se alejó con una carcajada, mientras acariciaba su mano ¿Había sido muy ruda? Seguro ahora si me mataría por aquel impulso, pero no podía retroceder—No soy de nadie —Espeté hasta llegando a tirar su chaqueta fuera de mí, aun si me moría del frio.—No seas arisca —Dijo despejando toda falsa amabilidad de su rostro—Así son las reglas aquí, yo te salve la vida ahí afuera y ahora tu eres mía, así de simple—Continuó como si no fuera la gran cosa.—Me vale madre como sean las reglas aquí —Respondí sin reconocer de donde sacaba tanto coraje, tal vez en el fondo sabía que ya de nada servía llorar pues de todos modos ya estaba frita—Ni siquiera soy de aqu
— ¡Oh, mi Dios! —Solté el cuchillo espantada ¿Qué demonios Ai rin? —Lo siento tanto — Dije alarmada agitando las manos de un lado a otro ¿Qué estaba diciendo? ¿Esa no era la idea? Mis ojos se habían inundado de lágrimas, nunca había apuñalado a alguien y mucho menos matado, puse mis manos en su herida sin pensar en nada, solo esperando que dejara de sangrar, él se estremeció soltando un pequeño quejido ante mi imprudente toque, pero claramente lo que hacía era inútil—Señor capo, no te mueras.—No moriré —Masculló disimulando el dolor, se puso de pie y se quitó la camiseta, ese definido pecho y abdominales estaban cubiertos de sangre, le había dado en el hombro justo debajo de la clavícula—Es solo un rasguño, de verdad que no sirves ni para matar a una persona—Mi exp