Despierto al sentir unos besos húmedos en mi cuello seguido de unas caricias en mi cuerpo. Cuando abro los ojos, veo a Dante que me mira con una sonrisa. - Buenos días, amor. - Hola - trato de levantarme, pero él me lo impide. - ¿Sigues enojada? - No, Dante, no estoy enojada, estoy dolida. Eso es diferente. Me traicionaste, y esas cosas no se olvidan así de fácil. - Val, ¿qué quieres que haga para que me perdones? - Tal vez que me des el divorcio - él cambia su expresión y se pone serio. - Pide lo que quieras, menos eso - me levanto de la cama como un resorte y, antes de entrar al baño, lo miro con ganas de asesinarlo. - Entonces, si no me puedes dar el divorcio, no quiero nada más - me meto a la ducha y, luego de media hora, salgo encontrándome con Dante sentado en la cama. Decido pasar derecho y buscar la ropa. Me coloco un vestido ceñido al cuerpo y, al parecer, no pasó desapercibida, ya que él me mira de arriba abajo. - ¿Piensas ir así vestida? - me volteo para mirarlo con
DANTE Entro con Val en brazos pidiendo ayuda en el hospital. La herida me duele un poco y me siento mareado, pero mi pequeña es lo primero. Las enfermeras me pasan una camilla y ahí la acuestan. En ese momento me doy cuenta de que mi camisa está llena de sangre, supongo que es mía y también de Valerie. - Señor, hay que atenderle esa herida – dice Lucas. - Necesito saber que ella está bien. - Señor, está sangrando mucho y si se desangra ya no podrá saber cómo está ella. Deje que un médico lo atienda – a regañadientes dejo que un médico me atienda para sacar la bala. Afortunadamente, no perforó tanto; solo me coloca una gasa y algo para mantener quieto el brazo. - Doctor, necesito ver cómo está mi esposa – trato de levantarme, pero todo me da vueltas. - Señor Giordiano, no se puede parar. Está muy débil, perdió mucha sangre. - No, necesito saber cómo está mi esposa, carajo – cuando intento levantarme, entran dos enfermeros y me sostienen. - Señor, no me haga colocarle un calmante
Dos meses después - Vamos, cariño, tú puedes – Dante me alienta mientras doy varios pasos con mi bastón. - Mira cómo voy de rápido – le digo animada, ya que después de tanto tiempo de caminar raro ahora camino mucho mejor. - Eso, cariño, vas excelente – Dante camina a mi lado por si me caigo, él siempre cuidando de mí. – Ya estás cerca, vamos nena – doy otros pasos más hasta que llego al punto donde acordamos. - ¡Sí! ¡Llegué, mi amor! – como una loca, me tiro encima de él y este me recibe dando vueltas conmigo por toda la sala. - Te dije que podías. - Gracias. - ¿Por qué me agradeces? - Por acompañarme durante todo este duro proceso, por aguantar mis llantos en la noche a causa del dolor y también mis días donde tenía un genio del demonio – este acaricia mi mejilla y me sonríe. - Es lo mínimo que debía hacer después de lo que tú hiciste, todo lo hice con todo el amor del mundo. Además, tengo entendido que nuestros votos decían estar en la salud y en la enfermedad. - Lo sé, pe
Llegamos a la habitación muertos de la risa después de haber pasado una tarde deliciosa en la playa. - Amor, ponte más hermosa de lo que eres, quiero llevarte a un lugar. - Bueno, amor -me meto a la ducha y luego de 15 minutos salgo, pero no encuentro a Dante en la habitación, así que aprovecho y me comienzo a arreglar con tranquilidad, optando por un vestido blanco. Me coloco un poco de perfume, el que tanto le gusta a Dante, y luego aplico brillo en mis labios. - ¿Amor, estás lista? -salgo del baño y cuando me ve se queda embobado. - ¿Pasa algo? -digo en tono divertido. - Me quedé impactado con tu belleza -me acerco a él y le robo un beso apasionado-. Mejor vamos, que me muero por darte la sorpresa. Subimos al auto y manejamos por una hora hasta que paramos en una playa. - ¿Qué hacemos aquí? - Vamos -como vamos a caminar por la arena, decido quitar mis tacones y se los doy a Lucas para que los cuide. - ¿Ya tienes a Lucas de perchero? - Él los cuidará bien -Dante se detiene
