—¿No dijiste acaso que César no vendría? —preguntó Teresa, claramente molesta. Si hubiera sabido que César estaría allí, no habría venido con Saúl. Él hizo como si no le importara. —Mi secretaria dijo que no vendría, pero al final apareció. ¿Cómo yo iba a saberlo? … Después de saludar a todos los necesarios, César se sentía cada vez más vacío. La fiesta le parecía aburrida. Decidió alejarse de Yolanda y, junto con Ricardo, se preparaba para irse. Justo cuando se daba la vuelta, Teresa apareció de repente, bloqueando su camino. —César, ¿puedo hablar contigo a solas? —su tono era suave y débil, con un toque de súplica. Ricardo levantó una ceja con desprecio. —Heyy, ¿hay algo acaso que yo no pueda escuchar? —Yo solo… —Teresa se sintió atacada y no supo qué decir. Sus manos temblaban, parecía sentir que estaba en un problema grave. —Tan solo quiero explicar lo de esta noche. ¿Qué había que explicar? Solo había sido rechazada por César y ahora estaba con Saúl. De ve
¿Cómo es posible…? Cada vez que tragaba saliva le quemaba la garganta como si fuera aguardiente. El dolor, que salía desde lo más profundo de su corazón, empezaba a extenderse por todo su cuerpo.Estaba inclinado en el asiento de atrás, con una mano en el pecho. Cinco años después. César tenía una presencia aún más imponente y por así decirlo mucho más atractiva. Muchas jóvenes de la alta sociedad se habían enamorado de él y empezaron a buscarlo. Pero, él las rechazó a todas, una por una. En la empresa, corrían rumores de que el presidente no estaba soltero, que ya se había casado en secreto con Teresa. Teresa había pasado de ser una empleada del departamento de mercadeo a directora. Ahora se vestía con mucha más elegancia, y su estilo de vestir se parecía más al de Lorena. Incluso había hecho pequeños cambios en su cara para que se viera más como la de Lorena. Al principio, César la miraba y se sentía confundido. Una vez pensó que Lorena no había muerto y que había vu
—César… —Teresa se sintió rechazada y buscó la ayuda de César. Él actuó como si no entendiera y dijo: —No sé si los sabían, pero las mujeres manejan una onda vibracional algo diferente. Venir al cementerio no es bueno y mucho menos si quizás están durante el periodo. Le pediré a alguien que te lleve de regreso. Su tono no dejaba lugar a discusión, y rápidamente un guardaespaldas vestido de negro llevó a Teresa al carro. Ella se sentó atrás, mirando con rencor hacia el cementerio. ¡Lorena, tú, muerta, sigues molestando a César! La caravana de carros se dirigió desde el cementerio hacia la ciudad. El carro de César fue directamente al Conjunto Los Prados, sin mudarse. Además, cada año, en este día, él siempre se tomaba el día libre, cancelando todo el trabajo. Primero iba al cementerio a ver a Lorena, luego regresaba a su habitación, se encerraba y se quedaba allí hasta la noche. Al abrir la puerta, lo recibió Coco restregándose en sus tobillos. Coco era el lindo gatito de L
Pero las veces que los había soñado eran tan pocas que casi daba lástima. ¿Acaso lo odiaba? ¿Por eso no aparecía en sus sueños? En Valle Motoso. Se estaba celebrando el quinto cumpleaños de Orión y Ander. Los dos niños acabaron de ponerse sus trajes, y un estilista les peinó el cabello suave para darles una vibra más elegante. Con sus caritas idénticas y los mismos trajes, alguien que no los conociera no podría diferenciar quién es el hermano mayor y quién es el menor. Ander sonreía feliz mientras elegía un moño. —Hermano, ¿este está bien? ¿Nos lo ponemos? — Tomó el pequeño moño y corrió rápido hacia Orión, acercándolo a su cuello. Orión, con una expresión seria y distante, mostraba una madurez que no correspondía con su edad. Levantó su pequeña mano y agarró el moño de colores brillantes que su hermano había escogido, deteniendo las manos de Ander que intentaban ponérselo en su cuello. Mirando de reojo, dijo con algo de indiferencia: —No queda bien, quiero uno negro.
