Capítulo 234
Si hubiera sido la Lorena hace cinco años, seguro habría reconocido a ese hombre. Era el mismo con el que se había chocado dos veces en el pasillo del hospital.

Teresa tomó la cámara, la revisó bien y eligió dos fotos. Una era de César y ella mirándose fijamente, con un aire algo raro. La otra era de César entrando a la casa, de espaldas a la cámara, y Teresa siguiéndolo de cerca.

—Estas dos están bien. Sigue el estilo de siempre, pero haz que se vea aún más raro— dijo, devolviendo la cámara.

—Entendido.

El carro negro se alejó.

César abrió la puerta y entró a casa. Doña Marta ya les había pedido a los empleados que prepararan el desayuno, justo a tiempo.

—El señor ha vuelto. ¡Rápido, lávese las manos y desayune! Seguro que la comida de por allá no es tan buena como la mía— dijo doña Marta, con los ojos bien abiertos al ver que César había perdido algo de peso durante su viaje.

—Sí, nada como la comida de doña Marta— respondió César, dejando su maletín sobre la mesa.

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