—¡Caray, con que «ladrón que grita "agarren al ladrón"»!—¿Y quién sabe si los moretones que traen sean auto-infligidos? Porque si no, ¿para qué borrar el video?—¡Cinco segundos! A la chica le bastaron cinco miserables segundos para recuperar la grabación… ¡Es un genio! ¡Me rindo ante su talento!Las críticas de la gente comenzaron a avasallar a Frigg y Jasmine, quienes se quedaron atónitas. En ese momento, si hubiera un hoyo en el piso, ambas se meterían sin dudarlo.Alberto se quedó sorprendido de que todo desembocara así, pero siendo un viejo zorro de los negocios, estaba acostumbrado a las situaciones más turbias. Rápidamente comenzó a pensar en su siguiente jugada.De inmediato, adoptó un tono cínico:—¿Solo cinco segundos? Vaya, pareciera que lo tenían todo preparado de antemano.Daisy ladeó la cabeza y miró a Frigg con una media sonrisa.—Pero la persona que trajiste fue tu hija, ¿o no?—¡Tú…! —Alberto se quedó sin argumentos por un instante.—Veo que el señor Mero sigue con du
La mirada de Fernando pareció agudizarse antes de soltar un comentario burlón:—Si algo no tiene futuro, mejor ni te ilusiones.—¿Y quién te dijo que no habrá futuro? —lo retó Daisy—. Puede que mi querido Javier guste justo de alguien como yo. Al menos él no me mira con esa desconfianza que tienes tú.Los ojos de Fernando se entornaron, aunque ya no respondió. Simplemente abrió la puerta del copiloto y, sin miramientos, empujó a Daisy para que se sentara.Daisy optó por no resistirse. A ver con qué salía ese sujeto ahora.***De regreso en la casa de FernandoLo que Daisy no se esperaba era que Fernando no hiciera ningún movimiento extraño en el camino. Directo y sin más, la llevó a su hogar. Lo más sorprendente fue que, apenas entraron, él la mandó a cocinar.—Fernando, de veras creo que necesitas un psiquiatra urgente —bramó Daisy—. ¿Quieres que te acompañe al hospital?Fernando la miró inexpresivo.—Es la abuela quien quiere comer.—…Si la abuelita desea algo de comida, pues ni mod
Ese contacto fue más impactante incluso que la vez anterior, cuando le había detenido la sangre con la boca.El hormigueo de sus labios se propagó por su cuerpo, nublándole la mente en apenas un segundo.«¡Paf!»Daisy se zafó de golpe y, con rabia, le soltó una bofetada.—Que te quede claro: es la primera y la última vez que te atreves a esto.Si volvía a intentar algo así, no se conformaría con una simple cachetada.Dicho esto, Daisy dio media vuelta, salió de la cocina y se dirigió a la puerta principal.Pensó que él volvería a detenerla, pero no pasó.En esa zona era difícil conseguir un taxi, así que Daisy entró al garaje y tomó uno de los autos de Fernando. Le sobraban, después de todo.Desde el ventanal de la sala, Fernando la vio marcharse en uno de sus coches. Se pasó la lengua por la mejilla que seguía ardiendo tras el golpe, sorprendido de la fuerza de Daisy.Y lo que más le había inquietado era esa mirada suya: furia mezclada con un profundo desprecio.—Tres años fingiendo c
Aunque lo formuló como pregunta, su tono sonaba a afirmación.Desde que llegó a la mansión De Jesús, siempre había sentido afinidad con el "chef" del lugar, pues la comida era exactamente de su agrado; incluso superaba las habilidades de Enzo, a quien consideraba muy bueno.Resultó que ese misterioso chef era el propio Javier.Él rio con cierta timidez.—Vaya, lo notaste al primer bocado.Daisy sintió ternura, pero también algo de inquietud.—No te esfuerces tanto la próxima vez. Debe de ser muy agotador.—Para nada. —Javier la contempló con una calidez rebosante—. Mientras te vea contenta, un poco de cansancio no me importa.Después de cenar, Daisy acompañó a Javier a su habitación. Justo antes de irse, él comentó:—Tus planes se echaron a perder. ¿Qué piensas hacer ahora?—No pasa nada. Seguiré buscando la forma de acercarme a la familia Ortega; de cualquier modo, nuestro nuevo proyecto requiere del respaldo gubernamental.Al final, no era que su estrategia se hubiera derrumbado por