—No te preocupes, mami, ya lo tengo todo listo —dijo Ander con entusiasmo. Ya estaba preparado para encontrarle un novio a su mamá en la fiesta. En las series de televisión, las protagonistas siempre tenían novios, y varios hombres competían por ellas. Su mamá era la protagonista para él y su hermano, pero no tenía ni un solo novio. ¡Era muy triste! Esto preocupaba mucho al pequeño Ander, que siempre se preocupaba por todo. Perla y Marina llevaban de la mano a los dos niños para reunirse con los demás. El fotógrafo tomó una foto familiar en el piso de arriba antes de que todos bajaran a la fiesta, para dejar un recuerdo Algunos invitados ya habían llegado temprano y estaban en la planta baja, brindando y charlando. Celeste, junto con William, Perla y los dos niños, dio un discurso en el centro del salón, ese fue el momento más importante de la fiesta. Los tres agarraron las manos de los niños para pretender cortar el pastel, marcando el inicio oficial de la fiesta. Despué
Estiró la mano para agarrar el regalo, con la idea de pedirle al sirviente que lo botara después. Es normal no encontrar uno o dos regalos entre tantas cajas. Celeste intervino a tiempo y dijo: —Es solo un regalo, si Orión lo quiere, déjalo abrirlo. —Las personas no deben tener miedo de todo —añadió, mirando a su hija mayor Perla. Perla se quedó muda por un momento. Es cierto, era solo un regalo. Todos viven en el mismo planeta. Algún día, los niños crecerán y podrían encontrarse con situaciones similares; no se puede vivir con miedo siempre. Su mano, que estaba a punto de tocar la caja, se retiró. Orión miró a su abuela y luego a su madre, y finalmente comenzó a abrir la caja. Dentro había dos relojes inteligentes para niños. César, el presidente del grupo financiero Runpex, nunca se preocupó por los regalos de sus socios comerciales, estos fueron cuidadosamente seleccionados por la asistente Clara. A Orión le encantó. Le gustaban mucho los productos electrónicos, y a
Al escucharla decir eso, César no insistió más, se subió al carro y se fue de una vez. Al llegar al hotel que había reservado antes, justo al bajarse del carro, fue a la recepción a recoger la tarjeta de su habitación. Teresa, que iba en el carro de atrás, también llegó. Al encontrarse en la recepción, Teresa dijo: —César, si hubiera sabido que también te quedas en este hotel, habría aprovechado para ir contigo. Era una coincidencia que ambos estuvieran en el mismo hotel, y aún más que sus habitaciones estuvieran una al lado de la otra. Teresa se apoyó en la puerta, se volteó hacia él y le preguntó: —César, ¿por qué no cenamos juntos esta noche? Sé de un restaurante cerca con comida deliciosa. César, ya medio dentro de su habitación, respondió con indiferencia para rechazarla: —No puedo, tengo que ir a un evento esta noche. —Entonces puedo ir... —Teresa no terminó la frase cuando la puerta de la habitación de César se cerró de golpe. Rajiv y la asistente Clara actuaro
Por la tarde, César regresó a Playa Escondida en su avión privado. Mientras iba de camino, María lo llamó por celular. —Hola, mamá. —¿Tienes tiempo esta noche después del trabajo? Ven a casa a cenar conmigo, ya hace mucho que no te veo. —Sin esperar respuesta de César, María continuó hablando—. —No me vayas a salir con que tienes trabajo, ya llamé a tu equipo de secretarios, esta noche no tienes compromisos, ni reuniones, ni trabajo extra. César hizo una mueca mientras miraba la espalda de Clara, sentada en el asiento del copiloto. Clara vio la mirada de advertencia de César a través del espejo retrovisor: —Controla a tus empleados. Clara se tocó la nariz con incomodidad. María había llamado a su equipo de secretarios, y ella no había sido la culpable. —¿Quién fue el que habló demasiado y me hizo recibir una advertencia? —pensó para sí misma. —Mamá, yo te quiero mucho, y siempre volveré a verte, pero no puedes seguir saliendo con excusas para agendarme citas. —César hab