Acabamos de bajar del jet y ahora nos encontramos en Italia, ambos con el corazón destrozado, pero sé que Dante lo está mucho más. Primero pasaremos a casa para cambiarnos y luego iremos a la funeraria para velar a su madre como debe ser. "- ¿Cariño, estás bien? - preguntó preocupada. - No, Val, todo esto es culpa mía. Mataron a mi madre, no supe protegerla bien. - ¿Qué dices, amor? No es tu culpa, hiciste todo lo que estuvo en tus manos. No te sientas así, cariño. - Es que es imposible que no me sienta así. - Lo sé, pero vamos a superar esto juntos. Ahora vamos a darnos una ducha y luego a la funeraria para despedirnos de tu madre." Luego de media hora, ya los dos estábamos listos con nuestros trajes negros. Salimos directo a la funeraria y cuando llegamos, vemos a Franco que se acerca a darle un abrazo a Dante. - Hermano, lo siento mucho. Sé lo importante que era tu madre para ti. - Gracias, Fran, por estar aquí. - Hola, Fran, gracias por venir - este también me da un abraz
Estoy sentada en el jardín de la casa admirando el hermoso día que está haciendo en Italia. Ya pasó un mes desde la muerte de la madre de Dante y todo se ha calmado un poco. No negaré que Dante la extraña, pero sabe que tiene el deber de descubrir quién es el demonio italiano, o mejor dicho, ir tras la pista de su hermano. Porque cuando le conté lo que pensaba, ese hombre quiso ir justo en ese momento a matar a su hermano. Pero menos mal que entre Fran y yo lo hicimos entrar en razón. Tenía primero que confirmar que sí sea él, porque si lo mata sin saber y resulta que el demonio no es él, sino otro, Dante vivirá con la culpa de que mató a su hermano. -Señorita Valerie, su amiga Matilda está aquí - cuando Nana dice eso, salgo disparada a la sala, ya que hacía mucho que no veía a Matilda. -¡Amiga! - corro hacia ella y me tiro encima, cayendo las dos al suelo riendo como niñas pequeñas. -Por Dios, amor, no puedes hacer eso - dice Dante entrando a la casa con cara de preocupación. -Lo
Estoy sentada en el comedor terminando de comer el desayuno. Dante se tuvo que ir temprano, pero prometió venir para la cena. Hoy regreso al hotel, así que ya estoy lista para partir. - Lucas, vamos - Lucas me abre la puerta del carro y luego partimos hacia el hotel. - ¿Cómo se siente hoy, señora? - Mejor, Lucas, gracias por preguntar - a pesar de que Lucas siempre conserva la distancia entre nosotros por respeto a Dante, este siempre está preocupado por mí, y eso lo agradezco mucho. Cuando llegamos al hotel, Lucas me abre la puerta y le digo que si puede ir por un café al frente. Entro al hotel y todos me saludan súper formales, pero el que más me sorprende es Max, que se tira encima mío. - Dios, te extrañé tanto - dice, casi asfixiándome con ese abrazo. - Max, me estás ahogando - este se separa de golpe. - Lo siento, es que estaba muy preocupado por ti, pero veo que ya estás mejor. - Pues sí, aunque hay cosas que debo contarte - Max camina conmigo a su oficina, y en ese momen
Dante camina por todas partes y luego veo que saca de un armario secreto que ni sabía que existía dos armas, cosa que me empieza a asustar. - ¡LUCAS! – grita Dante y en dos segundos aparece Lucas. - Dígame, señor. - Reúne a todos los hombres y que vayan bien armados. – Lucas sale del lugar y yo aprovecho para acercarme a Dante. - Dante, por Dios, piensa bien. Dijiste que ibas a actuar con cautela. – Trato de tomar su brazo, pero él lo quita de golpe. - No me pidas eso, Valeri. Pídeme todo lo que quieras, menos eso. – Veo en su mirada dolor y rabia. Justo ahora me doy cuenta de que por más cosas que yo le diga, él no me hará caso. De todas formas, irá a matar a su hermano. - No te voy a detener, solo cuídate. Recuerda que alguien más te está esperando en casa. – Él acaricia mi mejilla y luego me besa. - Te prometo que volveré, pero primero tengo que acabar con ese imbécil. – Antes de que él se vaya, me acuerdo de mi amiga. - Espera, yo escuché que él piensa matar o secuestrar a