En un principio, Frigg fue a buscar a Daisy con la intención de fastidiarla, pero terminó recibiendo una paliza que casi la hace enloquecer de rabia.Lo que más le indignaba era que, de regreso a casa, se quejó en voz alta:—Fer, la señora Daisy cambió. Antes, sin importar lo que hiciera o dijera, siempre era tan dulce y gentil. Ahora se volvió aterradora… Hasta dudo que toda esa dulzura fuese real. ¿No será que fingía?Fernando, con la mirada oscura y un tono distante, apenas le dedicó unas palabras:—Si te asusta, no la provoques más.«¡Mira nada más lo que dice!», pensó Frigg, furiosa.¡Si quien había salido perjudicada era ella!Sin embargo, prefirió tragarse su enojo: después de todo, Fernando acababa de volver a confiar en ella y no quería arriesgarse a perder su favor.Así que se contuvo durante todo el camino de regreso. En cuanto llegó a casa, lo primero que hizo fue ponerse a romper y lanzar cosas.Jasmine, que dormía la siesta, se sobresaltó por los ruidos y bajó corriendo:
Carraspeó y preguntó con voz grave:—¿Quién es?—La señorita Mero y su madre.La luz en su mirada se apagó de golpe, como una vela a la que le soplan de pronto.—No las recibas.Pasó la noche esperando, pero la persona que deseaba ver no apareció. Fernando se plantó frente al ventanal que daba a la puerta principal y encendió un cigarrillo. Entre las volutas de humo, se dibujó una sonrisa amarga.—¿Qué se supone que estoy haciendo?***Daisy, por su parte, quería ir esa misma noche a ver en secreto a la abuela, pues no dejaba de preocuparse por ella. Sin embargo, algo inesperado le ocurrió a Javier.Mientras estaban en una tienda de ropa, Daisy se ausentó un momento para ir al baño y, en ese corto lapso, alguien apuñaló a Javier.Aunque no fue herido de muerte, la lesión fue grave porque la hoja del cuchillo estaba envenenada.Era urgente desintoxicarlo, así que Daisy no tuvo más opción que pedirle a Enzo, disfrazado de médico de la familia Suárez, que fuera a averiguar qué sucedía con
Ni siquiera terminó la frase, porque Daisy lo interrumpió:—¿Para qué te sientas tan rápido? ¡Mira lo que hiciste! Se abrió la herida.Mientras lo regañaba, lo obligó a recostarse de nuevo. Luego le levantó la camiseta de dormir para revisarle la herida, que efectivamente había empezado a sangrar un poco. Por suerte, no era nada grave.Le detuvo la hemorragia, le puso una venda limpia y, señalándolo con el dedo, le advirtió:—Te lo advierto, la próxima vez muévete con más cuidado.Javier asintió obedientemente.—Lo tendré en cuenta.Daisy soltó un bufido.—Eso espero.Mientras guardaba las cosas del botiquín, recordó que él quería decirle algo justo antes de interrumpirlo. Se giró para preguntarle:—¿Por qué estabas tan ansioso por hablar? ¿Qué me ibas a decir?Imaginó que quizás tendría alguna información sobre el atacante; de otro modo, no se habría desesperado al abrir los ojos.Javier la contempló en silencio, pero al final no se atrevió a continuar con aquello que quería confesar.
