Capítulo 157
El hombre estaba de espaldas, recortado contra la luz que entraba por la ventana. Al oír el estrépito tras de sí, no se inmutó, sino que soltó un ligero comentario, casi burlón:

—Vaya, pequeña, incluso en estas condiciones logras ubicar a alguien solo con el sonido. No dejas de sorprenderme.

Daisy clavó la mirada en la figura alta y erguida del desconocido, con el ceño más fruncido que la penumbra de la habitación:

—¿Quién rayos eres?

—¿Y ese tono? —respondió él con fingida inocencia—. ¿Acaso no sabes que soy tu compañero? Dudo qué…

No terminó la frase porque Daisy, con un movimiento fulminante, ya estaba detrás de él, dispuesta a agarrarlo del hombro y voltearlo para verle el rostro. Sin embargo, él le sujetó la muñeca con destreza, atrapándola entre sus dedos.

—Pequeña hermana, si querías ver mi cara, bien podías pedirlo. No somos extraños, al fin y al cabo. Te la muestro con gusto.

Dicho esto, giró lentamente hasta quedar frente a Daisy. Fue entonces cuando ella, al descubrir un ros
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