Una luz brillante.

Blanca.

Cuando mis ojos se abrieron, la luz blanca de la habitación me llegó de golpe, froté mis párpados con los nudillos apretados para volver a abrirlos, el agudo dolor de cabeza me hizo cerrarla nuevamente acostumbrándome lentamente la luz. Era desconocida en la habitación, pero conocida al mismo tiempo, una clínica.

Los recuerdos del porque llegué volvieron a mi mente, quería sentir mi estómago y por ello llevé mis manos a ese lugar, solo que ya no había un dolor tan fuerte como el que tuve en ese instante, sentían ciertas molestias pero no tanto como en ese momento.

Sentí la garganta seca tenía sed y a la vez dolor, presintiendo que iba a ser un fastidio el solo tragar algo.

Aún así le hablé a la enfermera que entró en ese momento pidiéndole que por favor trajeran agua para mí, esta se movió hacia una cómoda que estaba en una de las esquinas de la habitación, donde de una jarra vertió agua en un vaso hasta la mitad, luego van hasta mi lugar y me ayudó a poder beber aquel líquido
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