Daisy ansiaba descubrir cómo Fernando había dado con su apellido. Sin embargo, él no respondió, ni dio señal alguna de seguir la charla.[T: ¿Se quedó dormido?]Bufó Daisy, tirando el celular a un lado. Trató de dormir un poco, pero no había caso.La confusión la mantenía con los ojos abiertos.Finalmente, tomó el teléfono y marcó una llamada de voz a Eliot.Sabía que a esa hora no era muy decente llamar, pero lo hizo adrede: si no fuera por él, ni siquiera habría entablado tanto contacto con Fernando.El timbre sonó varias veces; no solo no contestó, sino que colgó de plano.Daisy insistió. Y él colgó de nuevo.Así hasta la quinta llamada…—¡Elena! ¿Es que no tienes fin?—Señor Hendrix, revise primero a quién le está hablando —respondió Daisy, bajando la voz y cambiando un poco el tono.—¿T…? —Eliot se espabiló al instante—. ¿Qué haces levantada tan temprano?—Por supuesto que debo saludarte a buena hora… —ironizó Daisy.—¡Ay, por Dios! Si en algo te he ofendido, dilo de frente. Ando
Mientras Eliot se explayaba, Fernando se quedó con una sola frase retumbándole en los oídos:—¿Mujer?—Sí, una mujer… —Eliot frunció el ceño—. Un momento, ¿acaso ni siquiera sabías si era hombre o mujer? Entonces, ¿por qué T dijo que ya conocías sus datos?Fernando dejó el vaso sobre la barra.—Al principio no lo sabía, pero ahora sí.Eliot se cubrió la cara con las manos, con ganas de soltar un lamento:—Entonces… ¿qué información tenías antes de esto?—Que se apellida La Torre.—¿Y… quién te lo dijo?—Fue solo una corazonada. —Fernando se encogió de hombros.Algunas personas se acostumbraban a usar su inicial, sobre todo si su nombre o apellido empezaban con cierta letra; como Daisy, por ejemplo.Recordaba un episodio en que la abuela lo había obligado a acompañarla, y en el camino se encontraron con una niña mendiga.Daisy la ayudó allí mismo y, después, le enviaba cosas de vez en cuando, firmando únicamente con una "t".A veces con minúscula, otras con mayúscula, pero siempre la mi
—¿Te has vuelto loco? —bufó Daisy—. Pasó tres años ignorándome, y ahora que nos divorciamos, ¿de repente me ve con otros ojos?—¿Entonces por qué intercedió? Su estilo no suele ser entrometerse en lo que no le incumbe, a menos que tenga algún interés.Daisy, ya un poco molesta, cortó:—Menos charla y más trabajo, ¿sí?Tras colgar, Daisy se quedó pensativa con la última frase de Enzo retumbando en su mente…"¿Reconciliación?"Con el ceño fruncido, repasó los hechos. Lo que Enzo planteaba, si bien sonaba descabellado, no era imposible.Si Fernando realmente hubiera querido abogar solo por Frigg, ¿por qué la dejó marcharse sin oponer resistencia?Y, además… ese beso furtivo… ¿sería que…?—¡Imposible! —se respondió de inmediato—. Fernando se comporta raro, pero no puede ser por esa razón.¿Entonces cuál? En realidad, no estaba dispuesta a averiguarlo. Para Daisy, era impensable dar marcha atrás.Lo decidió al firmar el divorcio: pase lo que pase, no volvería sobre sus pasos.***Thiago lle
Daisy lo fulminó con la mirada, cruzándose de brazos.—Sí, ya estoy un poco cansada. ¿Te parece si te encargas tú?—… —Enzo, fastidiado, le devolvió el informe—. ¡Olvídalo! Él no se lo merece.Cada vez que veía a ese "lisiado", se le revolvía el estómago. Y ni hablar de tener que trabajar como burro para él, ¡eso sí que no!Daisy volvió a abrir el documento.—Entonces, ¿quién quiere verme?—Tu ex marido. —respondió Enzo con desgano.—¿Acaso a Frigg se le complicó la "condición"? —calculó Daisy, haciendo un rápido repaso mental de fechas.—No, no es por Frigg —aclaró Enzo—. Buscan a Tina, no a Jade.Lo que pasaba era que Daisy tenía tantas identidades que hasta Enzo se hacía bolas: su faceta de "doctora prodigio", su reputación como "gigante de la química", sin olvidar que era también una hacker de élite…Si no conociera a Daisy personalmente, jamás creería que semejante mujer pudiera existir de verdad.—¿…Cuál será su objetivo? —murmuró Daisy, preguntándose si Fernando planeaba ponerle