Capítulo 85
A veces, las mujeres te ponen de mal humor con lo que dicen.

—¿A dónde me vas a llevar? —Marina lo miró con algo de miedo al ver su actitud.

—¡A casa!

El auto llegó a su destino. Aunque Marina estaba borracha, todavía podía reconocer su casa.

—Ricardo, ¡esta no es mi casa, ¿dónde estamos? ¡Llévame a casa!

Ricardo bajó del auto, desabrochó el cinturón de seguridad de Marina y le dijo:

—¡Mi casa es tu casa!

Dicho esto, la tomó de la mano con fuerza y la llevó hacia su casa mientras ella tambaleaba, sin poder caminar en línea recta.

—Ricardo, te metes con otras mujeres ¡Y ahora me traes a tu casa! ¡Suéltame! —Marina protestó.

—No he estado con nadie más, solo a ti, ¡solo te quiero a ti!

—¡No te creo!

—Ven a mi casa, y te lo demostraré.

—¡¿A quién le importa?!

—¡A mí!

Ricardo abrió la puerta de su casa y, sin pensarlo, besó a Marina, que estaba completamente borracha.

Después del primer beso, a Marina le quedó gustando el sabor de sus labios. Era dulce y adictivo. Sin pensarlo más, empujó
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