Daisy esbozó una sonrisa traviesa.—Si tanto te duele perder esa plata, acéptalo tú. Tampoco es que no sepas cómo hacerlo.Enzo también se rio.—¿Y no temes que arruine tu reputación?—Pues que la arruines —respondió Daisy sin inmutarse—. Al fin y al cabo, tengo muchas formas de sacarle provecho a mi nombre —agregó con un guiño burlón.—De acuerdo. —Los ojos de Enzo brillaron con un destello sanguinario—. Cuando llegue el momento, me encargaré de que esa… maldita… disfrute mi compañía.Daisy arqueó una ceja.—Con tal de que no la mates…Enzo alzó el pulgar en señal de "OK".—Por cierto, la subasta de mañana ya está organizada como me pediste. También logramos que la familia Ortega mordiera el anzuelo.Los ojos de Daisy se endurecieron con determinación.—Después de tanto tiempo tendiendo la red, veamos si esta vez logramos atrapar a la gran presa.***La familia De Jesús organizó el evento de licitación para su nuevo proyecto, y Daisy asistió como cuidadora personal de Javier.Había ll
—Felicidades a la Empresa L por haberse adjudicado este proyec…El presentador no alcanzó a terminar la frase porque la puerta, que estaba bien cerrada, se abrió de golpe desde afuera.—¡1,000 millones!El que rompía el protocolo no era otro que el exmarido de Daisy, ese hombre al que no podía ver ni en pintura: ¡Fernando Suárez!Vestido completamente de negro, irradiaba una presencia imponente que captó la atención de todos los presentes.No tardaron en escucharse murmullos entre la gente: las mujeres susurraban acerca de lo atractivo que era, mientras los hombres se preguntaban quién podría tener semejante fortuna.Lanzar de entrada una oferta de 1,000 millones no estaba al alcance de cualquiera.La Empresa L había cerrado su oferta final en 600 millones, y en este tipo de licitaciones, sin límites establecidos, el ganador es quien ofrece la cifra más alta.Aunque la Empresa L era propiedad de la familia Ortega, seguía existiendo una brecha considerable frente al poder de la familia
A esa hora no había nadie.Daisy dio una vuelta buscando algo que le sirviera y encontró un vestido rojo largo, arrastrando hasta el piso, que se ajustaba bastante a su talla.Sin pensarlo demasiado, se lo puso y buscó también una máscara.Podría haberse maquillado al punto de que ni Fernando la reconociera —sus técnicas de maquillaje eran tan buenas como llevar una máscara de piel—, pero no tenía tiempo suficiente para eso.Una vez lista con su vestido y máscara, Daisy regresó al salón.Imitando la misma entrada imponente que había hecho Fernando, lanzó su oferta con firmeza:—¡1,500 millones!La gente volvió a alborotarse.—¿Quién será?—No lo sé, pero fíjate en esa silueta… ¡espectacular! Con ese vestido rojo largo parece una diosa caída del cielo.Fernando la miró fijamente. Al notar que llevaba máscara, sus ojos se enturbiaron un instante.Esa figura… esos movimientos… le recordaban mucho a la mujer con la que había peleado en el hospital aquella noche. La voz sonaba distinta, per
Al ver esa mano que se acercaba con tanta decisión, lo primero que Daisy pensó fue que Fernando la había mandado a atacar.Conociéndolo, no soportaría que lo dejaran en ridículo delante de tanta gente, así que seguro había enviado a un matón para seguirla de cerca.Con un brillo frío en la mirada y en un acto reflejo, Daisy usó la fuerza del oponente para intentar hacerle una llave de hombro y lanzarlo al suelo.Aunque ella era rápida, su contrincante no era ningún novato.Se zafó con un tirón brusco y enseguida contraatacó.Había que admitir que Fernando no había escatimado en gastos esta vez: el tipo que había contratado sabía moverse bien, aunque para Daisy seguía estando lejos de su nivel.Sin precipitarse, Daisy midió cada uno de sus pasos y estudió con cuidado cualquier debilidad.Al poco tiempo notó el talón de Aquiles de su rival: no tenía buena estabilidad.Daisy entonces se enfocó en atacar su zona baja.Justo cuando se preparaba para darle un golpe definitivo, aquel sujeto s
—Es cierto, ese proyecto ni de cerca vale tanto dinero. Y si las cosas no salen bien, mis 450 mil millones se esfumarán por completo. Imagínate, 450 mil millones… Esa es una cantidad que muchas personas no ganarían ni en varias vidas. Sí, pensándolo bien, tal vez fui un poco impulsiva.Se encogió de hombros y continuó:—Pero, ¿sabes qué? Me sobra el dinero, así que no te me estreses de más, señor Suárez.Sin prestar atención a la creciente molestia en el rostro de Fernando, Daisy siguió provocándolo:—Ya que lo menciono, me queda una duda: ¿por qué no seguiste pujando hace un rato, señor Suárez? ¿Será que te quedaste sin fondos? Francamente, con esa fama tuya de tiburón en los negocios, pensé que nadabas en billetes. Pero mira tú… ni siquiera alcanzas los 450 mil millones, ¿eh?Soltó una pequeña risa.—Para la próxima, te sugiero no aparecerte en estos eventos. No vaya a ser que otra vez…Justo en ese momento, Frigg irrumpió en la escena con el cabello hecho un desastre.—¡Fer…!Lo más